–Dice que la Iglesia sale poco en los medios. 

–Presentes estamos. El problema es que nos presentan otros y a veces nos ponen de moda aunque sea metiéndose con nosotros y criticando. Hay que ver si acertamos nosotros a la hora de cómo estar y qué aportar. Esa es una interrogante a la que hay que dar respuesta. 

–Hay que reconocer que, en determinados momentos, como en el último cónclave, la Iglesia es capaz de atraer la atención mundial. Pero, pasado el boom, ¿desaparece el interés? 

–No me gusta que se emplee "la Iglesia" como término que aparece y desaparece. Es verdad que hay momentos en los que se convierte en fenómeno de masas porque tiene su morbo: la dimisión del Santo Padre, el entierro de Juan Pablo II o la JMJ... Pero luego hay vida eclesial que está por ahí, en cualquier parte, en cualquier otro programa y que no se presenta como Iglesia. Esa es otra cuestión. Ni el emisor ni el receptor a veces tampoco lo entienden como Iglesia. ¿Una acción caritativa? ¡Esa es la Iglesia! Es que no tenemos otra. ¿Aparece y desaparece? Si ahora desligas el trigo de la paja a ver qué queda. ¿Qué mensaje llega en estos casos?

–¿Cómo presentar el rostro de Cristo a través de los medios? 

–Como siempre: como una respuesta a lo que andas buscando. ¿Tú quieres vivir y vivir mejor, a gusto y bien?. Pues Jesús dice: Yo soy la vida y te ofrezco la vida que no se acaba y, si te interesa, ven y sígueme. Igual que siempre, pero el Evangelio hay que presentarlo con signos, acompañado del testimonio, no sólo de Palabra. Lo nuestro es también un riesgo. Predicar a otros y no presentarse como testigos. Este es un problema que tenemos todos abierto. A ver si somos más y mejores testigos que de eso se trataría. 

–En España contamos con un fenómeno editorial, que es el de las "revistas diocesanas", que suman más ejemplares que muchos periódicos nacionales. ¿Cómo lo valora? 

–Hay que aprender a compaginar sistemas clásicos con sistemas nuevos. El Evangelio habla del padre de familia que saca del arcón lo nuevo y lo viejo. Y ese es el arte. Sobre todo mirando el destinatario. Nuestro destinatario es todo el mundo. Pero siempre hay sectores de población a quienes llegaremos mejor con una vía que con otra. Por eso, lo de la hoja no lo dejaría de lado, pero tampoco me limitaría a eso porque hay cantidad de gente que no lee en papel, más bien en pantalla. 

–Quizá el medio en el que más presente está el Evangelio es la radio, con multitud de emisoras internacionales, nacionales, regionales y locales... 

–Cuando apareció la tele, todos oímos aquello de que la radio iba a morir. Y no ha sido así. La radio, ni muere, ni morirá. La radio llega a muchas partes, tiene muchas potencialidades, te permite hacer otras cosas mientras la oyes... Cuando piensa uno en Iglesia Universal, la radio presta un gran servicio a la evangelización porque hay países adonde no llega otro medio más que la radio, porque no tienen otros recursos. También nuestras radios diocesanas y emisoras locales habría que aprovecharlas y aprovecharlas bien. Hay que estar presentes, pero no sólo por rellenar programas. Vamos a ver cómo puedo yo ofrecer una imagen cercana y un mensaje vivo. Las diócesis tenemos las desconexiones locales de COPE, el Espejo, etc. Hay que usarlas, pero no sólo para sacar al obispo de turno, porque puede que al final, los obispos estemos ya demasiado vistos. Por un lado está bien. Pero por otro lado dices: "bueno, vamos a sacar también otras cosas, porque la Iglesia somos más que los clérigos". Yo le estoy muy agradecido a mi COPE local. La radio ofrece muchas posibilidades. Aprovechémoslas.