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Semblanza de Antonio Gómez

D. Antonio Gómez López
Publicado: 13/12/2022: 5415

Sacerdote

El canónigo Antonio Gómez López pasó el domingo 11 de diciembre a la casa del Padre. Tras ser velado en la capilla 8 del cementerio de San Gabriel (Parcemasa), la Misa exequial fue el lunes a las 11 de la mañana en la Capilla 2 del cementerio y estuvo presidida por el vicario general Antonio Coronado.

El Señor ha llamado a vivir definitivamente junto a sí a nuestro hermano sacerdote Antonio Gómez López. Estamos en días de esperanza, días de Adviento, y para Antonio el Señor esa esperanza la ha transformado en presencia real de nuestro hermano ante el Padre Dios: ya no espera, ya vive. Nos duele su ausencia, claro, pero nos satisface mucho su vida entregada, como buen sacerdote, siempre al evangelio y al servicio de los demás; y nos satisface, además, que su vida entre nosotros concluyera ayer.

Sí, porque justamente era ayer un día muy especial en la andadura del Adviento: ayer, Domingo Gaudete, Domingo de la Alegría. Pablo escribió a los filipenses “Gaudete in Domino semper, iterum dico, gaudete. Dominus prope est”. [Estad siempre alegres, os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca.] (Flp 4,4.5).

“Estad alegres” por la razón fundamental de que “El Señor está cerca”. Pues el Señor está cerca de Antonio hoy, y Antonio está cerca del Señor: Él lo ha llamado junto a sí.

Antonio nació el 1 de agosto de 1933 en Tarancón (Cuenca); con 89 años ha fallecido. Sus padres, Julián Gómez García y Margarita López Ruiz, tuvieron tres hijos: Ramón, Josefa y Antonio. Julián, el padre, era invidente y administrativo en la ONCE: por razón laboral vino a trabajar a Málaga, y aquí ya hicieron su vida.

Además de trabajador en la ONCE, Julián, invidente, tocaba muy bien el piano. Y de hecho fue profesor de piano durante varios años en nuestro Seminario.

En nuestro Seminario ingresó Antonio de niño, donde cursó los estudios eclesiásticos y fue ordenado sacerdote, en la capilla del Buen Pastor, el 25 de febrero de 1956. Muy cariñosamente, y como muy buen amigo, lo recuerdan otros sacerdotes, seminaristas por entonces: Ildefonso López Lozano, Francisco García Mota y otros varios.

Sus primeros pasos como sacerdote fueron en las parroquias de Algarrobo y Sayalonga, de 1956 a 1963; Riogordo fue su siguiente parroquia, 1963 a 1965.

Vino luego a Málaga ciudad, primero como vicario parroquial del Corpus Christi, más tarde con el mismo servicio en la parroquia de S. Pablo. Y ya canónigo desde 2004, Capellán a la vez durante unos años de la iglesia del Sagrario.

Muy relacionado Antonio ya siempre en Málaga con la enseñanza, como profesor en varios institutos y colegios (Vicente Espinel, Cánovas del Castillo, León XIII, Gamarra) y, finalmente, de 1984 a 1998, profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación.

Su implicación y su interés por el campo de la enseñanza hizo que tuviera las tareas de Director del Secretariado del Patronato Diocesano (1986-1989) y posteriormente, largo tiempo, Vice-Delegado Diocesano de Enseñanza.

Otras misiones pastorales que se le encomendaron fueron Delegado Diocesano de Cursillos de Cristiandad, Director Espiritual de la Adoración Nocturna, Consejero espiritual de la Cofradía de la Expiración, Capellán de Religiosas de María Inmaculada, Capellán del Sanatorio de las Hermanas Hospitalarias (donde tanto lo han querido y tan bien lo han cuidado en estos últimos años, ya débil y enfermo).

Mucha atención dedicó --siempre atento a las enfermedades de ellos-- a sus hermanos, a Ramón y su esposa, y especialmente a su hermana, Josefa, invidente y enferma mental de nacimiento. Entre sus notas escritas hay una que dice: “Ninguna anécdota importante que resaltar ni de mi tiempo de Seminario, ni en mi vida sacerdotal. Solamente que desde 1963 he atendido mucho a mis padres y hermana y que, después que mis padres fallecieron, me he dedicado mucho a atender a mi hermana, ingresada desde la muerte de nuestra madre en el Complejo Asistencial de las Hermanas Hospitalarias”.

Muchas gracias hemos de dar a Dios por Antonio Y muchas gracias a toda la gente que a Antonio ha ayudado; concretamente a Encarnita y a todo el personal del Sanatorio de las Hermanas Hospitalarias: a las hermanas y al personal laboral. Y agradecemos también su buen hacer, por supuesto, a todos los que le ayudaron, tanto en la Residencia Sacerdotal como en la Residencia del Buen Samaritano, gente que se esforzó en todo momento por ayudar a Antonio.

Pues, agradecidos al Padre Dios por este hermano nuestro querido, profesamos en estos momentos las palabras del mismo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá (Jn 15, 25). Antonio vive en el Señor.

Antonio Aguilera 11 de diciembre 2022

Diócesis Málaga

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