Noticia Diario de una adicta (XII). El accidente Publicado: 21/05/2016: 3893 Una tarde, cuando regresábamos a casa, me dejó en la puerta porque tenía que hacer una gestión con un amigo y me aseguró que en poco tiempo estaría de vuelta. A su vuelta traía tres papelinas y yo no puse ninguna objeción para consumirla. Tuve otra experiencia igual o más fuerte que la primera y decidí que de vez en cuando tendría que repetir, pues la consideraba mejor que una cena, mejor que una fiesta con bebidas e incluso mejor que hacer el amor con Esteban, aunque en esto no teníamos ningún tipo de problemas. Parece que la droga facilitaba y consolidaba nuestras relaciones que eran magníficas. ¿Y qué malo tiene consumir de vez en cuando?, me repetía, pues ni matamos, ni robamos ni hacemos daño a nadie. Yo creía que mis estudios iban bien. No faltaba a muchas clases y mis relaciones con las amigas eran normales, o por lo menos eso era lo que yo pensaba. La realidad es que la idea de consumir me empezaba a obsesionar y la llegada de Esteban a la casa era un respiro y un alivio porque siempre traía algo. Muchos días, con los porros y algo de alcohol pasábamos la noche. Un día decidimos ir a un pueblo para alquilar una casa rural con la ilusión de pasar un fin de semana en intimidad. Con el consumo asegurado apenas salimos de la casa. Cuando regresábamos el domingo por la noche, un giro inesperado de Esteban con el coche, nos sacó de la carretera y dimos varias vueltas de campana. Él solo tuvo unas magulladuras y una costilla rota, pero yo me fracture la tibia y peroné de la pierna derecha. Pero, en la exploración que me hicieron previamente a la entrada en el quirófano para reducirme la fractura, me diagnosticaron una rotura de bazo, por lo que me lo tuvieron que extirpar. Con la pierna escayolada, heridas superficiales en la cara, el hombro inflamado y todo el cuerpo dolorido, los días en el hospital fueron un calvario, pero especialmente porque Esteban no apareció y aguanté un mono sólo disminuido por los analgésicos que pedía constantemente. Pero mi auténtico calvario era que tenía la sensación de abandono por parte de mi pareja.