DiócesisSemblanzas Semblanza de Modesto Martínez Remiro Publicado: 30/01/2007: 2527 Sacerdote diocesano de Sigüenza-Guadalajara, en Málaga desde 1974 ¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Lc 12,42-43 Con estas palabras el evangelista Lucas habla en su parábola del Adminis-trador Fiel. Con estas palabras podemos resumir muy adecuadamente lo que han sido los 73 años de ministerio sacerdotal de nuestro hermano D. Modesto Martínez Remiro. Con 98 años de edad, acercándose ya a los 99, que los haría el próximo 7 de julio, ha entregado definitivamente su vida al Señor este benemérito sacerdote. Su vida ha sido vivir desde Dios, para Dios y para la gente. Muy amante de lo que dice su mismo nombre: ser modesto, y ahí atento siempre a los demás, sirviendo en toda ocasión. Don Modesto nació en 1908, en Molina de Aragón, provincia de Guadalajara, en una familia de 3 hermanos (dos hermanas y él). Familia donde el vivir muchos años era una habitual gracia de Dios: sus tíos murieron con 97 años, su madre con 94, él, como indicaba antes, a las puertas de los 99. De pequeño estudió en el Seminario de Sigüenza. Ordenado sacerdote en junio de 1933, en aquellos años difíciles, comenzó su ministerio sacerdotal en La Yunta, pasando luego a Terzaga y posteriormente a Peralajos de las Truchas junto con otros varios pueblos de la serranía del Alto Tajo. Pueblos que atendió con la solicitud del buen pastor, hubiera extremo calor, tormentas o nevadas: andando primero, luego con bicicleta y más adelante con moto, Don Modesto no dejaba jamás una parroquia sin la Eucaristía aunque allí hubiera sólo dos o tres personas. Al poco tiempo comenzó la guerra civil, el frente del Ebro estaba muy cerca, la situación se hacía cada vez más dura, persecución a tantos sacerdotes y a tantas otras personas. Don Modesto era bien querido por sus feligreses: en el pueblo de La Yunta, una de sus parroquias, en varias de las ocasiones más complicadas los mismos fieles le escondieron en un pajar y lo enterraban en paja hasta ver pasado el peligro. Años más tarde sus hermanas vivían en Málaga. Venía él en ocasiones a visitarlas y pasar unos días en familia. En esas jornadas colaboraba con Don Francisco Acevedo en la parroquia de San Patricio, quien fue conociéndolo bien y queriéndolo cada vez más. El obispo de Sigüenza, Don Laureano Castán Lacoma, de joven sacerdote, había sido compañero de estudios de nuestro paisano Don José Luna, en Roma. Al volver de allá, por razones de la guerra, no podía aún entrar en su tierra, Cataluña, y se vino a Málaga con Don José Luna; aquí fue superior y profesor en nuestro Seminario por un tiempo. Don Francisco Acevedo hizo amistad con él. Aprovechando esa amistad, Don Francisco, conociendo ya muy bien a Don Modesto, y de acuerdo con nuestro Obispo entonces, le pidió a Don Laureano Castán, que permitiera a Don Modesto venir como sacerdote a nuestra diócesis. Le fue concedido. Se incorporó a Málaga el año 1974, el 7 de septiembre comenzó a ejercer su ministerio en la parroquia de San Patricio, desde aquel año hasta hace muy poco, en que ya no podía salir de su casa. Y continuando desde allí con la Eucaristía y su oración habitual, la atención a los demás. Quienes lo han conocido bien destacan excelentes valores humanos, cristianos y sacerdotales en su persona: siendo un hombre de gran personalidad, supo ser callado y humilde, con fidelidad total, con puntualidad exquisita, hombre responsable, serio, noble, prudente, jamás enfadado, todo le venía bien, incondicional y sin horas ni fechas en el servicio, asiduo en la oración, constante en el santo Rosario, con muchas horas de confesionario, obediente, en todo momento ayudando en lo que necesitaban los compañeros sacerdotes… En resumen, un verdadero hombre de Dios y un muy buen pastor. E igualmente, muy buen hermano y familiar de toda su familia: siempre cercano y siempre atento a todos ellos. Cariño que su familia, su hermana ahora con quien vivía, sus sobrinas y todos han sabido corresponder de forma excelente atendiéndolo con especial cuidado en todas sus necesidades de estos últimos años. Actitud ésta que, en nombre de nuestro presbiterio diocesano y en nombre del presbiterio de Sigüenza-Guadalajara, os agradecemos de verdad. Ahora, en la Eucaristía, la Acción de Gracias por excelencia, ponemos en el altar de Dios, lo que ha sido esta larga y entregada vida de Don Modesto, este administrador fiel de los dones que el Señor le concedió y de la misión a la que, por el mismo Señor, fue enviado. Antonio Aguilera Cabello Autor: diocesismalaga.es Más artículos de: Semblanzas Semblanza de Antonio Velasco GómezSemblanza de Miguel Ángel Corrales García Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir