Noticia Jesús, resucitado Noli me tangere, Giotto Publicado: 05/04/2015: 10604 Por Rosario Marín Empezamos a celebrar la Pascua lo antes posible, desde la vigilia. En la oscuridad de la noche surge la Luz, comenzando el día más grande, la fiesta más luminosa y más alegre para todos los cristianos. Resuenan en nosotros las palabras que escucharon las primeras mujeres que se acercaban de madrugada al sepulcro: «No está aquí. Ha resucitado». En nuestro interior se mueve también alguna losa, alguna piedra, y nos traspasa el gozo de la fe. «Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará», nos dice Teresa. Vivimos en Pascua cincuenta días para que la experiencia del Resucitado llegue a arraigar en cada esquina de nuestra vida y de nuestra Iglesia. Hoy quizá más que nunca, tenemos el compromiso de ofrecer al mundo esta alegría pascual profunda, para vencer el desánimo y el desaliento, para tener y dar fuerzas, para seguir luchando por transformar la realidad y hacerla más humana. Como descubrieron los de Emaús, sabemos que Jesús camina con nosotros y podemos dejar atrás, con su ayuda, los miedos y la cobardía que a veces anidan en nuestro interior. El Resucitado nos rehabilita y nos renueva, nos da libertad y esa capacidad de riesgo que, como los discípulos, necesitamos para anunciar el Evangelio. Podemos decir con palabras de Teresa «Juntos andemos Señor; por donde pasáreis tengo de pasar». Santa Teresa recibió la gracia de sentir la presencia de Cristo vivo, a su lado, como nos cuenta reiteradamente en sus escritos. Ella, que le trataba asiduamente como amigo, nos invita a buscar ese encuentro: «Quién nos quita estar con Él después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento, adonde ya está glorificado...?». Y a desear su amistad: «Bendito sea Él que siempre es verdadero amigo cuando queremos su amistad».