NoticiaSantos Solemnidad del apóstol Santiago Ilutración de Santiago apóstol Publicado: 25/07/2017: 19183 En la Diócesis de Málaga hay siete parroquias que tienen al apóstol Santiago como titular. Éstas se encuentran en los municipios de Antequera, Casarabonela, El Morche, Gaucín-Estación, Málaga capital, Monda y Montejaque. En estos municipios, se celebran cultos dedicados al santo en el día de su fiesta. En Antequera, por ejemplo, la parroquia de Santiago celebra Misa hoy a las 20 horas, y a continuación la comunidad celebra una fiesta convivencia en el patio. La imagen de Santiago está engalanada y colocada en un sitio preeminente en la parroquia. En Alozaina (de dónde es patrón) se celebra estos días la feria de Santiago y Santa Ana. Hoy hay Misa a las 19.30 horas y procesión posterior con la imagen del santo. En Casarabonela hay Misa a las 11.30 horas y el jueves llega el turno de la feria del municipio. El sábado a las 19 horas se celebra la Misa en honor del apóstol y se procesiona la imagen de su titular. En Málaga capital, la recién restaurada parroquia de Santiago tiene previsto el rezo de Vísperas Solemnes a las 19.30 horas, y a continuación, Misa cantada con el acompañamiento del grupo de canto gregoriano de la Catedral. Benedicto XVI, en la Audiencia General del 21 de junio de 2006, fijó su mirada en la figura del apóstol, dentro de unas catequesis en las que retrataba a los apóstoles. Recogemos lo principal de su alocución. «Santiago pudo participar, juntamente con Pedro y Juan, en el momento de la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní y en el acontecimiento de la Transfiguración de Jesús. Se trata, por tanto, de situaciones muy diversas entre sí: en un caso, Santiago, con los otros dos Apóstoles, experimenta la gloria del Señor, lo ve conversando con Moisés y Elías, y ve cómo se trasluce el esplendor divino en Jesús; en el otro, se encuentra ante el sufrimiento y la humillación, ve con sus propios ojos cómo el Hijo de Dios se humilla haciéndose obediente hasta la muerte. Ciertamente, la segunda experiencia constituyó para él una ocasión de maduración en la fe, para corregir la interpretación unilateral, triunfalista, de la primera: tuvo que vislumbrar que el Mesías, esperado por el pueblo judío como un triunfador, en realidad no sólo estaba rodeado de honor y de gloria, sino también de sufrimientos y debilidad. La gloria de Cristo se realiza precisamente en la cruz, participando en nuestros sufrimientos. Esta maduración de la fe fue llevada a cabo en plenitud por el Espíritu Santo en Pentecostés, de forma que Santiago, cuando llegó el momento del testimonio supremo, no se echó atrás. Al inicio de los años 40 del siglo I, el rey Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, como nos informa san Lucas, "por aquel tiempo echó mano a algunos de la Iglesia para maltratarlos e hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan" (Hch 12, 1-2). La concisión de la noticia, que no da ningún detalle narrativo, pone de manifiesto, por una parte, que para los cristianos era normal dar testimonio del Señor con la propia vida; y, por otra, que Santiago ocupaba una posición destacada en la Iglesia de Jerusalén, entre otras causas por el papel que había desempeñado durante la existencia terrena de Jesús. Una tradición sucesiva, que se remonta al menos a san Isidoro de Sevilla, habla de una estancia suya en España para evangelizar esa importante región del imperio romano. En cambio, según otra tradición, su cuerpo habría sido trasladado a España, a la ciudad de Santiago de Compostela. Como todos sabemos, ese lugar se convirtió en objeto de gran veneración y sigue siendo meta de numerosas peregrinaciones, no sólo procedentes de Europa sino también de todo el mundo. Así se explica la representación iconográfica de Santiago con el bastón del peregrino y el rollo del Evangelio, características del apóstol itinerante y dedicado al anuncio de la "buena nueva", y características de la peregrinación de la vida cristiana. Por consiguiente, de Santiago podemos aprender muchas cosas: la prontitud para acoger la llamada del Señor incluso cuando nos pide que dejemos la "barca" de nuestras seguridades humanas, el entusiasmo al seguirlo por los caminos que él nos señala más allá de nuestra presunción ilusoria, la disponibilidad para dar testimonio de él con valentía, si fuera necesario hasta el sacrificio supremo de la vida. Así, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de adhesión generosa a Cristo. Él, que al inicio había pedido, a través de su madre, sentarse con su hermano junto al Maestro en su reino, fue precisamente el primero en beber el cáliz de la pasión, en compartir con los Apóstoles el martirio».