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Asamblea Diocesana de Cáritas (Casa Diocesana-Málaga)

Publicado: 04/06/2022: 2146

Homilía del Sr. Obispo de Málaga en la Eucaristía de clausura de la Asamblea Diocesana de Cáritas celebrada en Casa Diocesana Málaga el 4 de junio de 2022.

ASAMBLEA DIOCESANA DE CARITAS

(Casa Diocesana, 4 junio 2022)

Lecturas: Hch 2, 1-11; Sal 103, 1.24.29-31.34; 1 Co 12, 3b-7.12-13; Jn 14, 15-16.23b-26. (Domingo Pentecostés)

1.- La XXVI Asamblea Diocesana de Cáritas culmina con esta Eucaristía, en el marco de la fiesta litúrgica de Pentecostés; es providencial esta coincidencia. 

Habéis tenido una jornada de encuentro y reflexión con el lema: “Caminando en sinodalidad con los pobres”, que hace referencia a la tarea sinodal a la que nos alienta el papa Francisco.

El proceso sinodal es un tiempo de gracia, una oportunidad para crecer en comunión, participación y misión, un proceso que realizamos, un camino que estamos recorriendo; y, sobre todo, un modo de vivir y celebrar la fe, un estilo que es propio de la Iglesia.

Sigamos construyendo juntos como Iglesia, como familia parroquial, como grupo, asociación o movimiento eclesial; en fin, como diócesis. Los procesos de crecimiento, los planes y los retos pastorales solo se realizan con la colaboración de todos desde la fraternidad y la comunión eclesial. 

2.- La tarea que la Iglesia nos encomienda consiste en caminar juntos con los pobres, para servirles mejor y ayudarles en su promoción e integración plena, social y eclesial.

Cáritas, como muy bien sabéis, es la misma Iglesia, llamada a servir a los excluidos, marginados y más necesitados de la sociedad. Su tarea consiste en integrar más plenamente a las personas atendidas. No se trata solo de una ayuda material para paliar las necesidades más básicas; es también un servido de evangelización, que regenera a la persona y le anuncia el verdadero Reino de justicia, de paz, de libertad, de verdad; en definitiva, anunciar a Jesucristo. 

Porque el ser humano está llamado a compartir la vida divina, que Cristo ya nos ha ofrecido con su muerte y resurrección; la vida eterna ya la estamos aquí, aunque en prenda, porque se trata de una “pregustación”. 

3.- En esta fiesta de Pentecostés celebramos el envío del Espíritu Santo, prometido por el Señor Jesús (cf. Jn 15, 26), cuya acción regenera nuestro espíritu; va de Espíritu a espíritu, asegurándonos la filiación divina. Como dice san Pablo: «Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios» (Rm 8, 16).

El Espíritu nos hace hijos de Dios por el bautismo, «herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Rm 8, 17). Por el bautismo estamos llamados a la misión, a vivir la comunión y la corresponsabilidad. Estamos llamados y somos enviados, como dice el papa Francisco, a ser “discípulos misioneros” (Evangelii gaudium, 120). 

Damos gracias a Dios por su gran bondad e infinita misericordia al regalarnos su misma vida divina, porque nos diviniza. El Espíritu Santo “inhabita”, es decir, habita dentro de nosotros; la Virgen María fue la primera que acogió el don del Espíritu para ser la Madre de Jesús. Ser habitados por el Espíritu Santo significa morir al pecado y vivir para la justicia (cf. Rm 8, 10); significa ser de Cristo (cf. Rm 8, 9); e implica resucitar con Cristo (cf. Rm 8, 11) y anunciar su resurrección. 

4.- La presente jornada diocesana de Caritas ha sido un motivo de encuentro entre el voluntariado, de debate, de reflexión, de convivencia y, naturalmente, de oración.

Concluye así el proceso de reflexión vivido durante el itinerario de preparación a través de las comisiones arciprestales de Cáritas en toda la diócesis. Se ha proporcionado el Informe anual de actividades, documento que hace el balance de toda la acción desarrollada en el año anterior. ¡Enhorabuena por el trabajo que habéis realizado! 

Hemos escuchado en el acto final de la Asamblea las principales conclusiones sobre la consulta realizada acerca del “El impacto de la situación social actual en Cáritas. Retos y prioridades”, y se ha podido compartir en el trabajo de grupo. 

Habéis descrito muy bien los retos que debemos afrontar y las prioridades que consideráis que debemos asumir próximamente. 

Y en la asamblea hemos escuchado el trabajo de los grupos, y se han aprobado las líneas prioritarias de acción para los próximos dos años. Por todo ello damos gracias a Dios.

