NoticiaEl santo de la semana Santos y santas de agosto, testigos de la fe Sol ardiente. FOTO: Greg Gulik/Pexels Publicado: 03/07/2023: 4110 Testimonios El calendario del mes de agosto está plagado de fiestas de algunos de los santos más populares del santoral cristiano. A lo largo de los meses de verano, el santo de la semana se convierte en podcast dentro del programa "Iglesia noticia" que dirige Encarni Llamas en la Cadena COPE y que puedes escuchar aquí El mes de agosto es, para la mayoría, un tiempo de relax: vacaciones para muchos, ferias, playa, comidas especiales, largas veladas... Pero la relajación de las distintas facetas de la vida necesita también sus límites para evitar consecuencias indeseables: depresión postvacacional, quemaduras solares, y todo tipo de excesos de los que luego resulta difícil reponerse. También en la vida de fe, al bajar el ritmo de nuestros encuentros y celebraciones, los creyentes corremos el riesgo de alejarnos en exceso de quien da sentido a nuestra existencia, perdiéndonos en el vacío de nosotros mismos. En este sentido, la liturgia viene a echarnos una mano con la celebración, este mes, de un buen puñado de fiestas de santos universales que la Iglesia nos ofrece como ejemplo para mantener viva la llama de la fe. El 4 de agosto, por ejemplo, es el día de San Juan María Vianney, el santo cura de Ars, patrono de todos los párrocos del mundo. Sus carencias culturales e intelectuales le supusieron un duro reto a la hora de estudiar para ser sacerdote. Pero la llamada del Señor era tan fuerte que, aunque a duras penas, logró ordenarse a los 29 años, siendo enviado a la pequeña aldea de Ars. Su ejemplo de servicio al pueblo, sobre todo a los más necesitados y los sabios consejos cuando se sentaba en el confesionario, lo convirtieron pronto en un fenómeno de masas, un auténtico misionero de la misericordia de Dios. Su ejemplo nos habla de la gracia divina, del fuego del Espíritu, que transforma a las personas que se dejan hacer por el Señor, potenciándolas y elevándolas hasta límites insospechados. En Juan María corroboramos que Dios no elige a los capaces, sino que capacita a los que elige. Pero si hay un santo cuya sola mención se relacione con el calor, ese es San Lorenzo. Tanto es así que al propio astro rey se le ha bautizado popularmente con su nombre. La elección del día de su fiesta, el 10 de agosto, tradicionalmente considerado el día más caluroso del año, no es casual, sino que tiene que ver con su martirio, asado al fuego en una parrilla. Sabemos de él que era uno de los siete diáconos de la Iglesia de Roma durante la persecución de Valeriano a mediados del siglo III. El emperador le prometió salvarlo del martirio si le llevaba las riquezas de la Iglesia. Él le pidió tres días para reunirlas y, pasado el tiempo, se presentó junto a la multitud de pobres que atendía la comunidad cristiana. "Aquí tienes, las riquezas de la Iglesia", contestó al decepcionado gobernante que, inmediatamente, lo condenó a muerte. Otro santo de agosto que tuvo que enfrentarse a la autoridad para defender la verdad de la fe es el que celebramos el 14 de agosto, San Maximiliano María Kolbe. Este sacerdote fundó diversos medios de comunicación católica que no gustaron nada al régimen nazi, por lo que fue deportado a diversos lugares de cautiverio y, finalmente, internado en el campo de exterminio de Auschwitz. Allí se ofreció como víctima en rescate de un compañero, padre de familia, que iba a ser ajusticiado. En una época como la nuestra, cuando las ideologías vuelven a retorcer la verdad del ser humano hasta desfigurarlo, su testimonio nos habla de no tener miedo a defender la dignidad de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, creados a imagen y semejanza de Dios. Fue precisamente esa dignidad la que defendió el santo aragonés del siglo XVI, cuya fiesta celebramos el 20 de agosto, con la obra que puso en marcha en Roma. Se trata de San José de Calasanz, que, viendo la pobreza material y espiritual de los niños, puso en marcha la que sería la primera escuela gratuita de la historia. Aquellas escuelas piadosas, escuelas "pías", dieron lugar a la congregación de los "escolapios" que todavía hoy trabajan por la educación de millones de niños y jóvenes. El 27 y 28 de agosto celebramos, respectivamente, las fiestas de una madre y su hijo: santa Mónica y San Agustín. Naturales de Tagaste (actual Argelia), ella era cristiana, pero su hijo prefería desperdiciar su vida viviendo disipadamente y abrazando doctrinas extrañas. Precisamente en el mes de agosto del año 386, Agustín lee por casualidad un fragmento de una carta de San Pablo que le hace abrazar la fe. Elegido después obispo de Hipona, sus numerosos escritos, y su sabia doctrina lo convirtieron en lo que es hoy, uno de los más grandes santos que ha dado la Iglesia, que lo coronó con el título de doctor. Su madre, que tanto lloró por la conversión de su hijo, es testimonio para tantas madres y padres que sufren a causa del abandono de la fe por parte de sus hijos. Es una invitación a rezar por ellos sin descanso. Otros muchos santos como Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto), fundador de los dominicos; santa Elena (18), a quien debemos los principales santuarios hoy en Tierra Santa; San Bernardo (20), fundador de la órden del Císter; Santa Rosa de Lima (23), primera santa americana; San Bartolomé (24), uno de los doce apóstoles; o San Ramón Nonato (31), patrón de las embarazadas, completan el brillante mes de agosto del almanaque cristiano.