A las puertas de cumplir sus 90 años, el próximo 20 de diciembre, ¿cómo ha recibido esta Medalla con la imagen de la Patrona de la diócesis?

Fue toda una sorpresa y un orgullo muy grande que el Sr. Obispo me la haya concedido porque pienso que no la merezco, yo sólo he hecho las cosas que tenía que hacer. 

¿Desde cuándo es usted parte de la parroquia?

Llegué a Los Boliches el día 15 de enero de 1964 y, el señor con el que comencé a trabajar pertenecía al movimiento de Cursillos de Cristiandad. Eran las 9 de la noche y él tenía una reunión en la parroquia, y me invitó a ir. Resulta que acababa de hacer un Cursillo en Gijón, de donde yo soy, y ese día conocí a unos cuantos hermanos en Cristo. Después me fui un tiempo a Madrid, pero regresé a Los Boliches y he trabajado en una droguería durante 33 años. 

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Y en la parroquia en múltiples tareas, ¿no es así?

He estado 18 años en Cursillos, 45 en la Adoración Nocturna y más de 40 en los Equipos de Nuestra Señora. También estuve, desde sus inicios en la Hermandad del Cautivo, siendo entonces párroco nuestro querido D. Ildefonso. He conocido ocho sacerdotes distintos y siempre me he adaptado y trabajado con cada uno de ellos. Hay tres que me han dejado una huella profunda: D. José Quintana, D. Ildefonso López y D. Manuel Jiménez, que quería que lo llamara Manolo (se ríe). En la parroquia he estado para todo lo que ha hecho falta. Hemos hecho celebraciones de la Palabra cuando nos lo ha pedido el párroco, he llevado la comunión durante 22 años a los enfermos y mayores y en esa misión he aprendido mucho; también he estado en el grupo de catequesis de prebautismales y prematrimoniales.

¿Por qué motivo le da usted gracias a Dios?

Por la vida, en primer lugar, después por la familia que tengo, mi esposa María Josefa (con la que me casé en 1970 en la iglesia del Sagrario), dos hijos y dos nietos (mi razón de vivir), y por la fe y por pertenecer a la Iglesia y por la cantidad de hermanos en Cristo que ha ido conociendo en la parroquia y en la hermandad. 

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