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"El futuro pasa a través de la familia"

Publicado: 29/04/2010: 554

Traducción no oficial de la ponencia que el Obispo Auxiliar de Bucarest, Mons. Cornel Damian, pronunció el miércoles 28 de abril a las 16 horas en el VIII Congreso Europeo de Migraciones.

VIII Congreso europeo CCEE de Migraciones Málaga (ES), 27 abril – 1° mayo 2010

S.E. Mons. Cornel DAMIAN Obispo Auxiliar de Bucarest

La familia migrante

Me complace extender un cordial saludo a los participantes de esta reunión. Con sentimientos de respeto y afecto, les agradezco especialmente a los organizadores del encuentro que dan espacio, invitándome, a la dimensión de la migración también en el ámbito de la familia, que es un fenómeno estructural del mundo contemporáneo.

La migración: fenómeno cíclico

El Papa Benedicto XVI describe la migración como un fenómeno social cíclico que "requiere una política de cooperación internacional sólida y con visión de futuro que se debe afrontar. Esta política debe desarrollarse a partir de una estrecha cooperación entre los países de los que los que proceden los migrantes y los países de destino, y debe estar acompañada de normas internacionales capaces de armonizar los marcos legislativos diferentes, con vistas a la salvaguarda de las necesidades y derechos de las personas y las familias inmigrantes, también en los lugares de acogida de estos emigrantes. Ningún país por sí solo puede esperar hacer frente a los problemas migratorios de nuestro tiempo. Todos somos testigos de la carga de sufrimiento, dificultades y expectativas que acompañan a la migración. El fenómeno, como se conoce, es difícil de manejar;

Cuatro observaciones

Una primera observación general. Hoy en día la relación entre padres e hijos está fuertemente influenciada por las necesidades de la vida laboral y profesional.

En un segundo momento, constatamos que en las sociedades llamadas desarrolladas, y no sólo en ellas, reina un ambiente a menudo distorsionado. Priman, de hecho, el egoísmo y el deseo de satisfacción inmediata de necesidades materiales, olvidándose de los deberes de solidaridad y responsabilidad. Así que incluso la familia se entiende a menudo como "una convivencia temporal" que se puede disolver, lo que lleva a diferentes formas de convivencia, y pienso sobre todo en las familias "monoparentales" o "reconstruidas". Los migrantes también están inmersos en esta realidad, no están libres de conflictos entre marido y mujer, separaciones y divorcios, aunque, quizás, están incluso más inmersos en ellos.

La tercera observación. La familia migrante también ha sufrido cambios en los últimos tiempos. En el pasado era el padre el emigrado y era la mujer la que debía  hacer frente al cuidado de todos en casa, también a la educación de los niños. Ahora, sin embargo, con el tiempo, son las mujeres las que migran, en un porcentaje casi igual al de los hombres, o incluso más, hecho que crea un desequilibrio aún mayor.

La cuarta observación. Consultando el anuario pontificio se observa un descenso en el número de católicos después de los 90 en las diócesis de Rumania. Las razones de la disminución son muchas. Recordamos entre ellas el descenso de la natalidad, la migración de las familias, especialmente los jóvenes, la difusión de la mentalidad consumista, que incluye el aumento de familias con uno o, eventualmente, dos hijos. La migración es, a menudo, debida a razones económicas. El envejecimiento de la población también se debe a la migración de los jóvenes al extranjero.

Luces y sombras

El Papa Benedicto XVI, atendiendo las llamadas de sus predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II, hace un nuevo llamamiento a todos los inmigrantes a encontrar en la Familia de Nazaret un modelo y un ejemplo de vida migratoria de acuerdo al plan divino.

En su mensaje para la nonagésima tercera Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados en 2007, el Papa afirma que las consideraciones del Papa Pío XII en la Constitución Apostólica Exsul Familia (1952) siguen vigentes y la Familia de Nazaret en el exilio es "modelo, ejemplo y consuelo de los emigrantes y peregrinos. De hecho, el drama de José, María y el Niño Jesús, la historia reconoce la dolorosa historia de los viajeros de todos los tiempos: los migrantes, refugiados, asilados, refugiados y perseguidos "(Benedicto XVI, Mensaje 2007).

