NoticiaSalud «El dolor te lo llevas contigo» La niña enferma, Edvard Munch Publicado: 03/04/2015: 11520 «Asirse a la cruz y confiar en el que en ella se puso», como afirma Santa Teresa: es lo que hace Ana Lara desde que la nombraron “persona idónea” para prestar la asistencia religiosa católica en el Hospital Comarcal de Ronda. De su mano nos acercamos a la labor callada y anónima que hacen cada día muchas personas de nuestra diócesis. Como ella misma explica: «nuestra labor es visitar al enfermo y, si son personas creyentes, rezar un rato con ellos o darles la comunión. Nosotros no estamos solamente para acompañar a la persona que está en sus últimos días. Debemos visitar a todos los enfermos. Lo que ocurre es que los familiares de las personas que están en sus últimos días necesitan más calor para poder hacer ese momento lo más llevadero posible y así, sentirse acompañados y arropados, sobre todo cuando las familias son pequeñas. En esos últimos días nosotros debemos estar muy cerca de las familias, porque en muchos casos sus familiares ya no están conscientes». ASISTENCIA RELIGIOSA EN EL HOSPITAL Ana, directora de la Escuela de Teología en Ronda desde hace siete años y catequista desde hace más de 40, está casada y tiene dos hijos y dos nietos. «Nunca había trabajado en el sector sanitario. Es más, hace poco comentaba con alguien que sería incapaz de ser enfermera, y fíjate ahora. Es muy duro, porque llego a casa y tengo que intentar quitarme la bata, como quien dice, pero es muy difícil porque se te viene a la cabeza una frase, una imagen... Algunas personas me han dicho que esto se pasa con el tiempo. Yo no sé si se me pasará, pero por ahora me lo llevo a casa, y más, si hablamos de niños pequeños o embarazos, ese dolor te lo llevas contigo, pero es muy gratificante. Confiemos en que me haga un poco más fuerte y lo vaya llevando mejor. Siempre llevo a Dios en mi corazón y eso me da fuerzas. Los primeros días me dije: “¿no te habrás equivocado?”. Pero con la ayuda del Espíritu, al que siempre suelo invocar, me ha ido siendo un poquito más fácil, y voy comprendiendo que no está en mis manos, sino en las manos de Dios, que es el que mueve los hilos».