«Hacer el agosto en Málaga» Publicado: 03/08/2012: 1252 • XIX Carta a Valerio No es lo mismo, querido Valerio, pasar el agosto en Málaga, que «hacer el agosto en Málaga». Son muchos, muchísimos los que pasan agosto, y septiembre y octubre... y ¡ojalá pasaran todos los meses del año en Málaga!, cuando su trabajo o sus posibilidades económicas lo permitieran, descansando y recreándose en nuestra costa. Es posible hacer de la provincia de Málaga el «hogar» de descanso, de recreo o de jubilación de muchos nórdicos, centro-europeos y peninsulares. ¿Por qué no? El clima y el buen carácter de los malagueños pueden convertir la Costa del Sol en el «sun-belt» europeo. Pero en agosto, Valerio, Málaga revienta de veraneantes y turistas ávidos de mar, de sol y de alegría. Dios quiera que de la zumbullida salgan más fuertes física, psíquica y espiritualmente. Pasan el agosto u otro mes de verano en Málaga muchos trabajadores que durante el año ahorraron para disfrutar de unas buenas vacaciones. ¡Lástima que todavía sean tan pocos! Espero que en la medida que se repartan mejor responsabilidades y beneficios, pasar unas semanas en Málaga esté al alcance de todos. Pasan también el agosto entre nosotros muchos profesionales: médicos, abogados, arquitectos... También los que heredaron una pequeña fortuna o gran fortuna de sus antepasados o han acumulado mucho dinero fácil o difícilmente. Entre unos y otros forman el gran número que ocupa apartamentos, hoteles, casas grandes y chicas, chalets adosados en propiedad o alquilados, campings, habitaciones en casas de parientes o amigos... Son la gente normal. Pero hay quien insiste en fijarse en lo que no es normal, en el sentido de poco frecuente. Y escriben artículos, y hacen entrevistas, y sacan fotografías de lo «exótico», de lo extraño entre el común de la gente. Y así dan una imagen irreal de la Costa del Sol. A pesar de todo, algunos a quienes les gusta llamarse «padres del turismo malagueño» dicen que así se atrae más gente. Y llevan razón, Valerio. Porque el pueblo llano aplaude las fiestas y exhibiciones de los magnates, en quienes reflejan sus sueños irrealizables. Así, entre todos, representamos «el gran teatro del mundo» con la ilusión de tener un buen papel y representarlo lo mejor posible. Sacar pingües ganancias Pero bueno, Valerio, sea como sea, el hecho es que la mitad de Málaga vive del turismo, y la otra casi mitad, de los que trabajan en el turismo. Digo «casi» porque no podemos negar la importancia de la agricultura y de la siempre tambaleante industria. Pues bien, en este tiempo de verano, y de un modo singular en este mes, hay muchos que «hacen su agosto», es decir sacan sus buenas ganancias. Y van desde los trabajadores en hoteles, restaurantes, bares... que bien lo necesitan, pasando por los que abusan de los precios en los alquileres o alimentos y bebidas, hasta los afortunados en los juegos de azar; porque casinos, bingos y otras «especies» no faltan en la Costa. Menos mal que ahora Hacienda recorta el agosto de muchos para el bien de todos. Así por lo menos lo dicen, y no hay razón para dudarlo. Las sectas y otros grupos extraños Hay también, querido Valerio, unos grupos que aprovechan este tiempo para «hacer su agosto». Me refiero a algunas sectas o escuelas de no sé qué ciencias ocultas que venden su producto en la vía pública o en locales acogedores. Y a decir verdad no tienen pequeño éxito. Lo curioso es que entre los que «pican» se cuentan muchos católicos, jóvenes algunos de ellos que hace escasos años eran alumnos de colegios religiosos. Y me pregunto, Valerio, ¿cuál será el secreto de su éxito? Es posible que nosotros no les hayamos ofrecido el alimento sólido de una doctrina coherente, que a la vez fuera motor de nave y faro de mar. O que ellos, los nuevos prosélitos, estén desencantados de todo y acepten ahora cualquier oferta. O que lo han probado ya todo y cualquier otra oferta de la llamada sociedad de consumo les provoca naúseas... ¿Quién sabe, Valerio? Mira, casualmente acabo de terminar una carta pastoral sobre este problema, aunque dudo que se lea. Muchas cartas pastorales, nacen y mueren en un mismo día, como ha dicho el Sr. Cardenal de Madrid. Este es un problema sobre el que en otra ocasión te escribiré. Te lo anticipo: el fracaso de nuestra palabra. Y por hoy, Valerio, ya es bastante. Me había olvidado que estás de vacaciones. Un abrazo, Málaga, Agosto de 1988. Autor: Mons. Ramón Buxarrais