Noticia Mapa de la Vida Consagrada en Málaga Publicado: 31/01/2016: 13438 Ante la clausura del Año de la Vida Consagrada, te invitamos a descubrir la presencia religiosa en la Diócesis y a conocer los testimonios de dos personas que han conducido sus vidas por la carretera de la consagración. La Diócesis de Málaga cuenta con un total de 983 consagrados, de ellos, 809 son mujeres y 174 hombres, distribuidos en 124 instituciones repartidas por toda la provincia de Málaga y la ciudad autónoma de Melilla. «Sentir la llamada del Señor ha sido un regalo de Dios» Desde el 30 de noviembre de 2014 venimos celebrando el Año de la Vida Consagrada, un tiempo de gracia que se clausuró el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén y XIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada. María Guadalupe Mux, Madre Mercedaria, e Ignacio Bertrán, ministro de la Comunidad Jesuita de San Estanislao, nos detallan cómo se llena una vida consagrada al Señor; Mux, desde la juventud, y Bertrán, desde la veteranía. María Guadalupe cuenta: «sentí la llamada del Señor a los 14 años. Ingresé en el monasterio y aquí llevo desde entonces». Ahora, con 24 años, la madre mercedaria asegura que «todos los momentos que paso junto a mis hermanas son siempre de gozo, ya que ellas me comprenden. Mis hermanas me acogieron, me aceptaron desde que llegué y para mí, esa es la mayor alegría. Sentir la llamada del Señor es un don, un regalo de Dios que claramente yo no merezco, sin embargo, le doy las gracias por haberse fijado en mí. Él me abrió los oídos para escucharle». María Guadalupe indica, finalmente, que «lo mejor es servir al Señor. Hagamos lo que hagamos es siempre en el nombre de Dios». En la otra cara de la moneda se encuentra Ignacio Bertrán, que lleva 56 años de vida consagrada al Señor. Bertrán explica el principal motivo que le ha llevado a vivir así: «Dedicarme a los demás. Me gusta contribuir a que los chavales del colegio San Estanislao de Kotska crezcan como personas. Si volviera a nacer, haría lo mismo, repetiría, porque soy feliz». «Mayormente nos dedicamos a la oración», aclara el ministro jesuita. Y es que el hermano Ignacio vive actualmente en la comunidad junto a otros miembros de la Compañía de Jesús ya jubilados, y ayuda en la enfermería, donde cuida a sus compañeros. Afirma que «somos como una gran familia» donde todos cuidan de todos (algunos no pueden valerse por sí mismos) y donde viven juntos hasta el último día.