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Tres prácticas penitenciales II: El ayuno

Ayuno. FOTO: K. GRABOWSKA
Publicado: 01/03/2024: 8846

El ayuno es una práctica que encontramos ya desde las primeras  páginas de la Biblia, cuando Dios exigió al ser humano abstenerse del fruto prohibido.

Pero, para los cristianos, el auténtico sentido del ayuno no es tanto no comer o abstenerse de carne sino, como nos recordaba el papa Benedicto XVI, «comer el “alimento verdadero” que es hacer la voluntad del Padre». Ayunar de comida o de cualquier otra cosa que nos “ate” es un signo de renuncia del yo. San Juan Pablo II lo definía como «saber decir un no tajante y decidido a cuanto viene sugerido o solicitado por el orgullo, el egoísmo, el vicio...».

Frente a las tentaciones de ponernos en lugar de Dios, el ayuno nos enfrenta a nuestra realidad débil y pecadora, nos ayuda a sentirnos necesitados de Él y a caminar, por tanto, con gozo, hacia el encuentro con el Resucitado en la Vigilia Pascual.

ORACIÓN PARA INICIAR EL AYUNO

Concédenos, Señor, comenzar el combate cristiano con el ayuno santo, para que, al luchar contra los enemigos espirituales, seamos fortalecidos con la ayuda de la austeridad.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

(Oración colecta Miércoles de Ceniza)

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Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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