NoticiaTestimonios Francisco Hierro: «No hay que tener miedo si sientes la llamada de Dios» Publicado: 14/10/2013: 7224 «Cuando tenía 38 años, Dios empezó a ser muy importante en mi escala de valores, pero en mi vida diaria, Dios no se encontraba en un lugar predominante» explica el seminarista Francisco de Paula Hierro de Bengoa, que está previsto que se ordene como diácono en la Catedral este sábado, 19 de octubre junto a su compañero Francisco José Martínez. «Cuando no vives conforme a tu escala de valores empiezas a no sentirte bien y entonces, puedes hacer dos cosas: ir al psiquiatra o al sagrario. En mi caso, cada vez que iba al sagrario me encontraba mejor, por lo que en un momento determinado pensé, puedo hacer dos cosas: cambiar mis valores y poner a Dios en el sitio que ocupaba anteriormente o cambiar mi vida». «Fue entonces cuando decidí cambiar mi vida. Trabajaba en Prisa radio, en el departamento de informática, era entrenador nacional de baloncesto del equipo de la Universidad Politécnica de Madrid, tenía una casa, amigos, y una gran familia, ya que somos 8 hermanos. Pero, con esa vida, no podía dedicarle al Señor las horas que yo quería». «Sentía que el Señor me necesitaba a tiempo completo. Empecé a ir al monasterio de Santa María de la Vid (Burgos), donde había hecho ejercicios con los agustinos, una orden a la que estoy profundamente agradecido ya que estudié en el colegio de San Agustín de Madrid, desde los 5 a los 18 años, lo que ha marcado profundamente mi espiritualidad. Estando en esta hospedería de los agustinos, le dije al hospedero y buen amigo: “qué suerte tenéis aquí, rezáis las laudes... esto es una maravilla”. Se volvió y me dijo: “Suerte no. Esto está abierto para cualquiera”. Y ahí empecé a hablar con el padre José Luis del Castillo, que fue mi director espiritual y me ayudó en todo el proceso». DE LA RADIO AL SEMINARIO «A principios de septiembre de 2004, por la mañana, estaba trabajando en la radio y a las 20:00 horas del mismo día estaba tomando los hábitos. Desde entonces mi vida fue todo lo contrario de lo que yo tenía planeado, todo lo que yo había pensado que quería ser no lo he sido. Los caminos del Señor son totalmente diferentes de los que yo había pensado. Esto no lo he elegido yo, Él me llamó y esto es lo grandioso de la vida sacerdotal. Es decir, si tú realmente has sentido la llamada de Dios tu respuesta es inmediata, no hay manera de cambiarla, aunque las cosas no te salgan como tú esperabas sigues adelante». «Hay gente que siente la llamada más tarde por circunstancias de la vida y no pasa nada. Aquí no se trata de resultados, se trata de responder al Señor y decirle aquí estoy, soy un auténtico miserable pero si Tú me llamas yo te respondo, y de eso se trata ser sacerdote. Cuando el Señor te llama, ni mayor, ni joven, ni nada, hay que ser generoso, y la generosidad está en la entrega. Si sientes la llamada de Dios, a por ello. Las personas que te va poniendo el Señor a lo largo de tu vida son los que te van guiando para que llegues donde Él quiere que estés y sobre todo, donde tú libremente has elegido. Ahora me siento en la gloria. El Señor ha querido que preste un servicio a la Iglesia en la Diócesis de Málaga, a la que llegué a través de su página web: www.diocesismalaga.es, ya que aunque nací en Almería, me crié en Madrid. Lo que no sabía antes de venir es que la gente era tan abierta, aquí no te sientes nunca de fuera, ni en el seminario, ni en la calle, es una maravilla. Málaga es un paraíso». «A todos aquellos que sienten la llamada de Dios, les diría que no tengan miedo, realmente hay dos claves en tu vocación, la primera es que sientas la llamada. La segunda y fundamental que le respondas al Señor con sinceridad. Y la tercera es la oración, especialmente a la santísima Virgen que es quien te consuela cuando estás hundido, ella es la madre, como cuando eras un niño y te caías, ¿quién iba corriendo a cogerte?, tu madre. Por eso es importante sentir el amor de la Virgen en los momentos de dificultad y tener una buena relación con el Señor a través de la oración». Autor: Beatriz Lafuente