NoticiaTestimonios El pelo más corto y la sonrisa más larga Esther Luque Publicado: 10/02/2020: 12119 La periodista Esther Luque comparte su testimonio tras superar el cáncer en dos ocasiones, con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo que la Iglesia católica celebra el 11 de febrero. «La única manera de superar el sufrimiento y de convertirlo aún en alegría es por tanto encontrarle un sentido» El célebre escritor ruso Fiodor Dostoyevski en su obra "Los Hermanos Karamazov" pone en labios del monje ortodoxo Zossima, en una celda oscura de un monasterio, un sabio consejo dirigido a Aliosha, el menor de los hermanos, en el cual se resume gran parte de su testamento espiritual: "Busca tu felicidad en las lágrimas". No es fácil digerir esa frase desde el punto de vista humano, pero intentaré explicarles humildemente y desde mi propia experiencia cómo en la adversidad, a veces, se puede encontrar la felicidad. Y digo a veces porque sigo teniendo días tristes y duros, días que hay que trabajar a pico y pala. Con esto lo que les quiero decir es que no tengo la fórmula mágica para ser feliz en las lágrimas, pero creo que me han señalado el camino. De mí depende tomarlo o dejarlo. Cuando era pequeña y pensaba en cosas que me podrían pasar de mayor se me ocurrían muchas, pero nunca pensé en la enfermedad. No estaba en mis planes. Pero la vida te da sorpresas. Nos la pasamos preocupándonos por el futuro, como si saberlo de antemano pudiera suavizar el golpe y cuando por fin se revela, el futuro nunca es como lo habíamos imaginado. Si tuviera que resumir mis últimos nueve años en pocas palabras diría: un diagnóstico de cáncer de piel, la muerte de mis padres y un nuevo diagnóstico de cáncer, en este caso de mama y por este orden. 'Qué triste', pensarán ustedes, 'qué mala suerte la de esta muchacha'. Pues según como se mire, porque también han pasado cosas maravillosas en mi vida profesional y personal. Es verdad que los acontecimientos negativos pueden marcar una vida y provocar mucho dolor físico y psíquico, sin duda, pero es necesario comprender y asumir que dejarse llevar por la tristeza y la desesperanza solo nos conduce al sin sentido y a la destrucción de nosotros mismos. Así que solo tenía una salida: dar sentido al sufrimiento. Pero ¿cómo convertir en aliado algo que provoca tanto dolor? Me di cuenta de que rebelándome contra la enfermedad y sus consecuencias me destruía por dentro. Cuando la enfermedad atrapa y hunde en la desesperanza, entonces ese alivio que andamos buscando nunca llega y naufragamos una y otra vez. Y es que el sentido del dolor y del sufrimiento humano es uno de los desafíos más complejos de las personas. Así que por lo pronto he comprendido que lo primero que debo hacer es conjugar el verbo aceptar, uno de los verbos más poderosos que he conocido. Aceptar abre la puerta a la liberación, a la comprensión, a la paz, al perdón y al amor. En segundo lugar quiero creer que en el plano espiritual de la persona está la esencia. Soy creyente y no dejo de pensar que la mente reflexiva no puede penetrar ni entender los misterios de la creación de la vida y que quizá todo esto sea necesario para mi crecimiento ético y espiritual. Y aquí está la clave, todos estamos llamados a la plenitud de la vida que va más allá de la existencia terrenal. Y en tercer lugar le tengo que dar sentido a mi sufrimiento y a mi enfermedad por los demás. Familia, amigos y compañeros me esperan cada día ahí fuera. Es alucinante la ola de cariño que me llevo de tantas personas. Puedo asegurar que durante mis dos bajas por culpa del cáncer no he tenido tiempo para el aburrimiento en este encierro obligatorio. La enfermedad genera una red de apoyo tan grande hacia quien la padece que, si de ello dependiera la curación, seguro que el 90% de los pacientes se curaría. La enfermedad es dura, sí, pero en mi caso puedo decir que he tenido suerte. He superado dos cánceres. Me siento viva, quiero y me quieren. La vida aquí en la tierra da terceras oportunidades y estoy a punto de volver a la normalidad porque la rutina es estupenda. Todo lo que nos pase depende de cómo queramos vivirlo. La única manera de superar el sufrimiento y de convertirlo aún en alegría es por tanto encontrarle un sentido. Tengo que devolver todo lo que me han dado en mis días más oscuros, por eso aunque tengo el pelo más corto, también tengo la sonrisa más larga. Ahí fuera me están esperando. Esther Luque