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Saludo del Obispo a la Cofradía de los Estudiantes (Málaga)

Publicado: 29/03/2021: 11730

Saludo del Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita a la Casa Hermandad de la Cofradía de Estudiantes, Hermandad del Santo Cristo Coronado de Espinas y NªSª de Gracia y Esperanza, el 29 de marzo de 2021.

SALUDO DEL OBISPO

A LA COFRADÍA DE LOS ESTUDIANTES

Hermandad del Santo Cristo Coronado de Espinas

y NªSª de Gracia y Esperanza

(Málaga, 29 marzo 2021)

Jesucristo, manifestación del amor de Dios

Nos ha hecho bien escuchar las palabras del Pregón del 75 Aniversario, que nos han recordado los avatares de la Cofradía de Estudiantes y las distintas sedes por donde pasó desde los primeros años. Mientras leía el pregonero, D. Antonio Peláez, imaginaba las escenas, llenas de vida y de ilusión. Todo es motivo de acción de gracias a Dios, que nos ha permitido realizar en cada momento la tarea que nos asignaba.

Deseo felicitar y agradecer a los cofrades el esfuerzo, la creatividad y la generosidad con que habéis trabajado en estos años, sobre todo en los momentos de mayor crisis económica, donde no ha faltado la ayuda a los más necesitados.

Esta tarde queremos recrear el ambiente de la Plaza del Obispo, aunque estemos en la Casa-Hermandad. Podemos imaginar cómo los hombres de trono mecen los Sagrados titulares y los levantan a brazo al ritmo de los acordes musicales y los toques de campana.

También este año vivimos la Semana Santa de una manera muy especial por causa de la pandemia. Pero, al menos, podemos reunirnos presencialmente y rezar ante las imágenes de los Sagrados titulares del Cristo Coronado de Espinas y de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza. Somos capaces de imaginar la escena y la multitud de gente que llena la Plaza, contemplando y rezando ante las imágenes.

Mirando a Jesús en su pasión nos sentimos amados por Dios, porque Jesucristo revela el amor misericordioso de Dios. Como enseña el papa san Juan Pablo II en su encíclica Dives in Misericordia: “Hacer presente al Padre en cuanto amor y misericordia es, en la conciencia de Cristo mismo, la prueba fundamental de su misión de Mesías” (n. 3).

Una misión de gracia y salvación, que libera y redime al ser humano de las cadenas que lo atan al mal y a las tinieblas; una misión que transforma nuestro corazón, haciéndolo capaz de participar de su amorosa entrega; una misión de gracia, que ofrece la filiación divina en el bautismo; una misión que concede el perdón del pecado en el sacramento de la penitencia.

La pasión y muerte de Cristo es la respuesta de Dios al misterio de la iniquidad y del pecado. La cruz de Cristo es el signo de la misericordia divina, el triunfo del amor de Dios. Jesús nos redimió misericordiosamente con el ofrecimiento libre de su vida al Padre sobre el ara de la cruz.

De esta manera se esclarece el sufrimiento físico, moral, y espiritual del ser humano. Desde la cruz todas las plagas y sufrimientos del hombre se convierten para el creyente en Cristo en experiencias purificadoras. La enfermedad, el dolor, el hambre, la guerra, la pandemia, la injusticia, la soledad, la falta de sentido de la vida, la fragilidad de la existencia humana, el doloroso conocimiento del pecado, la aparente ausencia de Dios, la muerte temporal, que podemos llamar “noche de la fe”, se esclarecen a la luz de la cruz de Cristo.

Ante la imagen del Santo Cristo Coronado de Espinas pedimos a Dios que ilumine nuestras penas y sufrimientos. ¿Cómo quejarnos al contemplar a Cristo en su pasión, agonía y muerte?

Suplicamos la intercesión maternal de la Virgen, NªSª de Gracia y Esperanza, para que nos acompañe en las penalidades de la vida y reanime nuestra esperanza de participar con Ella en la vida eterna.

Recemos juntos ante la imagen de Cristo el Padrenuestro, que nos enseñó el Maestro. Y rezamos el Ave María contemplando la imagen de la Virgen Santísima

El Señor esté con vosotros…

Y la bendición de Dios, todopoderoso…

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