Aunque tradicionalmente muchas personas siguen celebrando el día de los Dolores el viernes previo al arranque de la Semana Santa, litúrgicamente se celebra hoy 15 de septiembre.

Esta fiesta remite a los siete dolores de la Virgen María; dolores que tipifica la tradición piadosa en base a los datos evangélicos. Por orden son estos: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida de Jesús cuando tenía doce años en el Templo de Jerusalén, el encuentro con su hijo en la calle de la Amargura, la crucifixión y muerte sucedidas en el Calvario, el descendimiento y, por último, la sepultura.

Pero, en realidad fueron muchos más. Los siete dolores enumerados son solo hechos clave que marcan de modo especial su itinerario de dolor; pero fueron muchos más. Quizá el número siete tenga, en este caso un cierto sabor bíblico que indica plenitud.

La devoción a los dolores de María fue ampliamente difundida por los Servitas, fundados en el siglo XIII por siete varones florentinos. Felipe Benicio, superior general de la Orden, extendió la devoción del hábito de la Virgen Dolorosa y su escapulario. Llegó a ser fiesta religiosa –fijada para el 15 de septiembre– ya en tiempos de Pío VII, en recuerdo de sus propios sufrimientos durante la cautividad napoleónica.