Noticia Diario de una adicta (XLIV). El programa a desarrollar Publicado: 03/02/2017: 4011 Enumero algunos de los apartados que me parecieron más significativos y que, inicialmente, fueron paradigmas donde me afianzaba para mis tares diarias. 1º.- El cerebro necesita para su trabajo dos carburantes: el oxígeno y la glucosa. Por eso el ejecutar tablas de gimnasia respiratoria, respirar aire limpio y evitar el tabaco, eran los primeros pasos. Con respecto a la glucosa y su aporte, se tenía garantizado con una dieta vegetariana: verduras, frutas, hortalizas, legumbres e hidratos de carbono, tenía que primar sobre cualquier otro tipo de alimentación y desde luego desechar los fuertes, picantes, grasas, bebidas excitantes como café, té y cocacolas, pues incluso, algunas de ellas tienen una tolerancia cruzada con diferentes tipos de drogas, y lo que se pretende es dejar al cerebro tranquilo. El sistema de alimentación, también le venía muy bien al hígado, que bastante había sufrido, y a los riñones por sus efectos diuréticos. 2º.- Prescribió un tratamiento con fármacos que protegían al cerebro y dificultaban su posible excitación. Antioxidantes cerebrales, complejos vitamínicos, dos formulas magistrales de fitoterapia y una hidratación suficiente: al menos dos litros de agua. 3.- Obligación de fijarme un horario con contenido, ofreciendo espacios para los ejercicios de relajación, lectura, estudio, trabajos en la casa y un diario reflexivo, íntimo y muy personal de mis inquietudes, movimientos afectivos y reflexiones o conclusiones. 4.- Analizar todos los días, y por escrito, los diferentes factores de riesgos familiares o personales que se presentaran; después evaluarlos y sacar las consecuencias para trabajar en el diseño de las estrategias más adecuadas para superarlo. 5.- Desde el primer debía trabajar un método de relajación corporal y mental para iniciar el control emocional. Me dejó anotada una bibliografía específica. En definitiva, tenía que ponerme unas orejeras y cumplir los objetivos hasta crear un hábito que, como segunda naturaleza, se hiciera parte de mi vida. – Paula, en todo esto, la primera espada, la auténtica protagonista, eres tú. No lo olvides- me repetía. El rumbo de mi vida empezaba a tomar una dirección muy segura, especialmente porque se encontraba arropada, dirigida y animada por mi familia y un profesional. Y con estas ilusiones el tiempo me faltaba, pero el orden y el horario me daban tal sensación de tranquilidad, que nunca me consideraba agobiada. En la siguiente sesión, el médico me orientó e insistió para que prestara más atención al estudio de las situaciones diarias que condicionaban mis estados de ánimo: dificultades, pensamiento, ideas y recuerdo que me asaltaban, siempre con los máximos detalles para ir auto conociéndome y a la vez tener la ocasión de dialogar sobre su realidad y posibles consecuencias. Fechar los escritos sería muy útil para vigilar la evolución de esas experiencias, valorar las diferencias y descubrir matices importantes. De manera suave pero persistente, me empezaba a apretar, pero yo consideraba que le tenía que hacer caso en todo, así que empiezo a escribir con fechas todos mis líos mentales.