Este confinamiento lo estoy viviendo con la dureza, o mejor dicho, con la poca costumbre que tenemos de pasar tanto tiempo en casa, pero sabiendo que es por un bien común. También con la alegría de ver el lado bueno, solidario, humano y cristiano en el comportamiento de mucha gente, en especial de los servicios sanitarios y, también con la indignación de esa minoría insensata y egoísta.

EL TRABAJO

Gracias a las tecnologías, el trabajo lo llevo mucho mejor de lo esperado antes de conocer cómo nos comportaríamos realmente. Mi trabajo, en un buen tanto por ciento, se puede resolver desde casa, tanto con el ordenador como con el teléfono, y mínimamente he tenido que salir a obras. Respecto a estas, considero que en breve se irán teniendo que cerrar, tanto por la complejidad de recibir suministro de materiales como, sobre todo, por la dificultad real de garantizar la seguridad y salud de los trabajadores, que además lleva consigo una gran implicación y responsabilidad de los técnicos directores de las obras.

Respecto a la familia, y teniendo un hijo pequeño, el cansancio puede ser más mental que real, ya que tomándose esto con ilusión y dedicación, ves que realmente somos los adultos los que nos agobiamos más. Sin duda, te das cuenta de que ellos se adaptan muchísimo mejor, yo estoy muy sorprendido de cómo ha asimilado esto mi hijo, con solo cinco años. Y mi implicación, está siendo realmente en tenerlo cada día ilusionado con actividades distintas. Hay que tomarse esto también como una oportunidad única de pasar tiempo con ellos y saberlo valorarlo.

VIDA DE FE

Respecto a la fe, veo que tenemos esa oportunidad de valorar, pensar y sentirnos más cerca de aquellos que amamos. A su vez, incluso en esto, comprobando, el lado bueno de las tecnologías, al recibir tantos mensajes de ánimo y apoyo, con valores cristianos. Muchos curas y compañeros nos envían mensajes diarios que nos ayudan en el día a día.