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Santa María Madre de Dios (Catedral-Málaga)

Publicado: 01/01/2020: 4641

Homilía pronunciada por el obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la solemnidad de Santa María Madre de Dios, Jornada Mundial por la Paz, el 1 de enero de 2020, en la Catedral de Málaga.

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

(Catedral-Málaga, 1 enero 2020)

Lecturas: Nm 6, 22-27; Sal 66, 2-8; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21.

Santa María, Madre de esperanza

1.- En este primer día del año la Iglesia celebra la Maternidad de Santa María, que trajo al mundo al Hijo de Dios; por eso María es llamada “Madre de Dios”. Éste es el título más importante y fundamental de Santa María.

En este mismo día se celebra la Jornada Mundial por la Paz. En el libro de los Números hemos escuchado que el Señor reveló a Moisés la fórmula de la bendición para los hijos de Israel: «El Señor te bendiga y te proteja; ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz» (Nm 6, 24-26).

Éstas son palabras reveladas que tienen gran fuerza y van cargadas de esperanza; pero no de una esperanza ilusoria, basada en frágiles promesas humanas; ni tampoco son una esperanza ingenua, que imagina un futuro mejor sólo porque es futuro.

Esta esperanza tiene su fundamento en la bendición de Dios; una bendición que contiene la voluntad salvadora de Dios y el deseo de la Iglesia para todas las personas; una bendición impregnada de la providencia amorosa del Señor. Cuando auguramos un “Feliz Año Nuevo” no lo sometemos a la suerte, sino que lo ponemos bajo la bendición de Dios, que nos ama más que nadie y cuya providencia es infinita.

El contenido de esta bendición se ha realizado plenamente en una mujer, María, por haber sido destinada a ser la “Madre de Dios”; título principal y esencial de la Virgen María, que expresa su misión en la historia de la humanidad; título que el pueblo fiel cristiano ha experimentado siempre en su filial y genuina devoción por nuestra Madre celestial.

María es Madre de esperanza, porque en ella se ha cumplido, antes que en ninguna otra criatura, la bendición agraciada y salvadora de Dios a la humanidad.

2.- El lema de este año para la Jornada por la Paz es: “La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”. Del mensaje del papa Francisco recogemos algunos puntos, que nos pueden ayudar a profundizar en la necesidad de un camino esperanzado de fraternidad.

“La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad (…). En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables” (Papa Francisco, Mensaje para la Jornada por la Paz 2020, 1).

La historia de la humanidad es testigo de guerras, destrucciones, obstáculos y dificultades en la relación entre los pueblos, que suelen afectar especialmente a los más pobres y desfavorecidos.

Como dice el Papa: “Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia” (Ibid.).

Queridos hermanos, la estabilidad y la paz en el mundo no pueden mantenerse mediante el miedo, la aniquilación del otro, la amenaza de cualquier tipo, la indiferencia, la toma de decisiones que profundiza la brecha de las desigualdades entre las personas, y tampoco el abuso de la naturaleza.

“Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto” (Ibid.).

3.- La verdadera paz proviene de la escucha y de la memoria agradecida. Hemos de saber escuchar el grito de los pobres, de los indefensos, de los maltratados, de los migrantes, de los despreciados, de los que no cuentan en nuestra sociedad del bienestar.

Hemos de escuchar también la historia y los relatos de las abominaciones cometidas por nuestros antepasados, para no repetirlas jamás. La verdadera memoria histórica es un auténtico horizonte de esperanza; por eso no vale cualquier memoria histórica, sobre todo si es fruto de alguna ideología.

El recuerdo agradecido de gestos de solidaridad y fraternidad puede inspirar opciones valientes y reavivar una nueva esperanza. Como dice el papa Francisco: “En nuestra experiencia cristiana, recordamos constantemente a Cristo, quien dio su vida por nuestra reconciliación (cf. Rm 5,6-11). La Iglesia participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas” (Ibid., 2).

4.- La verdadera paz proviene de la solidaridad y de la fraternidad. San Pablo, en su carta a los Gálatas, nos ha recordado que «cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial» (Gal 4, 4-5).

Todos somos hijos de Dios por adopción, porque «Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!» (Gal 4, 6). Ello nos convierte en hermanos entre nosotros e hijos de la misma Madre Santísima, Madre de Dios.

Estamos llamados a vivir la fraternidad y la reconciliación, reconociéndonos como verdaderos hermanos; y ello nos ayudará a ser hombres de paz, a ser promotores de paz.

Santa María, Madre de Dios y Madre de esperanza, nos anima a trabajar incansablemente por la paz.

¡Que el Señor os bendiga, os conceda su paz y os llene de su gracia divina en este nuevo año 2020, que comenzamos!

¡Feliz Año Nuevo con la protección de Santa María, Madre del Hijo de Dios y madre de nuestra esperanza! Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. Amén.

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