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José Sánchez: «Salgo a la plaza de Benadalid e invito a los jóvenes a la parroquia»

Publicado: 02/10/2013: 5132

En el valle del Genal, en la comarca de Ronda, se encuentra el pueblo de Benadalid, con un enclave precioso, a 25 km del Tajo, una población de poco más de 250 habitantes y un templo del siglo XVI. Uno de sus vecinos es José Sánchez. A sus 84 años sigue siendo el sacristán de la parroquia y está dispuesto para todo lo que se necesite en la parroquia.

Ha pasado casi toda su vida en Benadalid, pero también fue emigrante en busca de trabajo, en Alemania y Bilbao. Echaba de menos su pueblo y allí volvió hace más de 30 años, desde entonces, afirma, «no he faltado ni un solo día a la parroquia».

El párroco de Benadalid también lo es de Benarrabá, Gaucín y Gaucín-Estación, y en Benadalid tienen en Pepe a un buen aliado para la buena marcha de la parroquia. Lo mismo se encarga de atender al carpintero, al albañil y a las limpiadoras, que de llevar las cuentas al día. Un templo del siglo XVI necesita constantes reformas y Pepe consigue que el dinero llegue para lo más necesario.

SUBIR LOS ESCALONES

También se encarga de organizar la liturgia, de proclamar las lecturas en la misa y de hacer de monaguillo, incluso toca las campanas para avisar a sus vecinos de que empieza la Eucaristía. «Ya me va costando subir los escalones hasta el presbiterio», afirma, por eso se ha empeñado en que se impliquen otras personas, incluso «salgo a la plaza, a la Casa de la Cultura, y busco a los jóvenes para que echen una mano en la parroquia», asegura Pepe.

«He conocido a varios párrocos: Luis, Juan Manuel, Rafael, Marcos, Javier... con todos tengo mucha amistad, pues para mí han sido más que amigos, familia, a la vez que sacerdotes a los que respeto como a mis padres espirituales». José Sánchez se casó con Ana Bernal hace ya 47 años. No han podido tener hijos, un motivo de tristeza que superaron porque «nos pusimos en manos de Dios». 

Su cara dibuja una sonrisa enorme cuando recuerda el día en que conoció a su mujer. Nos cuenta que él ya tenía 27 años y su mujer 15, y se conocieron en el cine del pueblo. «Me senté a su lado y no le caí mal (se ríe) y ya llevamos 47 años de muy feliz matrimonio. Aquel día lo celebramos con un guisado de arroz y el sacerdote nos cantó un fandanguillo». Pepe recibió la fe de su madre. Recuerda que, mientras lo bañaba en un balde metálico, lo peinaba y le ponía colonia, le iba enseñando las oraciones. Y esa fe ha seguido creciendo durante toda su vida. 

«Le agradezco a la Iglesia mi vida, que me haya enseñado a conocer a Jesucristo y a la Virgen María. La Iglesia es mi madre y vivo muy contento en ella. Procuro ser un buen hijo, pero a veces fallo». 

Un hombre con las ideas claras, al que no le importa lo que digan los demás: «Alguna vez me han criticado por estar en la parroquia, incluso me han dicho que estaré en ella por interés, y tienen razón: mi interés es el cariño que le tengo a mi parroquia, nada más que eso. Hay gente que piensa mal, pero a esos, que Dios les perdone. Así seguimos y así pienso seguir, mi parroquia no la dejo yo». 

Autor: Encarni Llamas Fortes

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