NoticiaEntrevistas D. Alfonso Milián: «La Iglesia está para dar sentido a la vida» Monseñor Alfonso Milián /S. FENOSA Publicado: 09/07/2020: 40140 El 26 de noviembre fallecía D. Alfonso Millán (La Cuba, Teruel, 1939), obispo emérito de Barbastro y delegado de Cáritas durante más de una década. Del 5 al 13 de julio estuvo en Málaga acompañando a un grupo de personas que realizaban ejercicios espirituales en Villa Nazaret. Rescatamos de archivo esta entrevista de entonces, en la que reflexiona sobre lo que hemos aprendido en esta pandemia y sobre lo que nos queda por hacer. «Las cosas fueron creadas para usarlas y las personas fueron creadas para amarlas y, mira por donde, cambiamos. Usamos a las personas en general y amamos las cosas» Para muchos, este confinamiento han sido como unos días de ejercicios. Había más tiempo para descansar, para rezar, para reflexionar... Para los cristianos, para quienes compartimos la fe, han sido días casi como unos ejercicios espirituales. Es mi caso. Yo vivo en una residencia de sacerdotes, todos prácticamente mayores, y una casa grande sin necesidad de salir de ella para nada... Hemos tenido mucho más tiempo para leer, para rezar, incluso para caminar por la terraza. A otra gente que conozco y a la que acompaño, también les ha hecho mucho bien porque el silencio, cuando es verdadero silencio, se convierte en Palabra. Palabra que habla y que resuena dentro de nosotros y, en alguno de ellos, ha resonado fuertemente y han valorado el silencio. Quizá otra gente no haya podido tener esta experiencia, pero son muchos los creyentes que hay y por lo tanto, “todas las cosas concurren –dice San Pablo– para el bien de los que aman a Dios” y todo esto concurre para nuestro bien, aún cuando haya habido muchas situaciones penosas y algunas hasta trágicas. Hasta para el planeta ha sido un respiro… Para mí ha sido un dato que me ha alegrado muchísimo. Ver que la naturaleza se ha alegrado, diríamos, al disminuir la contaminación, incluso los animales; algunos de ellos, al ver las ciudades sin habitantes, se han acercado y es que el tema de la naturaleza es un tema muy importante. El Papa Francisco nos ha regalado una encíclica, Laudato si´, sobre el tema de la naturaleza, que ha sido una llamada a la conversión ecológica global. El clima es un bien común de todos y para todos, y estamos llamados a cambiar estilos de vida de consumo para combatir el calentamiento global. El cambio climático es un problema global con graves consecuencias ambientales, sociales y económicas, y plantea uno de los grandes desafíos de la humanidad. Hay que limitar la técnica y orientarla a otro tipo de progreso humano social integral. Estos días sí que he pensado en esto, que ya estaba presente en mí, y es que todo el esfuerzo que hacemos por lo técnico, que es bueno, tendríamos que hacerlo mayor por lo humano, por lo social y por lo integral. El hombre y el resto de la creación forman parte de un mismo sistema y no podemos cuidar a uno sin el otro. He pensado mucho en esta realidad: que las cosas fueron creadas para usarlas y las personas fueron creadas para amarlas y mira por donde cambiamos. Usamos a las personas en general y amamos las cosas, con lo cual esto va en contra de nosotros, nos deshace por dentro y es un tema que debemos tomar con mucha fuerza. Que no solo trabajemos por la producción, por el consumo, que está muy bien que se produzca, pero lo primero es la persona no la economía. Yo he estado 12 años en Cáritas Española de obispo responsable y nuestro principio era: “lo primero, la persona”. La economía que esté siempre al servicio de la persona y esto es algo que tengo muy presente. O sea, que el confinamiento también es un tiempo bueno para el encuentro con el Señor... Era muy bueno el rato que yo pasaba todas las tardes ante el Señor tratando de escuchar, tratando de contemplar, de dejarme impactar por la realidad tan dura que vivían tantas familias, tantas, tantas… Y, sobre todo, por la de las personas más pobres, a quienes les ha afectado todavía mucho más. Pensaba en cómo debo de querer y manifestar el cariño y la ternura de Dios hacia todas las personas, pero especialmente a los más necesitados, y cómo debo compartir mis bienes para ayudar a las personas. Una ayuda que me gusta dar a través de instituciones, por supuesto a través de Caritas, de Manos Unidas, a través de la delegación de Misiones, a través de la diócesis, a través de la