NoticiaActualidad Mons. García Beltrán: «Menos hablar de sinodalidad y más ponerla en práctica» Publicado: 13/09/2021: 12824 La sinodalidad, la comunicación de la Iglesia, el cuidado de la Misa y las relaciones Iglesia-Estado, son algunas de las cuestiones de las que habló Mons. Ginés García Beltrán, Obispo de Getafe, (Lorca, Murcia. 1961) a su paso por Málaga durante el encuentro de familias, “El Familión” celebrado en la Casa Diocesana. El Papa Benedicto XVI lo nombró Obispo de Guadix en 2009, y el Papa Francisco Obispo de Getafe en 2018, ¿Cómo lleva vivir fuera de Andalucía? Hace ya casi tres años que llegué a Getafe con mucha ilusión, aunque también con añoranza en el corazón, porque había pasado casi toda mi vida en el sur, donde me he sentido muy querido. Pero lo bonito de la Iglesia Católica es que allí donde vas es tu casa y por más diferencias que haya es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Getafe es una diócesis muy populosa con casi dos millones de habitantes, ya que abarca todo el sur de Madrid. Es una diócesis muy joven, donde hay muchas familias jóvenes con hijos y lo bonito de estos encuentros es que hay historias preciosas, un ejemplo es una pareja se conoció aquí, acaba de casarse y viene por primera vez como matrimonio. Estos días se habla mucho de Iglesia Sinodal ¿cree que se practica la Sinodalidad? Ya lo dice un santo padre del siglo IV, sínodo es nombre de la Iglesia, la iglesia es sinodal porque es un pueblo que camina unido. Estoy convencido de que tenemos que hablar menos de sinodalidad y más ponerla en práctica. No se trata de ver quién tiene el poder, sino todo lo contrario, la sinodalidad hay que plantearla en clave de servicio, y preguntarnos cómo servimos mejor. Una Iglesia sinodal es una Iglesia unida, donde todos por el bautismo somos iguales y cada uno tiene su propia misión y su propia vocación. En nuestras parroquias, por ejemplo, debemos intentar tener un espíritu y una estructura sinodal, donde los laicos importen, donde no dejemos todo el peso a los curas o a los obispos. Son muy importantes en las parroquias los consejos de pastoral, económicos, los grupos de catequistas, de Cáritas, donde se vive y se expresa la sinodalidad. No debemos hacer de ella un concepto tan elevado que nunca vayamos a ser sínodo, sino vivirla en lo sencillo de cada día, empezando, no por reivindicar nada, sino por sentirnos corresponsables en la vida de mi Iglesia. Es miembro de la Secretaría para la Comunicación de la Santa Sede desde 2016 ¿Cómo ve la Iglesia Española? ¿Sabe comunicar? Yo creo que la Iglesia sí sabe comunicar porque evangelizar es comunicar, podríamos hacerlo mejor indudablemente. Es cierto que muchas veces nos cuesta trabajo incorporarnos a los retos de la nueva comunicación, como las redes sociales, pero creo que en ese sentido la Iglesia ha avanzado muchísimo. En estos últimos 12 años en los que soy obispo he visto un cambio sustancial en la comunicación de la Iglesia, y de las diócesis. Hoy comunicamos mejor y una clave importante es la incorporación de laicos con un perfil eclesial muy bueno que están dando a la comunicación de la Iglesia un tono muy bueno y cercano al hombre de hoy. Siempre recuerdo que cuando llegué a la Conferencia Episcopal, casi todos los delegados de Medios de Comunicación eran sacerdotes que estaban allí por obediencia a sus obispos. Hoy, cuando vas a las reuniones de delegados de Medios de las diócesis de España, que se celebra cada año en Madrid, encuentras numerosas mujeres profesionales con un perfil eclesial mejor que bueno y eso es muy importante, por lo que creo que hemos avanzado bastante. Aunque es verdad que nos queda mucho. También hay que evitar la tentación de competir con la comunicación tal y como la vive y la piensa el mundo. Nosotros tenemos que comunicar también con ese: "ven y verás", es decir, con el testimonio. ¿Cree que se cuida la celebración de la Misa en nuestras comunidades parroquiales? En general sí, es verdad que la mayoría de los que se dicen católicos no van a Misa y no se entiende un católico sin Misa. Me gusta poner siempre el mismo ejemplo: “vas a dejar de comer y yo el año que viene vengo a ver que tal ha ido la experiencia”. Lógicamente todo el mundo contesta: “me habría muerto”, y eso es lo que pasa cuando un cristiano no se alimenta de Jesucristo. La Eucaristía es Cristo. Debemos cuidar nuestras celebraciones, el canto, la homilía y al mismo tiempo poner la Eucaristía en el centro, adorarla y que se haga realidad en la caridad porque, si no, qué sentido tiene. Creo que tenemos que hacer una pastoral de domingo, como ya dijo san Juan Pablo II, hacer que la gente vuelva a Misa. Hoy lo tenemos más complicado todavía, porque mucha gente después de la pandemia se ha acostumbrado a verla por televisión, pero no es lo mismo, hay personas que no pueden ir por salud, pero la Misa es presencial, por tanto, el futuro de la Iglesia está en el cuidado de la Eucaristía, y aunque la cuidamos, podemos cuidarla más. Usted está en Madrid ¿Qué opina de la relación de la Iglesia con el gobierno? Creo que siempre ha tenido sus puntos de encuentro y desencuentro, y en este momento el gobierno ve la Iglesia desde una perspectiva en la que tantas veces la Iglesia no se siente identificada. La iglesia no reivindica ningún privilegio, pero tampoco quiere que se margine a una parte muy importante de los españoles, porque el anuncio del Evangelio tiene una parte de anuncio y otra de denuncia. Por tanto, sabemos que siempre con los gobiernos va haber puntos de fricción en lo que hace referencia a la vida que comienza en el momento de la concepción y termina en el momento de la muerte natural; o con la defensa del derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos, porque la educación de un niño no solo está en adquirir conocimientos sino en crecer como hombre, y aquí entra la educación en Religión; o defender el derecho de los más pobres, de los inmigrantes... y tantos puntos diferentes que tenemos no solo con el Estado sino con la cultura de los países occidentales que se está imponiendo, y que no responde al Evangelio. Todo ello, supone que a veces las relaciones son más conflictivas, porque la Iglesia no quiere privilegios, sino ser aceptada como una voz más, ya que la libertad religiosa consiste no solo en que me dejen creer, sino en que me dejen vivir según creo. Y en este marco, es en el que hay que entender las relaciones Iglesia-Estado y ahí está toda la doctrina social de la Iglesia para mostrar lo que nosotros reivindicamos y lo que pedimos, por lo que según el gobierno de turno habrá mayor o menor fricción, pero lo importante es que nunca se cierren los puentes de diálogo.