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Diario de una adicta (XXIV). Otro club

Publicado: 03/09/2016: 3082

Aún más confundida, andando sin rumbo fijo, con mi maleta y el poco dinero que tenía, y sin valorar ninguna alternativa, me quedé sentada en el parque donde eché la noche y donde amanecí con el mismo desconcierto.

No sentía hambre, ni sed, ni necesidad de nada.

Cuando distraídamente metí las manos en los bolsillos, encontré  la tarjeta que Juan me había dado  y hacia su club me dirigí para ver qué pasaba. Estuve esperando unas cuantas horas hasta que llegó uno de los empleados y poco después apareció él, que nada más verme se acercó sonriendo con agrado, los brazos extendidos, y me abrazó con una actitud cariñosa. Fue como si se me hubiera aparecido dios, y yo me sentí reconfortada, aunque sin poder expresar una emoción evidente. Mi cara y aspecto le informó que algo me pasaba. Me hizo entrar y me invitó a café con leche y unos dulces.

-«¿Aceptas entonces el trabajo?».

Llorando le relate lo que me pasaba y mi verdadera situación actual. Inmediatamente me dijo que no me preocupara por nada y que me quedara en una de las habitaciones dobles que tenía para las chicas que trabajaban en su club, y todo el tiempo que necesitara hasta que decidiera con tranquilidad lo que yo deseaba hacer.

-«Paula, embarazada va a ser difícil que puedas trabajar aquí, porque son muchas horas de pie y el ritmo de vida tampoco lo podrás aguantar mucho tiempo. Yo te sugiero que valores la idea de abortar. De las gestiones y los gastos me encargo yo, ya después arreglaremos cuentas. Pero ¿qué vas a hacer con un niño? ¿Y cómo lo vas a criar? Lo tiene que decidir pronto, porque si pasan algunas semanas, será más complicado abortar».

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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