La historia se repite, y muchas familias todavía pasan por el mismo drama y los mismos problemas a que deben enfrentarse.

En el gran fenómeno de la migración, con tantos problemas, tanto en el lugar de origen como en el de destino, la familia ocupa un lugar central entre todas las estructuras y las personas implicadas. Son sólo unos pocos individuos los que entran en este flujo, pero de hecho, es la familia entera la que sufre, porque las personas están fundamentalmente ligadas a su familia. En cualquier caso, la familia siempre se ve afectada.

Los documentos más recientes, como el mensaje de Benedicto XVI y la instrucción Erga migrantes caritas Christi, nos llaman a considerar el impacto que la familia tiene sobre la migración y cómo siempre se ve afectada por ella.

Sombras

La familia, particularmente la numerosa y desestructurada, es fuente de problemas dentro de su propio país, y fuera de él, y genera la emigración, o mejor, es propiamente causa de migración.

En algunos países, como los que acaban de salir de la dictadura o los de la región de los Balcanes (sureste de Europa), por lo general la familia, preservando la tradición local, es grande y, en consecuencia, pobre y sin perspectivas de mejora de las condiciones de vida. Los padres emigran para ayudar a la familia, en general la madre es joven y se ve movida a emigrar, cayendo luego muchas veces en las manos de los traficantes de seres humanos. La pobreza, la violencia familiar, la falta de moralidad o educación adecuada, la influencia negativa de tanta gente sin empleo o que se han visto atrapados en las drogas, son algunas de las muchas  causas que hieren a la familia y de las que derivan tantas separaciones, casos de personas que terminan en la calle, padres desanimados por el futuro de sus familias, y dispuestos a dejar por un período o para siempre su propia casa, para que los miembros, hasta ese momento unidos, se vean obligados a separarse de su familia.

Las principales razones que subyacen a este fenómeno social de dimensiones alarmantes más allá de la pobreza absoluta, son las situaciones de tensión entre los padres, la conducta agresiva, la violencia moral y física, desalentadora para las mujeres como para los niños, que deben tomar una decisión terrible y dura, que es mantenerse en el camino, sin futuro ni perspectivas.

En total, viven en una precaria situación económica de insolvencia, conociendo la pobreza moral y sufriendo el impacto de la marginalidad, muchas familias participan en la migración y soportan las consecuencias que esto tiene sobre ellos y sobre la sociedad, tanto que las situaciones pesan sobre la realidad fundamental de la sociedad y producen un gran sufrimiento y confusión entre los pueblos y las naciones.

Luces

Por otro lado, hay una cosa buena, un poco de luz, como muestra el arzobispo Agostino Marchetto, en su discurso en el VI Encuentro Mundial de las Familias que se celebró en México del 13 a 18 de enero de 2009. Este fenómeno migratorio, cuando son familias enteras las que se ven movidas a viajar, permanecer juntos y llevar con ellos su riqueza, las tradiciones, la cultura y la vida natural y el poder espiritual, alimentadas siempre por motivos de fe, hacen que los migrantes sirvan de mensajeros de hermandad y de paz.

Cuando las familias que llegan encuentran un puesto de trabajo, se abren a las relaciones humanas y cristianas, y experimentan el intercambio beneficioso de dones que se convierten en una fuente de crecimiento material y espiritual, y contribuyen así a la armonía humana y el medio ambiente de fraternidad entre los hombres la tierra.

Vivir fuera o lejos de la familia representa un verdadero peligro de alienación o transformación en un “robot”, sin sentimientos, ni alegría por la vida.

La familia crea un clima feliz de relaciones interpersonales que nos llevará a descubrir el gran ambiente divino realizado en el seno divino de la Santísima Trinidad, donde la felicidad es infinita.

