Vida Diocesana

Dios y los miserables

Publicado: 08/01/2013: 4948

La obra clásica Los Miserables, de Víctor Hugo ha sido llevada al cine, tras años de éxitos en los teatros como musical.

La historia que se narra en Los Miserables es sobrecogedora pues dibuja una sociedad en la que las injusticias sociales, el predominio de una ley humana que se desentiende del carácter de persona de los reos y cuya desproporción entre el delito y el castigo queda remarcadamente presente en la película y esto, unido a la pobreza extrema del pueblo llano, derivan en un levantamiento político de funestas consecuencias para la población.

No trato de hacer una sinopsis de la película sino sólo de señalar dos aspectos de la misma que tiene que ver con las relaciones entre la fe y la cultura.

Por un lado, el de la presencia de Dios y, por otro la imagen de la Iglesia que aparecen en la obra.

En cuanto a lo primero, es reconfortante constatar cómo Dios está presente en la vida de estas personas y, lo que es más importante, cómo éstas lo saben y le imploran ayuda y le rezan y no le culpan de sus problemas sino que se acogen a Él, caminan hacia Él y esto les da fuerzas para ayudar, a su vez, a otras personas en situación de necesidad. Dios está al lado, o por mejor decir, dentro de cada ser humano, sustentándolo y alentándolo en su vida, con independencia de las injusticias que sufra, porque Dios es el destino de cada uno y el fin deseado por los moribundos.

Expresiones como "si Dios existiera no permitiría..." no tienen cabida en esta visión de Dios. El autor de Los Miserables lo que plantea es algo así como: "Dios existe, se compadece del pobre y del necesitado y detesta las injusticias pero ha hecho libre a la humanidad y cada decisión personal tiene sus consecuencias".

Varios de los personajes de la película se plantean qué hacer, qué decisión tomar en aquellas cuestiones difíciles de decidir porque las consecuencias de la elección de la conducta tendrá influencias significativas en sus vidas. Es destacable la honradez del protagonista que decide el comportamiento buscando la verdad y no en función de sus intereses personales. Además, decide ayudar a otros en situaciones graves, por lo que solicita tiempo al Inspector de Policía, ya que deberá ingresar en prisión, pero antes se ve interpelado a salvar a seres cercanos en situaciones graves, es decir, que no rehuye el castigo pero no se escuda en su situación personal para desentenderse de su caridad para con el prójimo, en un acopio de valentía y generosidad difícilmente superables.

Por otro lado, decía arriba, la imagen de la Iglesia que aparece en esta película. Aunque la realizan personas concretas, responde a una acción colectiva que se basa en los valores evangélicos de ayudar a los pobres y a los necesitados, primando la misericordia de Dios a la mera justicia humana, como se refleja en la actitud del obispo y de la comunidad de religiosas que ayudan al protagonista que era un ladrón y un convicto fugado de la justicia pero al que los religiosos encuentran en situación de necesidad y no dudan en ayudar.

La visión de los miembros de la Iglesia sobre las personas, como se expresa en la obra citada, se adentra en el proyecto que Dios tiene para cada uno, por encima de errores/pecados/delitos personales. Dios sabe perdonar y ofrecer nuevas oportunidades. Es experto en recuperar a personas, en sanar almas, en revificar lo que estaba a punto de perecer y también sus seguidores saben tender puentes de caridad a aquellos que más lo precisan, poniendo en valor lo realmente importante en las personas, su alma, por encima de comportamientos erróneos o mejorables.

 

Autor: Esperanza Sanabria Chamizo


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