Aunque el Consejo Pastoral Diocesano, en su día, hará la revisión pertinente, donde mejor se verifica su aplicación y su marcha es a pie de calle, parroquia por parroquia.

En medida diferente, todos somos responsables de que dé sus frutos evangélicos.

El mes de junio ofrece una buena oportunidad para que las parroquias revisen por sectores, y de manera conjunta, la forma concreta en que planificaron el curso a la luz del Proyecto Pastoral Diocesano, los pasos que se han dado, las carencias y la posibilidades de futuro.

Pero es necesario descender de los buenos deseos generales a la realidad de cada día y a las acciones programadas.

Sin olvidar, claro está, que también en las actividades realizadas el espíritu ha de estar por encima de la letra y que la eficacia pastoral no procede sólo del esfuerzo y de la organización, sino fundamentalmente de la fidelidad y la confianza en el Aliento de Dios, en el Espíritu Santo.

Pues también en las parroquias y en la actividad pastoral suele suceder que l o esencial es invisible a los ojos, como dijo Saint-Exupéry: la oración silenciosa y oculta de los agentes de pastoral y de personas que no se pueden hacer cargo de actividades concretas debido a la enfermedad, a los años o la dificultad para actuar en público, y no cesan de rogar al Dueño de la mies. Pues al final, como dijo San Pablo, ni el que siembra ni el que riega es algo, sino Dios que hace crecer.