Si queremos, si nos atrevemos, si nuestro corazón no se ha pervertido, no queda más que rendirnos a la evidencia: #DiosNuncaNosDejaSolos. Y si no que se lo pregunten al resto de Israel; que se lo pregunten al grupo apostólico. Y si no, que se lo pregunten a una infinidad de hombres y mujeres que, a lo largo de la historia de la Iglesia pueden certificar que nunca, nunca, incluso en los momentos más duros de su vida, han sentido el desamparo del huérfano. Y si no, que se lo pregunten a tantas mujeres y hombres buenos que han sentido el amparo y la fuerza en el momento del testimonio radical. Ellos pueden asegurar que nunca, nunca Dios los dejó solos.

“Os enviaré otro Paráclito…” Siempre me ha llamado la atención lo de ‘otro’. ¿Es que nos olvidamos que la antorcha ya estaba encendida con Jesucristo? ¿Es que dudamos que desde el origen de los tiempos la antorcha de la salvación está encendida y que nunca se ha apagado? Son, estamos, en los tiempos del Espíritu. Espíritu Santo, veraz, prometido, bálsamo, fuerza. “Os enviaré otro Paráclito” que irá construyendo junto a vosotros la vida de la Iglesia, que es lo mismo que decir, vuestra vida creyente, vuestra vida fraterna y vuestra vida apostólica. “Os enviaré otro Paráclito” que os ayudará a ser fecundos en medio de la Iglesia y en medio del mundo. Para ti, Señor, mi aplauso. Ya es viral, Señor, tú lo sabes.