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Capítulo General de las Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús (Colegio Madre Asunción-Málaga)

Capítulo General de las Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús, en Málaga
Publicado: 16/07/2018: 3150

Homilía pronunciada por D. Jesús Catalá con motivo del Capítulo General de las Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús el 16 de julio de 2018.

CAPÍTULO GENERAL DE LAS CARMELITAS
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
(Colegio Madre Asunción-Málaga, 16 julio 2018)

Lecturas: Is 1,10-17; Sal 49,8-9.16bc-17.21.23; Mt 10,34 – 1,1.

1. El Señor nos convoca en esta fiesta de la Virgen del Carmen para cantar sus alabanzas y pedirle por el buen fruto del Capítulo general de la Congregación de las Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús.
Siempre que revisamos nuestra vida de especial consagración hemos de acudir a las fuentes originarias y a los inicios del carisma. En el año 1924 coincidieron en Málaga Madre Asunción Soler y D. Manuel González, obispo de esta Diócesis, hoy santo. Ambos siguieron la inspiración del Espíritu Santo cuidando, regando y abonando una nueva plantita, vuestra Congregación, que ha ido creciendo como el grano de mostaza (cf. Mt 13,31-32) y está presente hoy en varios países.
Vuestro carisma se expresa a través de “una actitud orante, de radical fe y confianza en Dios, buscando por encima de todo su gloria; con un estilo de vida pobre, humilde y sencillo; en fidelidad a la Iglesia y a su misión en el mundo; solidarizadas evangélicamente con los más pobres y comprometidas con su liberación y salvación” (Constituciones, Art. 3). Este estilo de vida va en consonancia con lo que el profeta Isaías nos ha recordado: «Aprended a hacer el bien. Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda» (Is 1,17).
Este es vuestro modo de configuraros de manera especial a Cristo, obediente, pobre y casto. Hoy renovaréis vuestros votos, siguiendo al Señor. El espectro de vuestra misión eclesial es muy amplio, abarcando campos diversos desde la enseñanza hasta el cuidado de personas necesitadas.
El papa Juan Pablo II animaba a los consagrados a vivir una fidelidad creativa “al carisma fundacional y al consiguiente patrimonio espiritual de cada Instituto. Precisamente en esta fidelidad a la inspiración de los fundadores y fundadoras, don del Espíritu Santo, se descubren más fácilmente y se reviven con más fervor los elementos esenciales de la vida consagrada” (Vita consecrata, 36). Os invito a esta fidelidad creativa.
Y el papa actual, Francisco, nos exhorta a todos a vivir la santidad: “Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió «para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor» (Ef 1,4) (Gaudete et exsultate, 2).  El Papa nos invita a todos a vivir la santidad, cada cual en su estado y en su situación vital propia.

2. El Capítulo general suele llevar a una profundización del carisma de la congregación. Profundizar en el propio carisma implica purificar lo que impide llevarlo a la práctica y de las adherencias ajenas al mismo. El Señor nos pide que vayamos ligeros de equipaje, como dijo a sus apóstoles, que no llevaran para el camino ni pan, ni alforja, ni dinero, ni túnica de repuesto; solo podían llevar sandalias y un bastón (cf. Mt 6,8-9).
Os animo a que comencéis el Capítulo con sandalias y bastón. Examinad qué alforjas sobran y debéis abandonar; mirad qué túnica está de más para desprenderse de ella; considerad qué bienes materiales no necesitáis para llevar a cabo vuestra misión. Sólo podéis apoyaros en el bastón del Buen Pastor, Jesús, y calzar las sandalias para seguir sus pasos. Ni siquiera debéis caminar por donde os plazca, sino por el camino que el Maestro de Nazaret os indica, porque Él es «el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6); visto así, pocas cosas necesitamos.
Vivamos según nos pide el Señor y no tendremos que escuchar de sus labios: «No me traigáis más inútiles ofrendas, son para mí como incienso execrable» (Is 1,13). Puede que en ocasiones ofrezcamos al Señor cosas que nos parecen una buena ofrenda, pero Él no la aprecia como tal; él quiere la ofrenda de nuestra vida; no desea ofrendas de cosas. Él quiere la ofrenda de nuestro corazón; la entrega total a la misión, que nos ha confiado en la Iglesia.
El evangelista Mateo nos ha transmitido las palabras de Jesús: «El que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10,38-39).
Vuestra Fundadora, Madre Asunción, cargó con su cruz y siguió al Señor; hizo donación de su propia vida a Dios, purificando su corazón, acogiendo en el silencio el misterio de Dios y viviendo en humildad para no destacar. Ella os decía: «Hijas, reconozcamos que no somos nada». Supo desprenderse en el camino de bienes materiales, de afectos, de cargos, de honores. Ella se abandonó en manos de la Providencia divina, cultivando la espiritualidad mariana, propia del Carmelo.

3.- Damos gracias a Dios por vuestro carisma fundacional; por vuestra presencia en la Iglesia y de modo particular en nuestra iglesia particular; por vuestra consagración a Dios; por recordarnos cada día que lo más importante es Dios; solo Él basta en nuestra vida, como decía santa Teresa.
Y le pedimos que seáis fieles al don, que Dios os ha regalado, al incorporaros al carisma carmelitano. ¡Ofrecedle al Señor el jardín (carmelo) de vuestro silencio y oración, de vuestra pobreza, de vuestra obediencia y de vuestro amor virginal! ¡Salga de vuestro corazón el aroma del amor esponsal con el Señor y con la Iglesia! ¡Que el Señor os ilumine en el camino de su seguimiento y en este Capítulo!
La Virgen del Carmen es un jardín para Dios. ¡Que vosotras viváis la espiritualidad del Carmelo! A ella le pedimos que os mantenga en la fidelidad gozosa y en la entrega generosa de cada día, para que podáis dar respuesta a los retos de nuestra sociedad y que os ayude en estos días de Capítulo general. Amén.

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