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75 aniversario de la bendición de la imagen de Jesús Nazareno de las Torres (Álora)

Publicado: 31/10/2020: 4539

75 ANIVERSARIO DE LA BENDICIÓN DE LA IMAGEN
DE JESÚS NAZARENO DE LAS TORRES
(Álora, 31 octubre 2020)


Lecturas: Ap 7, 2-4.9-14; Sal 23, 1-6; 1 Jn 3, 1-3; Mt 5, 12.
(Fiesta de Todos los Santos)

1.- La Iglesia celebra hoy la fiesta de “Todos los Santos”, es decir, toda la multitud innumerable de hermanos nuestros, antepasados, que gozan ya de la presencia de Dios en el cielo y están en comunión con nosotros.
Es una fiesta que nos llena de alegría y de esperanza al ver que ellos nos han precedido y han llegado a ser santos. Ellos nos animan a seguir el camino que Dios nos indica para llegar a la meta, donde los santos viven eternamente.
En nuestra sociedad hay mucha gente que no cree en la eternidad y combate la muerte intentando esconderla para que no esté presente. Somos hijos de Dios, llamados a compartir su vida y a contemplarle en la eternidad (cf. 1 Jn 3, 1-2). La vida del ser humano no termina en este mundo terrenal.
La fiesta de Todos los Santos nos recuerda que la fuerza del Espíritu Santo actúa en todo el mundo y es una semilla capaz de arraigar en el corazón de todas las personas, sin importar las condiciones de raza, cultura, lengua o clase social, como hemos escuchado en el libro del Apocalipsis: «Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos» (Ap 7, 9). Ese Cordero es Jesús Nazareno de las Torres que nos ha salvado de la muerte eterna.
El papa Francisco habla de los santos de la puerta de al lado (cf. Gaudete et exsultate, 7). Algunas personas que hemos conocido han sido declaradas “santos” después de su muerte; y otros muchos que no serán nunca reconocidos oficialmente, pero participarán de esa santidad en la vida eterna; y tal vez están ahora sentados a vuestro lado y no pensamos que son santos.

2.- Todos los bautizados estamos llamados a ser santos. La fiesta de hoy es una llamada a la santidad para todos nosotros. Todos podemos descubrir nuestra manera de seguir a Cristo.
Ser santos no se caracteriza necesariamente por hacer grandes obras para la historia ni por realizar milagros. Los santos nos demuestran que seguir a Cristo es posible; también ellos tuvieron defectos y no fueron perfectos, sino pecadores. Fueron personas normales que creyeron en el Evangelio y siguieron a Jesús.
    En las celebraciones con muchos fieles, como hoy en Álora, le pido siempre al Señor que los que participamos de la Eucaristía participemos también un día en el banquete celeste. Os imagináis que dentro de cien años nos encontremos en el cielo los mismos que hoy estamos aquí. ¿Acaso no os alegráis de que esta asamblea litúrgica se convierta en su día en una asamblea festiva dentro de cien años?
    Algunos santos han dejado una huella profunda; pero otros han pasado desapercibidos. Podemos pedir la intercesión de los santos que ya gozan de la amistad eterna con Dios en el cielo, para que nos ayuden a vivir fieles al Señor, sirviendo a los demás.
El Señor llama “bienaventurados” a quienes trabajan por el reino de los cielos y buscan la justicia y la paz (cf. Mt 5,3-11). Bienaventurado, feliz y santo son términos que indican lo mismo.

3.- En este marco de esta fiesta de Todos los Santos la “Ilustre Archicofradía y Antigua Hermandad del Dulce Nombre de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Torres, Jesús atado a la Columna, Santísimo Cristo Crucificado de los Estudiantes, Santo Entierro y María Santísima de las Ánimas” celebra el 75 Aniversario de la bendición y de la primera procesión en 1945 de la sagrada imagen de Jesús Nazareno de las Torres, realizada por el escultor nacido en Álora, José Navas-Parejo Pérez.
Jesucristo, el Nazareno de las Torres, es el rostro de la misericordia de Dios, como dijo el papa Francisco (cf. Misericordiae vultus, 1). La talla del Nazareno de las Torres, que contemplamos, expresa el amor divino y la misericordia de Dios, que carga con el pecado de los hombres, en actitud caminante e inclinado por el peso de la Cruz. Ese peso se lo hemos cargado nosotros a sus espaldas con nuestros pecados. ¿Cómo podríamos aligerar su peso? Podríamos hacerlo siguiéndole, compartiendo con Él la cruz, siendo santos, siendo bienaventurados y felices por seguirle.
La otra vida o vida eterna no se llama así porque venga detrás de la muerte temporal. Se llama “otra” porque es cualitativamente distinta, pero ya comenzamos a gozarla en esta vida temporal. La vida eterna, gracias a Jesús Nazareno de las Torres, se hace presente en el tiempo. Si queréis compartir con Cristo el peso de su cruz, su felicidad y su vida divina, el mejor modo de hacerlo es celebrar su misterio pascual en la Eucaristía, como estamos haciendo y siendo consecuentes después al terminar la celebración.

