Noticia Diario de una adicta (XLVII). La psicóloga amiga Publicado: 24/02/2017: 6302 Me pregunto, en muchas ocasiones, para qué estoy escribiendo, pues ni deseo ni quiero aconsejar a nadie, bastante tengo conmigo misma. No tengo ni idea del grado que alcanzaré en mi recuperación, aunque cada vez me reafirmo, y con fiereza, que no sólo la droga, sino cualquier dependencia será siempre mi enemiga y lucharé para no ser esclava de nada ni de nadie. Mi madre, en una de sus salidas, se encontró con una amiga, madre de una antigua compañera del colegio, y echaron un rato recordando fiestas de cumpleaños, travesuras en el colegio y las diferentes anécdotas de sus respectivas hijas. Animada por la conversación, le preguntó cómo me encontraba después del accidente, y dio a entender que conocía toda mi historia. Le dijo que su hija Carmen había estudiado psicología y que le preguntaba mucho por mí. Mi madre la invitó a que me llamara si ella quería. Yo pillé un rebote porque no me apetecía, por ahora, ver a nadie, pero días después, cuando reflexionando, se me encendió la luz de mi egoísmo y consideré que me podía venir bien la ayuda profesional de esa amiga. Así se lo comuniqué a mi madre y le faltó tiempo para llamar. El encuentro con Carmen me emocionó. A ella también le ocurrió lo mismo. Estaba muy guapa y cambiada, pero es que hacía más de 6 años que no la veía. Sonriente y cariñosa pasamos casi toda la tarde recordando y comentando cosas del colegio, de las monjas, y dimos un repaso a casi todas las compañeras. Cada una tenía su vida y andaban con sus temas. Se ofreció con ganas para ayudarme y me confesó que sabía todo de mí y que podía contar con ella para lo que me hiciera falta. Le comenté el tratamiento que estaba haciendo, los libros de autoayuda que trabajaba y un montón de detalles. Se mostró muy interesada y me dijo que si yo lo aceptaba, ella podría venir cuando la necesitara para orientarme o ayudarme a interpretar algunas cuestiones psicológicas. Además era experta en los trastornos emocionales, había hecho la tesis sobre adicciones y actualmente trabajaba, en un hospital concertado, de psicóloga clínica. La alegría me hizo retenerla. No deseaba que se fuera y fue mi madre la que intervino con sutileza, pues llevaba más de 3 horas con el palique. Carmen me dijo que la llamara para quedar un día y organizar un poco nuestras reuniones que sólo podían ser por la tarde y de preferencia los jueves, que era su día más tranquilo. Al marcharse, mi madre me sugirió que antes de comprometerme con ella, debía consultarlo con el médico que me llevaba, para evitar conflicto entre profesionales; así lo hice en la siguiente sesión. Me dijo que la conocía y sabía de su capacidad profesional. Podía ser de gran ayuda y por lo tanto me animó a que también trabajara con ella, pero que tendrían una reunión previa de coordinación para evitar mensajes contradictorios. -No creo que esto ocurra, pero es muy importante unificar los criterios. Bastantes líos tienes todavía en tu cabeza para meterte otros.-