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La gran escisión (I)

Publicado: 21/03/2016: 6772

Cuatro grandes rupturas han ocurrido en el seno del cristianismo y, por consiguiente, de la Iglesia.

La primera tuvo lugar en los primeros siglos de la cristiandad y fue el cúmulo de herejías trinitarias, cristológicas y soteriológicas que apartaron a muchos cristianos de la verdadera fe.

La segunda, y muy grave, fue la originada por la acción del Islam, que arrebató a la Iglesia todo el norte de África, eliminando centenares de diócesis y monasterios.

La tercera ocurrió con ocasión del cisma de Focio y Cerulario, cisma que motivó la división de la Cristiandad en dos bloques diferentes y antagónicos: el latino y el griego.

La cuarta está considerada como la más grande catástrofe ocurrida en el seno del cristianismo. Tuvo lugar en el siglo XVI y fue causada por la pretendida Reforma protestante. De los 60 millones de europeos, más de un tercio abrazó las diversas confesiones reformadas. El catolicismo quedó reducido al sur de Europa.

Naciones como Inglaterra, Dinamarca, Noruega, Suecia y Holanda, territorios del Báltico, cantones suizos y numerosos estados alemanes abrazaron la nueva religión. En otros países, como Austria, Bohemia, Polonia y Hungría, aparecieron grandes núcleos protestantes. Francia osciló durante medio siglo entre catolicismo y protestantismo. Sólo Portugal, España, Italia e Irlanda permanecieron fieles al catolicismo.

Nadie puede poner en duda la gran categoría intelectual y humana de los protagonistas de esta secesión, como lo fueron Lutero, Calvino, Zwinglio, Melanchton y Carlostadio. Ellos supieron detectar los males que afligían a la Iglesia e intentaron reformarla, pero lo que hicieron fue crear una Iglesia diferente y distinta. No fueron reformadores, sino innovadores. Si a ello unimos la acción política de monarcas como Enrique VIII de Inglaterra, de su hija Isabel I, de Gustavo I Vasa de Suecia, de la actitud de la nobleza alemana y de muchos humanistas centroeuropeos, necesariamente nos explicamos la rápida difusión del protestantismo en nuestro continente.

Santiago Correa

Sacerdote Diocesano

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