Cuidado especial para la familia

Dado que la familia es la célula fundamental de toda sociedad que tiene un papel tan importante para la vida y para la formación y la educación de las nuevas generaciones, y que es el ambiente normal para la maduración de las personas, es imperativo que todos los líderes civiles y la Iglesia tengan un especial cuidado de preservar, defender y promover los derechos que le garantizan un espacio de dignidad.

El documento del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes alienta: "La ratificación de los instrumentos jurídicos internacionales que garantizan los derechos de los migrantes, los refugiados y sus familias, y también ofrece en sus diversas instituciones y asociaciones competentes su  defensa, que ahora es cada vez más necesaria "(No. 6).

En el mismo documento, se encuentra el fomento de "una cooperación aún más estrecha entre los países generadores y receptores (de migración) para salvaguardar las necesidades y derechos de los migrantes individuales y las familias migrantes, y los de la sociedad a la que llegan, en el  mismo momento de la llegada. En cuanto a la posición y las iniciativas de las iglesias locales y los fieles laicos de cara a estas migraciones, el documento menciona específicamente, e invita a todos a acoger a los migrantes como hermanos y hermanas, y asegurar que sus derechos, especialmente los que afectan a la familia y su unidad, sean reconocidos y protegidos por las autoridades civiles. "

Conociendo su papel en la educación y la formación, y sabiendo que el fenómeno de la migración representa un trastorno particular, y tantas situaciones distintas de la normalidad, la familia en general requiere un especial cuidado pastoral, específica, tanto en el país de origen, como en el lugar de llegada.

En esta situación, los responsables de la pastoral general local, en los diferentes países o diócesis, son encarecidamente invitados a comprometerse en la pastoral de las familias que llegan por el fenómeno de la inmigración, sea hacia los miembros que permanecen en el país de origen, como hacia los miembros que han emigrado, estableciendo el contacto con los pastores y responsables de la pastoral del país de acogida.

Puedo decir que, en general, la colaboración con los responsables de la atención pastoral de los migrantes es bueno. No faltan los problemas relacionados con la diversidad cultural, lingüística, e incluso de rito, en el caso de los cristianos de otras confesiones distintas  del catolicismo. Especialmente estos últimos sufren por la falta de pastores preparados.

Acerca de los migrantes católicos advertimos  - desde el contacto que tenemos con sus familiares en el país de origen - que se alejan más fácilmente de la tradición familiar, y con ella también de la práctica de la fe, que finalmente los acerca más a un mayor grado de secularización.

A modo de conclusión

Quiero terminar estas reflexiones con las palabras del gran Papa Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado de 1987, expresadas sobre este problema pastoral específico para los que se encuentran en la migración:

"La pastoral familiar en la emigración no puede ser idéntica en todo tiempo y lugar. Su modo de expresión debe tener en cuenta la situación de los migrantes, el ambiente del que provienen y dónde viven, las perspectivas reales que poseen. La creatividad y el celo de los misioneros y agentes de pastoral, bajo la dirección de sus pastores, tienen aquí un extenso campo de acción, siempre en el ámbito de las conferencias episcopales y de los obispos individuales. De hecho, en la diversidad de enfoques y propuestas  nunca hay que perder la orientación común fundamental, que consiste en aplicar el plan de Dios que ha querido que el hombre y la mujer formen una sola carne (Mt 19, 6) en el vínculo del matrimonio y que  den testimonio en la familia del gran misterio de la relación entre Cristo y la Iglesia (Ef 5:32)"(Juan Pablo II, 21 de septiembre de 1986, n. 6).

Aquí, en Málaga, debemos a una misma vez descubrir y señalar, todos nosotros y todas las iglesias, que la familia, en cualquier momento, en tiempos normales y en la tormenta de la migración, sigue siendo una realidad sagrada donde Dios sigue demostrando su amor, donde la vida tiene un lugar seguro, y por ello, continúa, de hecho, confirmándose como fundamento de la sociedad y el futuro de la humanidad misma: un regalo de Dios para el mundo.

El futuro de la humanidad pasa a través de la familia.

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Texto extraído de la versión italiana y traducido por la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación Social de Málaga. 

Autor: diocesismalaga.es

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