Sí, Jesús se enfureció porque el templo judío estaba al servicio de intereses comerciales o incluso opuestos al culto verdadero. Y es que, la liturgia en espíritu y verdad, que Él mismo es, que nos transforma desde el agua bautismal uniéndonos y nutriéndonos, comulgando su Cuerpo, está lejos de los intereses de lucro. Esto significa entonces que este pasaje contiene una enseñanza decisiva. El suceso tuvo que enfurecer a todos los estamentos judíos.

Jesús, el verdadero templo, el cordero de Dios, no es violento. La violencia es contraria
al reino de Dios, nunca sirve a la humanidad, la deshumaniza. La falta de silencio y oración en nuestros templos, puede confundirnos con un mercado, donde no distinguimos su voz, entre tantas otras que nos llenan de confusión. El silencio con Él, no es vacío ni inútil, es mirarle y que nos mire.

Las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta hacen más de dos horas diarias de adoración antes de empezar sus tareas al lado de la miseria. Si llegamos a pensar que el dinero u otras cosas son más importantes que la oración, viene este nuevo Éxodo, la Cuaresma, para guiarnos hasta el coraje del arrepentimiento como acto libre y consciente de amor a Jesús, porque Él nos ama primero. Con la Pascua, Jesús inicia el nuevo culto, el culto del amor, y un nuevo templo, que es Él mismo. Somos su debilidad, por eso, lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.