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Vientres de alquiler y dignidad humana

Publicado: 22/02/2017: 19407

FIRMAS. Joaquín Fdez-Crehuet. Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UMA.

Desde el punto de vista ético, me postulo claramente en contra de la maternidad subrogada, a la que algunos presentan como una técnica novedosa de reproducción asistida, aunque su ejecución lo que consigue es transformar a la persona en un medio manipulable, dejando de ser considerada como una realidad digna por sí misma.

La ética médica española propone, como principio básico, que la dignidad es algo que no debe violentarse. El Artículo 5 del vigente Código de Deontología Médica lo deja muy claro: «la profesión médica está al servicio del ser humano y de la sociedad; respetar la vida humana y la dignidad de la persona son los deberes primordiales del médico».

No hay duda de que la violencia a la dignidad de la mujer radica en el hecho de ser tratada como un objeto. Kant, en su Metafísica de las Costumbres lo fundamenta de forma palmaria
«… el hombre no puede ser tratado por ningún hombre (ni por otro, ni siquiera por sí mismo) como un simple instrumento, sino siempre, a la vez, como un fin; y en ello estriba su dignidad». Por ello, transformar a alguien en simple instrumento es mancillar su grandeza constitutiva, considerando a la persona (alguien) como cosa (algo).

En cualquier caso, la mujer que presta su útero no es una vasija, tal como defiende acertadamente un manifiesto feminista. Hoy se sabe con auténtica certeza científica que existe un fortísimo vínculo materno-filial desde el comienzo del embarazo hasta el final, tanto a nivel celular como en lo afectivo.

Conociendo estas realidades biológicas, se entiende la subrogación gestacional como una
autentica instrumentalización de la mujer, como una ofensa grave contra su dignidad, más todavía si consideramos que, en la mayoría de los casos, se trata de mujeres que cobran por dicho sometimiento contractual. Pero, ni siquiera en los casos de altruismo absoluto, esta práctica se convierte en ética aunque vaya adornada por un “buenismo” estremecedor.

El antropocentrismo actual exalta la libertad desvinculada de la ley natural y con ello aspira a conseguir unos nuevos derechos sociales desvinculados de la naturaleza moral del ser humano. Algunos quieren presentar el asunto del vientre de alquiler como un avance progresista cuando en realidad no es más que un retroceso en materia de derechos humanos fundado en el relativismo ético que impregna nuestra cultura.

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