Iglesia en los lugares en que esta es perseguida… Ha sido un fortalecimiento de mi fe y no se me ha hecho duro a nivel personal; al contrario, doy gracias porque ha sido para mí una llamada de Dios, que luego he tenido que ir siguiendo, respondiendo y escuchando lo que me decía el Espíritu. ¿Cómo se plantean los ejercicios en época de pandemia? Me alegra mucho venir a Málaga, ya he estado varias veces aquí… Para mí es una alegría acompañar a la gente en los Ejercicios Espirituales porque es afinar el oído para escuchar aquello que Dios, por medio de su Espíritu, te va diciendo. Hay un principio muy grande: si nosotros creemos en Dios y Dios es Trinidad, tenemos que tener presente que cada persona de la Trinidad vive para la otra, por la otra, con la otra, en la otra y desde las otras. Si yo creo en Dios, si yo pertenezco a la Iglesia, no puedo vivir para mí mismo. Mi vida es para el otro, por el otro, con el otro… Y es tan fuerte esto, que yo recalco siempre que si una persona de la Trinidad dejara de darse, desaparecerían Ella y la Trinidad. El pensamiento que yo les voy a decir, más según las circunstancias que ahora tenemos con una llamada especial a esta situación del coronavirus, pues es una llamada a vivir para el otro, por el otro, con el otro… Porque si yo no vivo para el otro, por el otro, con el otro, en el otro…, yo seré un pedazo de algo, pero no seré una persona creyente que refleja la fe en el Dios verdadero, el dios que es Trinidad, qué es familia y comunidad. Y para mí, creer en un Dios que es familia, es fundamental. Lo mismo que la familia en la vida social, fue fundamental para la crisis del 2008. Si no hubiera sido por la familia, si no hubiera sido por Cáritas y otras instituciones, no sé como se hubiera solucionado. Ahora, nosotros creemos en un Dios que es familia y por lo tanto, el que está a mi lado es hermano mío, porque creemos en el mismo Padre y me llama a vivir por el otro, con el otro, para el otro… Si no hago esto, dejó de ser yo. Este es un principio que yo voy a recalcar estos días en los Ejercicios Espirituales, aparte de otras muchas cosas como es lógico. ¿Qué es lo que a usted más le cautiva de la figura de San Ignacio y sus ejercicios? San Ignacio de Loyola fue un converso. Para San Ignacio de Loyola, los ejercicios espirituales son una experiencia que él vivió y nos comunicó en los escritos que nos dejó. Para nosotros, Dios es lo principal; y si Dios es lo principal, yo tengo que amar lo que es principal para Dios que son los hermanos; y eso lleva a la contemplacion, a la oración. No se puede vivir una fe sin oración, sin contemplacion. Puedes ser muy buen sacerdote, muy bueno trabajando, tratando bien a la gente, pero si no tienes espíritu, diríamos que es un buen profesional. Sin espíritu, no evangeliza. San Ignacio de Loyola anunciaba esta experiencia, está vivencia a esta dimensión contemplativa en la vida, porque los ejercicios no se quedan en unos días sino que nos llevan a la contemplacion, para ser activos en la contemplacion y contemplativos en la acción. Ahí es donde luego se demuestra que hemos hecho unos ejercicios . ¿Qué cree usted que tiene la Iglesia que aportar en la era post-Covid19? La Iglesia quizás sea el organismo mejor dotado, no porque tenga más medios de poder o económicos, pero tiene un espíritu. La Iglesia manifiesta el amor de Dios a todos, y la Iglesia tiene que estar cerca de todos y no conformarse con dar pan. Yo les repetía a la gente de Cáritas Española estos años la frase de Jesucristo en las tentaciones de que «no solo de pan vive el hombre». No podemos dar solo pan. Esto lo hace cualquier ONG que no esté movida desde la fe. Nosotros no podemos quedarnos en dar solo pan. Tenemos que dar el mayor don que tenemos que es la fe, que es Jesucristo, que es la trascendencia; y eso nos lleva a entregarnos más y más al estilo de Jesús. Tal y como Jesús se entregó es como tenemos que entregarnos nosotros en estos momentos. La Iglesia siempre ha tenido una labor importante, pero en estas ocasiones más. La tuvo en el 2008 y la ha tenido desde entonces y en esta situación, la está teniendo también. Hay que dar sentido a la vida. Si no damos sentido a la vida, si no damos sentido y trascendencia la vida, les privamos de una grandeza enorme sin la cual nos quedamos de tejas abajo. La Iglesia está, no solo para dar pan, sino para dar algo junto con el pan que es trascendental: Jesucristo y su Evangelio