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El sacro imperio romano (I)

Publicado: 28/04/2015: 6767

Carlomagno (742-814) fue una de las personalidades más brillantes de Europa en la Alta Edad Media. Cuando Carlomagno heredó la corona, el mundo cristiano occidental se encontraba en un grave peligro. Los normandos atacaban las costas occidentales, los sajones el borde oriental, las amenazas de eslavos y sajones junto con las de los mongoles ponían a la Cristiandad en una situación de incertidumbre y terror. A todo ello hay que añadir la presencia sarracena en España y en Sicilia. La inmoralidad reinante, la incultura de los clérigos, a excepción de los monjes, ponían una nota angustiosa en la Europa cristiana. 

Y es cuando aparece la figura de Carlomagno, persona de indiscutibles cualidades: excelente guerrero, de gran cultura, de fe profunda y magnífico como político y gobernante. 

Acababa de morir el papa Adriano I, gran amigo de Carlomagno. Su sucesor, León III (795-816) fue mal recibido por el patriciado romano; días después de su elección se sucedieron serios tumultos en Roma.

El nuevo papa fue apaleado y encerrado en un monasterio. Pero León III logró evadirse de su prisión
y huyó hacia Paderborn, donde se encontraba Carlomagno pidiéndole protección. Carlomagno restablece al Papa en su sede romana y éste en la noche de Navidad del 800, corona a Carlomagno como emperador, restaurando el antiguo Imperio Romano. A este Imperio se le llamó “Sacrum”, porque tenía que defender lo sagrado: la fe, la paz cristiana. “Romanum” porque nacía en Roma y vinculado al Papa. “Imperium” porque trascendía de los límites de un estado y su papel era el de unificar y pacificar a la Europa cristiana occidental.

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