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Los cristianos «tenían en común todas las cosas»

Publicado: 02/11/2011: 5915

Narran los Hechos de los Apóstoles que los primeros cristianos «pensaban y sentían lo mismo, y nadie consideraba como propio nada de lo que poseía, sino que tenían en común todas las cosas». Los lugares de celebración del nuevo culto en Espíritu y en verdad solían ser las propias casas de los hermanos que las ofrecían y las ponían al servicio de las comunidades. Cuando las asambleas comenzaron a hacerse cada vez más numerosas, las casas privadas se quedaron pequeñas y comenzaron a edificarse casas de oración.

El modelo basílica

Pero pronto, a finales del siglo III y en el IV, con la conversión del emperador y la consiguiente cristianización del imperio romano, los miles de personas que acudían a la fracción del pan hicieron que dichas casas resultaran también insuficientes, por lo que se hizo necesaria la construcción de iglesias de gran amplitud. Fueron las basílicas, modelo arquitectónico de la sala de audiencias del rey de Persia o basileus. Según cuenta Miguel Payá, en el Itinerario Catequético sobre la Eucaristía: «este fue el primer gran edificio del culto cristiano, el que se multiplicó por Oriente y Occidente durante toda la época de oro de la patrística y el que ha quedado para siempre como el modelo más adecuado a la identidad y exigencias de la liturgia cristiana» .

La configuración del templo cristiano ha pasado, desde entonces, y a lo largo de los siglos, por numerosas vicisitudes históricas y artísticas; y ahora, en pleno siglo XXI, las parroquias son algo más que una gran nave. Cuentan con salones para celebraciones, para la catequesis, para atención al público, Cáritas y los servicios propios de una edificación de nuestros días. Son, en definitiva, la casa de la familia cristiana, de la comunidad, de la Iglesia. Y como tal casa, propiedad de cada uno de nosotros, nos corresponde su mantenimiento y su sostenimiento económico.

Autor: diocesismalaga.es

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