NoticiaNavidad Cañete la Real celebra la Navidad en Familia Publicado: 14/12/2020: 13206 Este pequeño pueblo blanco de la Serranía de Ronda, con unos 1.600 habitantes, disfruta estos días de las tradiciones propias de la Navidad, donde «la familia es la protagonista y las madres no se cansan de abrazar a sus hijos que estudian en la Universidad de la capital y han vuelto a casa para estas fiestas». El párroco de Cañete la Real, Ernesto Ruiz Canales, explica que «la Navidad en el pueblo es eminentemente familiar. Los jóvenes normalmente suelen estudiar en Málaga, pero para las fiestas patronales y navideñas siempre regresan a casa, al calor de la familia y de los abuelos que les echan de menos y este año tendrán que conformarse con verse aunque sea desde la distancia». La iglesia de San Sebastián tiene unas dimensiones «casi catedralicias, por lo que montamos un Belén bastante grande, de más de doce metros de largo, que solemos poner y bendecir en la fiesta de la Inmaculada y es el deleite de chicos y grandes». Además, como explica Ernesto Ruiz, «también es tradición que el día de Reyes, después de la cabalgata, los niños del pueblo reciban sus regalos de manos de sus majestades y todos adoremos juntos al niño Jesús». En este sentido, el párroco rescata las palabras del papa Francisco en la Navidad del año pasado cuando habló de «una hermosa leyenda que cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos. Pero mientras todos se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada porque era muy pobre. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza. En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos. El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos».