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La clase de Religión, un derecho incuestionable

Publicado: 29/05/2006: 2706

•   Muchos padres deciden en estos días la matriculación de sus hijos

Con el comienzo del período de matriculación de los alumnos de primaria y secundaria, vuelve a la palestra el tema de la enseñanza de la religión, que dentro de las escuelas españolas se imparte como materia optativa.

Esta asignatura responde a lo previsto en el artículo 27.3 de la Constitución: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. El Estado se compromete a garantizar este derecho, y para concretar el modo, ha firmado numerosos acuerdos con las partes implicadas, entre ellas, la Santa Sede. En este texto se establecen las condiciones para que se den las garantías suficientes de la enseñanza de la religión. Entre otras cosas, se dice que la formación religiosa católica en la escuela debe ser equiparable a cualquier materia fundamental y que el hecho de recibir o no recibir esta enseñanza no debe crear discriminación alguna en la actividad escolar.

¿Cómo se lleva esto a la práctica? ¿Qué razones hay para matricular a nuestros hijos en religión? Se lo explicamos en el siguiente artículo.

La nueva ley de Educación, la LOE, fue aprobada por las Cortes Generales y publicada en el BOE del pasado 4 de mayo suprimiendo todas las modificaciones acordadas en el Senado, que no hacían más que reflejar el desacuerdo de gran parte de la comunidad educativa con esta nueva norma. Apartir del próximo curso, comenzará su aplicación efectiva, pendiente aún de la publicación de los reglamentos que la desarrollen. Por lo que a día de hoy se desconoce cómo quedará la asignatura de religión. La delegada diocesana de enseñanza, Carmen Velasco, nos asegura que “ahora mismo es importante que las conversaciones Iglesia-Estado hagan posible que el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral se cumpla efectivamente”.

Concepción González Gómez es maestra e imparte religión en el colegio público “Julio Caro Baroja”, de enseñanza infantil y primaria, situado en Guadalmar. En este centro, el 92% de los alumnos solicitan matricularse en esta asignatura.

Ella nos explica que los contenidos de esta materia varían considerablemente, dependiendo del ciclo en el que se imparta. «Lo común a todos es enseñar a los niños que Dios es un Padre bueno que los quiere, que los ayuda y los protege siempre, para que ellos vayan descubriendo a ese Dios compañero de camino y lleno de ternura. Pero no hay que confundir la enseñanza de la religión con la catequesis. De hecho, muchos de mis alumnos no están bautizados ni tienen intención de hacer la primera comunión, pero si no hubiera religión en la escuela, quizás no escucharían nunca hablar de Dios, y los cristianos no podemos permitir eso, porque estamos convencidos del valor que esto tiene en la vida y en la educación». Concepción continúa diciendo que, para estudiar religión en la escuela, no hace falta ser católico, y que alumnos de otras confesiones religiosas se apuntan porque sus padres y ellos mismos quieren aprender los valores que se derivan del Evangelio. «En una ocasión, un padre me dijo que una persona sin cultura religiosa era una persona incompleta, y que jamás entendería el arte o la historia».

Esta maestra vive con alegría y entusiasmo su trabajo. «Los niños te enseñan continuamente. Recuerdo una niña que me dijo que Dios debía ser un artista para haber hecho un mundo tan bonito y colorearlo luego. Otra alumna, tras dos años pidiendo en casa que la apuntaran a religión, acabó pidiéndolo como regalo de cumpleaños. Y recuerdo una que quería cursar Religión, al contrario de sus padres. Un día los sentó y les dijo: “¿Vosotros creeis en Dios?” Los padres le respondieron que no, a lo que ella les contestó: “¡Pues yo creo en Dios, en la Virgen, en Jesús, en San José, en la mula y en el buey!”

Y no tuvieron más remedio que apuntarla. Los niños son una fuente de sorpresas y Dios se manifiesta a los adultos por medio de ellos». Concepción González llama, sin embargo, la atención sobre el papel de la familia en la trasmisión de valores. «Una gran mayoría de los niños pasan más tiempo en el colegio que en sus casas y, en esta realidad, la escuela está asumiendo un papel que en ocasiones sustituye al de los padres, aunque en realidad se deben complementar. Por eso es algo muy importante que los padres confíen en que eduques a sus hijos en valores. Ellos saben que la enseñanza de la religión se los da, por eso la piden. El profesor de religión es un puente entre Dios, los niños y los padres, por eso no es sólo importante lo que enseñamos sino lo que somos», dice esta maestra.

«Dios es el mayor tesoro que podemos ofrecer. Por eso recomiendo a los padres que hablen con el profesor de religión para que les muestre los contenidos y valores que su hijo va a aprender. No son pocos los padres que redescubren a Dios gracias a sus hijos».

Autor: Revista Diócesis

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