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Encuentro de Coros con motivo del Año de la Misericordia (Santuario de Santa María de la Victoria-Málaga)

Publicado: 08/07/2016: 4114

Homilía pronunciada por el obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en el Encuentro de Coros con motivo del Año de la Misericordia (Santuario de Santa María de la Victoria, Málaga) el 8 de julio de 2016.

ENCUENTRO DE COROS

CON MOTIVO DEL AÑO DE LA MISERICORDIA

(Santuario Santa María de la Victoria-Málaga, 8 julio 2016)

 

Lecturas: Os 14,2-10; Sal 50,3-4.8-9.12-14.17; Mt 10,16-23.

 

1.- La liturgia de hoy nos ofrece un texto del libro del profeta Oseas que quiere ayudar a su pueblo a que sea fiel al Señor su Dios. El pueblo de Israel se apartó de Dios y buscó otras alianzas que le salvaran de sus enemigos y confiaron en sus propias fuerzas.

Pero eso no lo salvaba: «Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos» (Os 14,4). No hay que confiar en las facultades propias para salvarse. El pueblo se aparta.

Y con el profeta nos preguntamos: ¿Cuáles son hoy nuestros ídolos y nuestros falsos dioses? ¿En qué confiamos nosotros? ¿Buscamos la felicidad con nuestras propias fuerzas apartándonos del Señor, alejándonos de Él, contando solo con los instrumentos y facultades que tenemos? Hasta puede que, incluso, lo esperemos todo de nuestra buena voz y canto, de nuestra música.

 

2.- Como indica el profeta estamos en un momento para volver al Señor, hay que volver a Dios: «Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta» (Os 14,2). El profeta nos invita a volver al Señor. En Él está nuestra salvación. Él es el fundamento de nuestra vida. Él es quién da sentido a todo. Él es quien nos ama realmente.

Por tanto, lo que tengamos usémoslo como instrumento, como medio; pero como medio para llegar a Él, para alabarlo. Os invito, porque la mayoría de vosotros estáis vinculados al canto litúrgico, para que sea siempre alabanza a Dios, acción de gracias y petición y perdón; por eso, que sea siempre un acto de fe y de amor a Dios.

 

3.- El lema de este encuentro de coros litúrgicos, de coros de parroquias es “Cantar la fe”. La fe la celebramos y por eso estamos celebrando la Eucaristía, porque en la Eucaristía Dios nos salva, Dios nos perdona, Dios nos da su Palabra, nos alimenta con su cuerpo y su sangre, y nos perdona los pecados en la celebración litúrgica. Y de un modo muy especial, en la Eucaristía Dios realiza su obra salvífica en nosotros. Este es el centro del día de hoy.

A la noche cantaréis como alabanza al Señor, pero ha de ser como consecuencia de esta celebración eucarística, como continuación o colofón, como punto final de la jornada.

 

4.- Volved al Señor. Si volvemos, dice el profeta al pueblo de Israel, el Señor asegura una serie de cosas buenas. Dios se presenta para Israel como los mejores árboles y plantas: cedro, olivo, viña; y les da los mejores frutos: trigo, vino, rocío, perfume, lirio (cf. Os 14,6-8). El Señor promete todo esto a quien vuelva a Él.

Volvamos de la mano de la Virgen al Señor para que nos regale esos frutos de misericordia, de amor, de perdón; esos frutos que nos hacen felices. Los falsos dioses no nos salvan, no nos hacen felices.

 

5.- En el Salmo 50 hemos pedido perdón al Señor: «Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa» (Sal 50,3); le hemos pedido que nos dé un nuevo corazón: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme» (Sal 50,12). Porque necesitamos que el Señor nos perdone.

Toda esta jornada de canto a la fe, con nuestro querido Mons. Marco Frisina, se enmarca dentro del Año Jubilar de la Misericordia. El Salmo 50 es el típico salmo de petición de perdón al Señor y de deseo de cambio y de renovación interior.

Pidámosle al Señor que nos renueve a todos.

 

6.- El evangelista Mateo, en su evangelio, nos ha dicho que seamos testigos valientes de la Buena Noticia en la persecución. Esto mismo dice Jesús: «Mirad que yo os envío como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles» (Mt 10,16-18).

Este es el objetivo, que seamos testigos valientes del Evangelio en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, a través de nuestra vida diaria, de nuestra profesión de fe, de nuestro canto, porque el canto es una profesión de fe. El canto es una alabanza, que como dice san Agustín: “quién canta ora dos veces”. Que ofrezcamos nuestro canto, sobre todo en la litúrgica como alabanza y como sacrificio espiritual agradable al Señor.

 

7.- Dios nos asegura que aún en la persecución y en el testimonio por el Evangelio Él estará con nosotros. No hemos de preocuparnos de cómo nos defenderemos, ni cómo nos explicaremos la fe, ni cómo actuaremos en ese momento: «Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros» (Mt 10,19-20). El Espíritu nos inspirará lo que hay que decir.

Hay un texto del papa emérito Benedicto XVI, en la primera carta sobre el amor, que dice que el cristiano sabe cuándo tiene que actuar, cuándo tiene que hablar y cuándo tiene que callar, según donde esté. Siempre ha de ser testigo. Unas veces lo hará de manera explícita y hablará de Jesús como salvador, otras veces actuará con gestos sin decir ni una sola palabra. El Espíritu prudentemente nos dirá cómo hemos de actuar; pero para esto hay que ponerse en sus manos, hay que abrirse a esa acción del Espíritu.

Pidamos pues a la Virgen, Santa María de la Victoria, nuestra Patrona, que nos ayude a vivir así. Que nos ayude a experimentar la misericordia de Dios, en este Año Jubilar, a cantar la fe, a vivirla, a dar testimonio con ese canto en nuestra sociedad y también a través de los gestos pequeños de cada día. Que así sea.

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