NoticiaHistoria de la Iglesia Ilustración e Iglesia (III) Historia de la Iglesia Publicado: 07/03/2017: 2424 Las consecuencias prácticas de la ideología ilustrada, en lo referente a la Iglesia Católica, son fáciles de entrever. Parten de una base: toda religión positiva, sobrenatural o revelada queda eliminada. Se acepta la religión natural; se admite la existencia de un Dios al que llegamos por la razón, pero se niega, abiertamente, su providencia (deísmo). Se rechaza todo lo que de sobrenatural contiene la Biblia: profecías, milagros, misterios… Si la religión es natural, la moral debe ser también natural. El hombre es el árbitro y señor de la moral; esta no puede ser heterónoma, sino autónoma (Kant). Las pasiones son naturales, no deben reprimirse. Son incompatibles la moral natural y la moral revelada. El rechazo al Sermón de la Montaña es manifiesto. En definitiva, se postula una moral laica que prescinde de Dios. Para los ilustrados, la pedagogía y la educación son instrumentos idóneos para reformar la sociedad y el mundo. Los colegios son necesarios y la enseñanza ha de secularizarse sustrayéndola de manos de la Iglesia. En la metodología educativa es muy importante el diálogo y debe eliminarse el estudio de la Metafísica y del Latín y, en su lugar, estudiar idiomas modernos. Menos humanidades y más matemáticas, menos religión y más física. En el siglo de las “Luces”, sus militantes defendieron como doctrina política el llamado Despotismo Ilustrado. El soberano tiene poder omnímodo sobre todo. Ha de garantizar la felicidad de sus súbditos. Estos no gozan de poderes políticos. La consigna de la época es significativa: “todo por el pueblo, pero sin el pueblo”. El Estado lo controla todo, limita toda clase de privilegios e iguala a todos los súbditos ante la ley. Históricamente ocurrió que, a fines del XVIII, terminaron por imponerse las teorías más democráticas de Montesquieu y de Rousseau y que, junto a la Revolución Francesa, pondrán fin al Antiguo Régimen, iniciándose el Liberalismo democrático del siglo XIX.