NoticiaSantos Álora acoge la apertura de la causa de canonización de la Señorita Laura La Señorita Laura Aguirre en día en que recibió por primera vez la Comunión Publicado: 26/08/2024: 4684 4 septiembre El 4 de septiembre, a las 19.00 horas, la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, en Álora, acogió el acto de apertura de la Causa de Beatificación de la Sierva de Dios Laura Aguirre Hilla (Señorita Laura), que estuvo presidido por el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá. Con este motivo, el postulador de la causa de Laura Aguirre, Tomás Salas, nos recuerda algunos hitos de la vida de esta futura santa malagueña. Imágenes de la señorita Laura, futura santa malagueña × TESTIMONIOS. Tomás Salas, postulador de la causa de la Señorita Laura Una causa que se abrió pocos años después de su muerte. Así es. Laura Aguirre murió el 31 de diciembre de 1986. El mismo día, 36 años antes, fundó con niñas y su inseparable colaboradora Ángeles Medina, la Providencia Parroquial Virgen de Flores en el humilde bajo de una casa cercana a la parroquia. ¿Casualidad o causalidad? La causalidad, en la vida de Laura Aguirre, tiene nombre propio: Providencia. 33 años después, el Obispo de Málaga permitió que se iniciase la fase diocesana y provisional de su causa de beatificación. 33 años es un periodo breve en la vida de la Iglesia, incluso en este tiempo en que todo se acelera. Hay causas que tardan decenios, incluso siglos en ponerse en marcha. ¿Por qué es tan querida la Señorita Laura? Es una buena pregunta: ¿qué tenía esta laica malagueña, discreta, elegante, educada, que decidió quedarse la segunda mitad de su vida en un pueblo rural, después de haber corrido mucho mundo, y dedicarse a atender a las niñas necesitadas? Hay una cosa que los que nos dedicamos a estos temas llamamos “percepción de santidad”. La gente percibe en alguien que es distinto, que no sólo es una buena persona o un buen cristiano, sino algo más. ¿Qué más? Pues es un misterio que se percibe y, sin embargo, es difícil expresar con palabras. Mucha gente que conoció a Laura Aguirre (la Señorita Laura, como se la llama en Álora) percibió ese carisma especial; y eso ocurrió en personas que la trataron profundamente pero también en algunos que la conocieron ocasionalmente. En realidad Laura Aguirre no hizo nada espectacular. Cuidaba a sus niñas, estaba pendiente de todo como una madre; atendía a los más necesitados del pueblo. Todo lo hizo con calma y yo diría que con elegancia. Pocas veces se le vio emocionada o desesperada. Esa es la primera causa que apunto: es un modelo de santidad en la vida ordinaria, en el quehacer cotidiano. Saludar cariñosamente a un vecino, acudir a los enfermos, a los difuntos, estar pendiente de dar la medicina a una de sus niñas a media noche, tener un detalle con aquellos que le rodean (su médico de los últimos años, D. Diego Núñez, cuenta cómo cada vez que la visitaba tenía que salir con un pequeño regalo, un fruta, unas flores para su mujer…). Los testimonios han sido cruciales en su proceso de canonización, ¿no es así? Eso es. La segunda causa que yo apuntaría es que esta aparente normalidad se vive, en el fondo, con un esfuerzo heroico, con una voluntad de hierro para vencer dificultades. Tenemos testimonios de cómo comía a veces las migas de pan que dejaban las niñas o la fruta más pocha que ya nadie aprovechaba. Recorría los campos de Álora con un borriquillo pidiendo ayuda en las casas rurales. Vivía y vestía con tan sobriedad, que es famosa la anécdota de que un señor del pueblo le dio dinero para comprarse unos zapatos, cuando vio que ella llevaba los suyos con cartones a modo de suela. Todo esto no se hace sin una profunda vida espiritual. No es suficiente la voluntad, ni el carisma, ni la inteligencia. Hacer falta honda vida de oración, amor a la Eucaristía, vida sacramental. Después de un día de trabajo agotador, se pasaba la noche rezando. Sin contemplación no hay acción. Contemplari et comtemplata allii tradere (Santo Tomás). Ante cualquier problema (y su vida fue una continua cadena de ellos) lo primero es rezar. Esta es la tercera causa. Por último, la cuarta es que su vida fue una continua prueba de dificultades. En Álora cambió varias veces de casas, siempre con grandes deficiencias. Cuando consigue un edificio acondicionado a sus necesidades, el cardenal Herrera decide dedicarlo a la Escuela de Magisterio Rural. Pudo disfrutar de una casa nueva prácticamente al final de su vida y este bienestar se le complica cuando, con más de 80 años, edad en la que no se está para muchas novedades, se comienza en la casa a atender a ancianos. Al final de su vida continúa con sus dos primeras colaboradoras, Socorro Sánchez y Ángeles Medina. Casi 40 años después sigue en el punto de partida. Tres ancianas al frente de una casa con niñas y ancianos. Sin embargo, ella escribe: “Seguimos rezando para que el Señor nos envíe vocaciones”. Esto no lo escribe una joven fundadora, sino una anciana que tiene la muerte ya cercana. Más sobre la Señorita Laura aquí ×