4.- Os felicito por esta celebración, que recuerda vuestra historia; porque conviene hacer verdadera memoria histórica de nuestras raíces cristianas. En nuestra sociedad se promueven otras formas de memoria histórica y una pérdida del sentido de la misma, que manipula la verdad de los hechos, como dice el papa Francisco (cf.  Fratelli tutti, 13).
El Papa salía al paso de esta tendencia, exhortando a recordar y mantener la propia historia y la experiencia de nuestros mayores. Los que pretenden manipular la historia necesitan personas que olviden su historia, desarraigadas y desconfiadas para confíen sólo en las promesas que ellos ofrecen: “Para esto necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido» (Christus vivit, 181). Todo esto son nuevas formas de colonización cultural, de las que nos debemos librar.
Hoy, pues, hacemos memoria de nuestra historia; memoria agradecida a Dios y a quienes nos precedieron. Vuestra Cofradía da gracias por estos setenta y cinco años de bienes espirituales recibidos del Señor Jesús.

5.- La imagen actual de Jesús Nazareno de las Torres sustituyó a la imagen primitiva de 1632 de la antigua hermandad del Dulce Nombre de Jesús de esta querida ciudad de Álora, porque vuestra Hermandad tiene sus orígenes en la devoción al Dulce Nombre de Jesús; y eso no podemos olvidarlo.
Desde los primeros siglos del cristianismo los cristianos empezaron a invocar este bendito Nombre. La fiesta litúrgica del Dulce Nombre de Jesús venía fundamentada en la mística espiritual de varios autores como Orígenes, san Juan Crisóstomo, san Gregorio Niceno, san Agustín, san Bernardo, san Buenaventura, san Bernardino de Siena.
Durante el Concilio de Lyon, en el año 1274, el papa Gregorio X dictó una Bula para desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de los Dominicos y los Franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa.
Como fiesta litúrgica se celebró por primera vez en el año 1530, cuando el Papa Clemente VII concedió a la Orden Franciscana el privilegio de celebrarlo con el Oficio litúrgico propio. Con posterioridad, en el año 1721, el papa Inocencio VI, la estableció como fiesta para toda la Iglesia latina en el segundo domingo después de la Epifanía.

6.- Esta devoción creció en el pueblo de Álora, favoreciendo la institución de su Hermandad, aunque desconozcamos la fecha de su fundación; y probablemente promovió también la edificación de una capilla en la antigua parroquia de Santa Maria de la Encarnación, conocida popularmente como iglesia «de las Torres». Con estos datos podemos apreciar que el mosaico de vuestra historia adquiere su verdadera forma.
    Queridos cofrades e hijos de Álora, mantened la fe y el amor a Jesucristo mediante la invocación del Dulce Nombre de Jesús y la imagen de Jesús Nazareno de las Torres, único Salvador del género humano. Son dos nombres que se complementan y que soléis utilizar ambos. No olvidéis vuestros orígenes; la advocación del “Dulce Nombre” era una reparación por los insultos a Cristo; y en la pasión del Señor por los salivazos, los azotes y la cruz. En cierto sentido sois una cofradía “reparadora” que da testimonio de la fe en pleno siglo XXI.

7.- Podemos dirigir ahora a Jesús estas invocaciones en el silencio de nuestro corazón. Mientras contempláis la imagen de Jesús Nazareno de las Torres, repetid estas invocaciones: “Dulce Jesús, Hijo de Dios; Dulce Jesús, sacramentado por nuestro amor; Dulce Jesús, Salvador nuestro. Jesús Nazareno de las Torres, vida de mi vida; Jesús Nazareno de las Torres, anhelo de mi alma; Jesús Nazareno de las Torres, centro de mi corazón; Jesús Nazareno de las Torres, amor de mis amores; Jesús Nazareno de las Torres, rostro de la misericordia de Dios; Jesús Nazareno de las Torres, fuente de infinita alegría; Dulce Jesús, dulzura y esperanza de la humanidad”.
Pedimos a María Santísima de las Ánimas que nos acompañe en nuestra vida terrenal hasta conducirnos a la verdadera patria del cielo con todos los ángeles y santos. Amén.

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