5.- Quiero detenerme en dos puntos, que habéis abordado. El primero, el de la formación básica. Tanto el voluntariado de Cáritas como todo fiel cristiano que pertenezca a un movimiento, asociación o grupo eclesial, suele tener una formación básica, propia del grupo al que pertenece. Y es importante mantener esa formación, sea inicial o permanente. Considero que para ello existe una gran oferta desde los servicios centrales diocesanos de Cáritas.

Existe otro tipo de formación, que podemos llamar “básica teológica”, a la que os animo a todos. Se trata de una formación sistemática, estructurada en tres cursos, para obtener una formación que me haga capaz de razón de mi esperanza, como dice san Pedro (cf. 1 Pe 3, 14-16). Esta formación me permite dar razón de por qué creo, por qué soy cristiano, por qué sigo a Jesús. Desde mi llegada a Málaga como obispo vengo diciendo que los fieles que tengan alguna responsabilidad en la diócesis (catequistas, voluntariado de Cáritas, asociaciones, movimientos), deberían tener esta formación básica teológica.

El otro punto en el que deseo detenerme es “el fondo común de las caritas parroquiales”, que es distinto del Fondo común diocesano. El director de Cáritas diocesana, Fran, ha recordado en la asamblea que desde que llegué a Málaga propuse compartir el “diez por ciento” de nuestra Cáritas para los más pobres de entre los pobres, tal como aprendí durante mi estancia en Roma, trabajando con el papa Juan Pablo II y en mis encuentros con Madre Teresa de Calcuta. Y agradezco que acogierais de buen grado esta propuesta.

Este otro “fondo común de las caritas parroquiales” no quisimos imponerlo, sino que preferimos dejarlo libremente. Se ha verificado en este último tiempo un aumento de la aportación. Una vez se ha tomado ya conciencia de esta necesidad, manifestada hoy en la Asamblea diocesana, se podría poner a partir de ahora un porcentaje obligatorio. Esta decisión la dejamos en manos de la comisión diocesana. 

6.- En esta fiesta de Pentecostés, como bien sabéis, celebramos el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, destacando el papel fundamental del laicado en la corresponsabilidad eclesial y en la misión evangelizadora. Todos somos corresponsables.

El lema de esta Jornada “Sigamos construyendo juntos. El Espíritu Santo nos necesita”, nos anima a construir juntos el gran reto pastoral de la sinodalidad, que nos ha propuesto el papa Francisco, y que expresa la naturaleza constitutiva de la Iglesia por tener su fundamento en el misterio de comunión de la Trinidad (cf. Comisión episcopal de Laicos, Familia y Vida, Mensaje con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. 5.06.2022). 

Los fieles cristianos laicos tenéis vuestra misión propia, recibida en el bautismo. Me habéis oído decir muchas veces que los laicos no sois los ayudantes y servidores de los párrocos; aunque éstos tengan la responsabilidad de regir la comunidad. No son los sacerdotes quienes atribuyen a los laicos sus funciones ni sus tareas; el Espíritu Santo da a cada fiel cristiano su vocación y su misión propia, que cada uno debe asumir y llevar a cabo. Naturalmente bien coordinados con la cabeza eclesial: el Papa para la Iglesia universal, el Obispo para la diócesis y el Párroco para la comunidad cristiana. 

Para ello es necesario el diálogo y la escucha mutua, así como la escucha del Espíritu para discernir qué pide hoy a la Iglesia; ella cuenta con cada uno para seguir caminando y promoviendo espacios en los que todos nos sintamos corresponsables, dispuestos a dialogar y acoger incluso a quienes piensan de modo distinto al nuestro.

7.- Damos gracias hoy a Dios por todo el trabajo del voluntariado socio-caritativo y por el testimonio abnegado de tantos laicos de nuestras comunidades cristianas, que se esfuerzan por vivir su vocación laical en la Iglesia y en el mundo, desde las claves de la sinodalidad y del discernimiento. 

Agradecemos vuestra hermosa labor en Cáritas y la misión de los laicos que evangelizan en su familia, en su trabajo, en su entorno social y entre sus amigos. Felicitamos a todos los que se forman para profundizar mejor en su fe y ser mejores testigos del Evangelio, al tiempo que se comprometen en las iniciativas pastorales. 

Que la Virgen María, templo del Espíritu Santo, interceda por nosotros para ser también nosotros templos del Espíritu y para que sigamos construyendo juntos –pastores, laicos y vida consagrada– una Iglesia de comunión enviada a evangelizar. Amén.

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