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Comunidad ucraniana católica de Rito Bizantino (Parroquia San Felipe Neri - Málaga)

Publicado: 11/11/2012: 712

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la visita a la comunidad ucraniana católica de Rito Bizantino en la Parroquia de San Felipe Neri en Málaga, el 3 de noviembre de 2012

COMUNIDAD UCRANIANA CATÓLICA

DE RITO BIZANTINO

(Parroquia San Felipe Neri – Málaga, 11 noviembre 2012)

Lecturas: 1 Re 17, 10-16; Sal 145; Hb 9, 24-28; Mc 12, 38-44.

1.- Encuentro con la comunidad ucraniana

Es una gran alegría y un gran gozo interior para mí poder celebrar con vosotros en este templo parroquial de san Felipe Neri.

Después de muchas vicisitudes y mucho tiempo de diálogo con vuestro párroco, D. Román, hemos podido ubicar la comunidad cristiana greco-católico de Ucrania aquí en esta parroquia, como veis restaurada recientemente. Una hermosísima iglesia, céntrica, que era lo que pedíais vosotros, que estuviera en el centro de la ciudad y que tuviera capacidad de acogida de todos los que celebráis la Eucaristía.

Quiero agradecer la acogida buena del párroco, D. Gabriel, para poder combinar ambos ritos. El rito greco-católico y el rito latino ya que esta iglesia está construida para eso.

Agradecemos, pues, a Dios, después de este proceso haber podido encontrar y recibir del Señor este regalo de poder celebrar aquí, en esta iglesia.

Las lecturas de hoy nos presentan a dos viudas. En la literatura bíblica las viudas, por sí, por su estado son consideradas como algo pequeño, pobre, y necesitadas. Las viudas y los huérfanos son personas a las que Dios ama con preferencia; ama de forma especial, porque están necesitadas, porque no tiene protección, porque les falta, a veces, lo más elemental.

2.- La viuda de Sarepta, en territorio fenicio

Las lecturas de hoy nos hablan de dos viudas. Una relacionada con el profeta Elías. El rey Ajab se casó con una reina fenicia, Jezabel. En Fenicia daban culto a los dioses baales y la reina trajo a Israel el culto a estos faltos dioses. Y obligó al Rey Ajab a construir un templo para esos dioses.

El profeta Elías se pone contra esa idolatría y los reyes, Ajab y Jezabel, lo persiguen a muerte; y que tiene que huir y esconderse. Elías va a un territorio fenicio, en Sarepta cerca de Sidón, en el territorio propio de los dioses baales. Entra en la ciudad y se encuentra con la viuda y le pide agua (cf. 1 Re 17, 10). Y cuando va a por ella le pide a gritos: «Tráeme, por favor, en tu mano un trozo de pan» (1 Re 17, 11). Nada menos que el profeta de Dios por causa de la persecución de los reyes vive pobremente.

¿Cuál es la actitud de la viuda? Ella solo tenía «un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la alcuza» (1 Re 17, 12). Van a morir por no tener más comida. Pensaba preparar el pan para ella y para su hijo y después esperar la muerte por falta de alimento.

3.- Confianza en el profeta y fe en el Dios de Israel

Sin embargo, la viuda se fía de Dios; confía en el profeta Elías y en su palabra que le dice: «No temas. Entra y haz como has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para ti y tu hijo la harás después» (1 Re 17, 13). Y la viuda se fía de Dios y lo poco que tiene lo entrega esperando que Dios sea benevolente y providente con ella.

                    Una gran confianza en la palabra del hombre de Dios y una gran fe en el mismo Dios de Israel, en el Dios único; no la multiplicidad de dioses baales. La profecía de Elías se cumple: «Porque así dice el Señor, Dios de Israel: La orza de harina no se vaciará la alcuza de aceite no se agotará hasta el día en que el Señor conceda lluvias sobre la tierra» (1 Re 17, 14). «Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías» (1 Re 17, 16).

Dos actitudes que la viuda nos enseña: fe y plena confianza en Dios y en su profeta; y generosidad: da todo lo que tenía para vivir.

4.- La viuda del Evangelio

La viuda del Evangelio tiene un contexto distinto. Jesús había hablado a los discípulos previniéndole contra los fariseos y contra los que decían entender de la ley: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes» (Mc 12, 38-39); y mientras tanto, «devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones» (Mc 12, 40).

                    Jesús observó a una viuda, que echaba unas monedillas, unos céntimos en el cepillo del templo (cf. Mc 12, 41-42). No tenía más, echaba prácticamente todo lo que tenía y lo hacía también por una actitud de fe y confianza en Dios. Los otros echaban lo que les sobraba; la viuda echaba lo que necesitaba para vivir.

5.- Actitud de fe de las dos viudas

Jesús al fijarse en la actitud de esta viuda llamó a sus discípulos y les dijo: «En verdad os digo que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir» (Mc 12, 43-44).

Esta viuda se fiaba de Dios, como la viuda de Sarepta. Las dos tienen la misma actitud: se fían de Dios y se ponen en sus manos, pensando en que Dios proveerá.

6.- Actitud de caridad de las dos viudas. Relación fe-caridad

Las viudas ofrecen con generosidad. La viuda de Sarepta atiende al profeta hambriento. La viuda del Evangelio lo da al Templo para que otros pobres puedan comer.

Aquí hay una relación entre fe y caridad. El domingo pasado las lecturas del Evangelio nos decían que el primer mandamiento y más importante es amar a Dios y amar al prójimo (cf. Mc 12, 29-31). Es como un único mandamiento, como una única moneda con dos caras: el rostro de Dios y el rostro de los hermanos. Ahora las dos viudas tienen fe en Dios, adoran a Dios, aman a Dios y aman a los hermanos, aman al pobre, aman al necesitado, dándoles todo aquello que tienen para vivir, no les queda más.

Esa actitud de fe y de caridad de las dos viudas nos enseña mucho. No se trata tanto de dar mucha cantidad. Uno que tiene mucho puede dar mucho, pero uno que tenga poco puede dar poco. Qué es más importante: ¿la actitud generosa y caritativa del corazón o la cantidad que podamos dar nosotros? Es más importante la actitud del corazón.

7.- Ser generosos

Aunque demos poco en cantidad, damos lo que tenemos. Ofrecemos lo que somos y tenemos; y con eso agradecemos a Dios todos los bienes, porque es Él quien nos los ha dado; con eso agradezco la gracia y la providencia de Dios.

Con poco se puede hacer mucho. Los cristianos, aportando poco en este tiempo de crisis, estamos ayudando mucho.

Demos gracias a Dios, que nos ha dado la fe y se ha revelado como el Dios único, que da con su providencia todo lo que tenemos: la vida, el vestido, la comida, el trabajo; todo. Tenemos que dar gracias a Dios hoy de un modo especial. Y quitemos los dioses falsos, los baales, o los que cada uno se forma.

Pedimos al Señor que mueva nuestro corazón, para que seamos generosos con los más necesitados.

Estamos celebrando el Año de la Fe y el Señor nos pide que profundicemos en esa fe en Dios, en el amor a Dios único, que nos convirtamos a Él, que creamos en Él.

Le pedimos a la Virgen María, la Madre del Señor que se fio de la palabra de Dios, siendo generosa y entregando su vida que nos ayude a vivir la fe y a ser generosos. Amén.

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