NoticiaEntrevistas Vicente Altaba: «¿Quién puede negar que la Iglesia es servidora de los pobres?» Vicente Altaba durante una conferencia Publicado: 16/11/2015: 13075 El lunes, 16 de noviembre, a las 19.00 horas, tuvo lugar en el salón de actos del Colegio Las Esclavas, en calle Liborio García, la conferencia del sacerdote Vicente Altaba Gargallo, delegado episcopal de Cáritas Española, que quedó pendiente de las Jornadas de Formación de Seglares hablará sobre "Iglesia, servidora de los pobres". ¿Somos de verdad Iglesia, servidora de los pobres? Yo creo que, sinceramente, que sí. A mí no me cabe ninguna duda. Basta ver todas las instituciones que la Iglesia tiene al servicio de los pobres: congregaciones religiosas dedicadas a los pobres, instituciones como Cáritas, Manos Unidas... y otro montón de instituciones católicas que prestan su servicio a los pobres. Sólo Cáritas, que es la Iglesia en el servicio organizado de la caridad, tiene casi 82.000 voluntarios, 7.000 cáritas parroquiales y más de 4.000 contratados. Es decir, ¿quién puede negar que la Iglesia es servidora de los pobres? Ahora bien, esto no quiere decir que la Iglesia sea esa Iglesia pobre y de los pobres que pide el papa Francisco. A mí me parece que, siendo verdad que hacemos mucho servicio para los pobres, la Iglesia nos está pidiendo algo más: que no sólo sirvamos a los pobres, sino que este servicio sea configurador de nuestra manera de ser y de nuestra manera de servir. Me parece que esto es muy importante: que el servicio a los pobres no sea una cosa más en la Iglesia, sino algo desde lo que la Iglesia se autocomprende a sí misma, autocomprende su misión y configura su servicio al mundo. En su libro “Iglesia, servidora de los pobres (por cierto, ilustrado por el malagueño Fano) nos desgrana la instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal para que se trabaje en las parroquias y grupos, ¿qué destacaría usted de este documento? Los dibujos son de vuestro paisano, que es un artista, y aprovecho desde aquí para agradecer ese gran servicio que ha prestado a este documento ilustrándolo de una manera tan brillante. Hay muchas cosas que se pueden destacar de ese documento, pero voy a señalar sólo algunas. Una de las primeras cosas a destacar es que es un documento que está hecho desde la realidad de los pobres, desde la realidad de los que sufren, o desde las periferias, como nos dice el Papa, es decir, no está hecho desde la doctrina, sino desde la realidad sufriente del pueblo español que ha sufrido y sigue sufriendo las consecuencias de la crisis. Otra cosa que me parece muy bonita es que este documento tiene un tono muy propositivo y esperanzador, no es un documento frío de tipo doctrinal, alejado de la realidad, sino que hace propuestas y abre caminos que quieren ser de esperanza. Por otra parte, yo diría que refleja una espiritualidad muy encarnada, porque es la espiritualidad de ojos abiertos, para ver, y oídos atentos, para escuchar, que es la clave fundamental de lo que es un servicio a los pobres tal y como Dios mismo ha manifestado en la Biblia. A partir de ahí, ofrece criterios de discernimiento muy sólidos a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y ofrece muchas propuestas de acción que son densas y que tendremos entre todos que encontrar la vía para aplicarlas a la realidad concreta. Y también me parece que el documento tiene una densa carga profética, es decir, siendo un documento propositivo y esperanzador, que no se dedica a fustigar, sí que tiene esa dimensión profética de quien denuncia cosas con mucha claridad, por ejemplo, la sumisión del hombre a la economía, denuncia también la confusión que hay también entre desarrollo económico y desarrollo social y una serie de cosas que es necesario denunciar y que el documento es capaz de hacer. En el documento se muestran propuestas esperanzadoras desde la fe, ¿son compromisos que nos hacemos como Iglesia o se quedan en el papel? Yo espero que no se queden en el papel. Pero va a ser una tarea de todos nosotros, como Iglesia, es decir, el documento es papel y el papel se deja poner todo, pero miramos el papel con un sentido práctico y operativo. El documento se titula instrucción pastoral, es decir, el documento está hecho en una clave de iluminar la acción concreta de la Iglesia en este momento histórico por lo tanto, aquí estamos implicados todos: instituciones de Iglesia, parroquias, congregaciones, movimientos, asociaciones, medios de comunicación de la Iglesia… todos estamos implicados en hacer que esto no se quede en puro papel, sino que sea lo que quiere ser, una orientación y una animación y una praxis pastoral de una acción concreta pastoral al servicio de los pobres. En poco más de un mes ponemos en marcha el Año de la Misericordia, ¿cuáles cree usted que pueden ser los signos de Misericordia que podemos ofrecer al mundo? Yo cuando hablo del Jubileo de la Misericordia lo primero que digo siempre es que, si realmente queremos ser signos de misericordia, tenemos que entrar por la puerta de la misericordia, es decir, vivir la experiencia de la misericordia. Con otras palabras, dejarnos abrazar por la misericordia del padre, experimentar la misericordia del Padre. Pablo les dice a los romanos que quien ha experimentado la misericordia de Dios, puede ser misericordioso. Para ser signos de misericordia, lo primero que tenemos que hacer es ser hombres y mujeres de profunda experiencia de la misericordia de Dios y los signos vendrán solos, pues quien se siente objeto de misericordia de Dios después no anda regateando con los demás. Y esto, en concreto, ¿qué significa? Yo diría que la misericordia este año se tendría que manifestar primero en abrir los ojos a la realidad de los que sufren, porque la misericordia es eso, el amor a los más frágiles y débiles. Para amar y servir a los más frágiles y débiles, no se puede mirar para otro lado, sino ser capaces de poner en ellos los ojos y dejar que se conmueva nuestro corazón. Esto sería lo primero: abrir los ojos y tener capacidad de conmovernos. A partir de ahí, el Papa, en la Misericordia Vultus nos recuerda las obras de misericordia, que son una síntesis de todo el servicio de la caridad de la Iglesia. Ahí tenemos infinidad de campos. Concretando aún más, yo diría que, en este momento, se nos pide en España un gran esfuerzo para buscar un desarrollo integral del ser humano, especialmente a los pobres. A veces los miramos de forma muy superficial, pensamos que les hacemos bien con cuatro ayudas puntuales y nos olvidamos de que es un sujeto con grandes capacidades de desarrollo y que está necesitando que se le ayuda a desarrollarse integralmente. Este Año nos tiene que ayudar a descubrir que cualquier servicio a los pobres no es un verdadero acto de misericordia, lo es cuando promueve el desarrollo integral de la persona y eso implica también un gran esfuerzo por superar la justicia con la misericordia. Muchas veces nos amparamos en decir si eso es justo o no es justo pero, quien ama de verdad cumple por supuesto la justicia y la supera con la misericordia. Delegado episcopal de Cáritas Española. La llegada de inmigrantes, la muerte de algunos en ese intento, la llegada de refugiados, la acogida... es uno de los temas en nuestros medios todos los días, ¿cómo está viviendo la acogida a los refugiados? En Cáritas este tema lo miramos con una triple sensibilidad. En primer lugar, lo miramos con mucha atención porque es un tema muy complejo, en el que hay muchas instituciones implicadas, entre ellas diversos países. No se trata de una emergencia, con motivo de una catástrofe natural, eso es un problema muy complejo a nivel político y por lo tanto no es un tema que se pueda analizar. En segundo lugar, miramos este tema con mucha preocupación porque evidentemente hay muchos dramas detrás y mucho dolor humano; hay muchas víctimas a las que no podemos dejar solas, lo cual nos preocupa tremendamente. Por último, la actitud de Cáritas es una actitud de gran disponibilidad a prestar el servicio que nos corresponda y en el momento en que nos corresponda, con lo cual estoy queriendo decir que tampoco queremos tener un papel protagonista, ni de primera línea, sino que entendemos nuestro servicio como subsidiario. Es decir, primero hay otras instituciones que tienen que asumir su responsabilidad y después nosotros, de manera subsidiaria, estaremos siempre dispuestos a prestar el máximo de colaboración. Un deseo para este Año de la Misericordia. No encuentro mejor frase que la del Evangelio. Aquello que dijo Jesús en la sinagoga de Nazaret: que viene a traer una buena noticia para los pobres y a proclamar un año de gracia del Señor. Los años de gracia son años en los que todo se pone un poco patas arriba, todo se reconvierte y el hombre es capaz de rehacer lo que es su propia vida en lo hondo de sí mismo y también es capaz de rehacer las relaciones sociales dañadas. Yo creo que eso es lo que haría falta: que sea un verdadero año de gracia, jubilar, como la palabra indica, que nos transfoma a nivel personal y que realmente es capaz de transformarnos también socialmente. Ponencia de D. Vicente Altaba en las Jornadas de Formación de Laicos