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Naim Shoshandy: «Ser cristiano en Irak no es fácil»

Naim Shoshandy
Publicado: 22/09/2020: 13442

El padre Naim Shoshandy es un joven sacerdote iraquí de rito siro católico que ha sufrido la persecución y la guerra y que ha tenido que sobrevivir en un campo de refugiados. Su fe ha sido su tabla de salvación.

A pesar de su juventud confiesa que en la tierra en la que nació, sólo ha visto guerra y horror y conoce de primera mano el sufrimiento y la persecución.

Su hermano Raid fue asesinado en Mosul por el único hecho de ser cristiano y tanto él como toda su familia tuvieron que huir con lo puesto de su ciudad, Qaraqosh, cuando en 2014 el Estado Islámico atacó y tomó esta ciudad donde existía una importante minoría cristiana.

El padre Naim ha vivido durante varios años junto a su familia y sus parroquianos en un campo de refugiados en Erbil, en el Kurdistán iraquí, donde ha ido realizando su labor pastoral y un programa de ayuda a enfermos de cáncer, enfermedad por la que ha muerto su padre desplazado de su casa debido a los yihadistas.

Este sacerdote nos habla de la fuerza de la fe de los cristianos iraquíes, de la fuerza del perdón que están experimentando. «Vivir como un cristiano en Irak no es fácil y el asesinato de mi hermano fue duro pero gracias a Dios hemos podido perdonar al asesino».

El DAESH atacó Qaraqosh y una de las bombas impactó cerca de su casa. «Recuerdo que murió una chica, mi vecina que tenía casi 25 años y también dos niños que jugaban en la calle. Ahí empecé a sentir un miedo al que sólo la fe ha podido vencer». Y fue así como él y muchos más tuvieron que huir de la muerte. «Tuvimos muchos sufrimientos por tener que dejar atrás tu vida, tus cosas, tu historia, el no saber dónde vas y si viviríamos». Y de vivir tranquilos pasaban a dormir en la calle, en tiendas, en aparcamientos, pasando calor, frío…

LA CRUZ, MOTIVO DE SU EXPULSIÓN

«Todos tuvimos que salir de allí por esta cruz», dice el padre Naim, que siempre va acompañado por un crucifijo. Ser cristianos era el único motivo por el que huían o morían. Sin embargo, los cristianos no apostataron ni renegaron de su fe para sobrevivir. El Padre Naím afirmaba orgulloso que los cristianos perseguidos de su país: «tenemos una fe muy grande porque sabemos que Dios está con nosotros».

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