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Semana Nacional de Teología para Institutos de Vida Consagrada (Madrid)

Publicado: 06/04/2018: 1168

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, el 6 de abril de 2018, en la "Semana Nacional de Teología para Institutos de Vida Consagrada", celebrada en Madrid.

SEMANA NACIONAL DE TEOLOGÍA
PARA INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
(Madrid, 6 abril 2018)

Lecturas: Hch 4,1-12; Sal 117,1-2.4.22-27a; Jn 21,1-14.

1.- El anuncio de la resurrección de Jesús

Cuando Pedro y Juan predicaban al pueblo la resurrección del Señor, los jefes religiosos se indignaron (cf. Hch 4,1-2) y les hicieron comparecer para interrogarlos por haber curado a un enfermo: «¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso vosotros?» (Hch 4,7).

Sin miedo los apóstoles les explican: «Ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros» (Hch 4,10).

Además de la resurrección, añaden dos notas sobre Jesús: «Él es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular» (Hch 4,11). Cristo es el fundamento de la humanidad, el Primogénito de toda criatura (cf. Col 1,15), la Cabeza (cf. Col 1,18).

Jesucristo es el Salvador del mundo: «No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4,12; cf. Jn 4,42; Hch 5,31; 1 Tim 4,10).
Estas dos características o definiciones de Jesús van implícitas o explícitas en el testimonio de quien cree en la resurrección. Y deben ir también en nuestro testimonio de Cristo resucitado.

El Crucificado es el Resucitado. Y este Resucitado es Piedra angular de la humanidad y Salvador único; no hay otro.

2.- Reacción de los poderosos de este mundo

Al igual que sucedió en tiempo de los apóstoles, los poderosos de este mundo se indignan cuando oyen hablar de resurrección, cuando los cristianos presentan a Cristo como fundamento de sus vidas, como piedra angular y como salvador único. Porque se les quita el puesto a los “salvadores”. A la humanidad no la salvan ni los políticos, ni los economistas, ni otra mucha gente que se creen los dueños; a la humanidad la solo salva Jesucristo. Hemos de empezar por creerlo nosotros; de lo contrario, no podremos dar testimonio de ello, como hicieron los apóstoles.

Los poderosos de este mundo desean acallar las voces de los cristianos, porque les molestan. Desearían cerrar las instituciones educativas y de iniciativa social de los cristianos, para presentarse ellos como los únicos salvadores. Y también para dominar las directrices culturales e imponer de manera prepotente su propia ideología, contraria a la verdad del ser humano, que es la que propone la fe cristiana, revelada en Jesús, el Hijo de Dios.

Pero los cristianos tenemos la certeza de la fe en la resurrección del Señor y la fuerza del mismo Espíritu que inspiró la predicación de los primeros discípulos.

Nuestra sociedad necesita ser de nuevo evangelizada, como nos repite tantas veces el papa Francisco y los papas anteriores.

Pidamos a Dios la fuerza necesaria para ser testigos valientes del Evangelio. Se necesitan hoy testimonios auténticos de profesión en Cristo resucitado.

3.- La pesca abundante al fiarse de Jesús

El Evangelio narra que Simón Pedro y otros discípulos fueron a pescar y no cogieron nada en toda la noche (cf. Jn 21,3). Al amanecer se presentó Jesús en la orilla y al preguntarles si tenían pescado, contestaron negativamente.

Entonces les indicó cómo conseguirlo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces» (Jn 21,6).

En la tarea que el Señor nos ha encomendado confiamos muchas veces en nuestra pericia, en nuestros instrumentos y medios, en nuestras redes, en nuestra barca. Pero no conseguimos los resultados deseados.

Hemos de abandonar nuestras redes, nuestras barcas, nuestros instrumentos. Hemos de confiar menos en nuestras instituciones y fiarnos más del Señor.

Seguramente los peritos en pesca, es decir, Pedro y sus compañeros, se reirían cuando Jesús les dijo que echaran las redes a la derecha. Pensarían que Jesús no entendía nada de pesca, pues ellos llevaban bregando toda la noche y no habían cogido nada. Pero en el nombre del Señor terminaron echando las redes donde el Señor le indicaba.

Nos cuesta fiarnos del Señor; pero, cuando lo hacemos, el resultado es óptimo y los frutos se multiplican. El Señor nos da hoy una hermosa lección en esta Pascua, como la dio a sus discípulos en el mar de Galilea. Dejemos que el Resucitado nos indique cómo alcanzar el objetivo de nuestra misión eclesial. Dejémonos amaestrar por el Maestro; dejémonos enseñar y adoctrinarnos por Él.

4.- Semana Nacional para la Vida religiosa

Estáis celebrando la 47ª Semana Nacional que organiza el Instituto Teológico de Vida Religiosa bajo el lema: «Llamó a los que Él quiso. Jóvenes, discernimiento y vida consagrada», con motivo del Sínodo de los jóvenes convocado por el papa Francisco para el próximo mes de octubre.

Demos gracias a Dios por su misericordia infinita. Nuestro trabajo con los jóvenes debe ajustarse más al estilo de Jesús. Es importante ser consciente de que Dios llama a los que Él quiere, no a los que queremos nosotros o a los que nos gustaría que Él llamara.

El Salmo responsorial nos ha invitado a dar gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia (cf. Sal 117,1).

El Señor ha resucitado y esto ha sido un milagro patente. El tiempo pascual es tiempo de alegría, porque nuestro gozo está en el Señor. Transmitamos a las jóvenes generaciones el ardor misionero y el gozo de vivir la fe a ejemplo de la Virgen María. El gozo interior de saber que estamos realizando la tarea que el Señor nos pide y no el proyecto de nuestra institución o de nuestra congregación. Hagamos la tarea que el Señor nos pide a cada familia religiosa de pertenencia.

¡Dejémonos acompañar de María y dejemos que el Espíritu sople en nuestro corazón! Amén.

 

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