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Homilía y semblanza en el funeral del deán de la Catedral

Publicado: 21/08/2016: 20057

Cientos de feligreses de todas las realidades de la diócesis y de los más diversos puntos geográficos, se reunieron en la Catedral para despedir al sacerdote D. Alfonso Fernández-Casamayor Palacio, quien fue su deán en los últimos años. Al comienzo de la misa funeral, presidida por el cardenal Mons. Fernando Sebastián, el canónigo Antonio Aguilera compartió una semblanza con sus datos biográficos más sobresalientes.

AUDIO DE LA SEMBLANZA LEÍDA POR ANTONIO AGUILERA. PINCHE AQUÍ

AUDIO DE LA HOMILÍA PRONUNCIADA POR EL CARDENAL SEBASTIÁN. PINCHA AQUÍ

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TEXTO DE LA SEMBLANZA

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Así comienza el salmo 42 y, resumiendo mucho, por ahí ha ido siempre la vida de nuestro querido Alfonso: buscar las corrientes de agua viva, buscar al mismo Dios, vivir apasionadamente con sed de Dios… Y ya está viendo, mejor dicho: contemplando, el rostro de Dios… en la Casa Mayor, en la casa del Padre.

Al celebrar esta Eucaristía, ponemos ahora en el abrazo del Padre a nuestro hermano Alfonso Fernández-Casamayor Palacio. A Alfonso todos lo conocemos muy bien y lo hemos querido mucho, poco es posible añadir a lo que todos sabéis y sentís en vuestro corazón; sencillamente ordeno algunos datos y anoto unas breves pinceladas de su andadura.

Como busca la cierva las corrientes de agua: Infancia y juventud

Nació Alfonso en Málaga el 9 de agosto de 1945, en el seno de una familia de profunda fe cristiana: sus padres, José y Carmen, así le educaron, a él y a sus hermanos: Pepe, Carmen, Lucila y Pilar. En el cariño de una familia normal y en la fe en el Señor y en su Madre, bajo la advocación de Virgen de la Victoria, fueron sus primeros pasos. Cariño familiar y fe: dos riquezas que le marcarían para siempre y por las que él ha venido trabajando siempre.

De los 7 a los 17 años estudió en el colegio cercano a su casa: los Maristas. Sus compañeros –varios conocidos de toda la ciudad— lo recuerdan como estudiante brillante y dicen tenerlo, a sus 15-16 años, como referente de bondad, de equilibrio y de sensatez entre todos ellos.

Terminado el Preuniversitario marchó a Madrid, residiendo en el colegio mayor Pío XII, para estudiar ingeniería: Ingeniero de Caminos. Allí cursó el primer año. Pero el Señor no lo había pensado Ingeniero de Caminos, los caminos de Dios para Alfonso eran otros: Yo soy el camino, la verdad y la vida, expresión del mismo Jesucristo en el evangelio de Juan (Jn 14,6), se le coló muy dentro y le llevó a reorientar su vida. Entendió que Dios lo llamaba para ser sacerdote.

Mi alma te busca a ti, Dios mío: Sacerdote en Sevilla y en la Acción Católica

Así ingresó en el Seminario, llamado entonces de “vocaciones tardías”, que había en Umbrete (Sevilla). Allí cursó los estudios propios de preparación al sacerdocio.

El 9 de junio de 1974, con 28 años, el cardenal Bueno Monreal lo ordenó sacerdote, perteneciente a la diócesis de Sevilla, en la iglesia del barrio de las Tres Mil Viviendas. Llevó Alfonso a cabo su ministerio sacerdotal primero en los pueblos de El Bosque y Benamahoma y luego en la misma capital, en la parroquia de la Candelaria.

Por este tiempo había entrado en contacto con la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), animando y colaborando estrechamente en la formación de grupos de adultos, impartiendo cursillos sobre Fe y Ateísmo, Cristología y Eclesiología; y siendo consiliario de la zona de Andalucía.

Según nos escribían ayer, en estos años de sacerdote en Sevilla, tanto en las parroquias como en estos grupos, “dejó mucha huella y mucho cariño”.

En 1979 es elegido Consiliario Nacional de la Hermandad Obrera de Acción Católica, y para esa misión es nombrado por la Conferencia Episcopal.

Se traslada a Madrid y, desde allí, tiene que andar por todas las diócesis de la geografía española, del 79 al 83. Trabajó incansablemente en esta tarea, en la que fue un estupendo discípulo, amigo y colaborador de otro excelente sacerdote al que siempre consideró maestro: Tomás Malagón.

Dos fueron las especiales insistencias suyas en estos años de Consiliario Nacional:
- Como fundamental: cuidar y capacitar la identidad cristiana de los diversos grupos de militantes, identidad centrada en el encuentro y seguimiento de Jesucristo, con profundo sentido eclesial.
- Y la formación continua y honda: herramienta esencial para poder vivir ese ser cristianos y ser iglesia en medio del mundo del trabajo.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: Sacerdote en Málaga

Acabados esos años de servicio a toda la iglesia española, Alfonso decide venirse a Málaga, su tierra natal. Y aquí, lo conocemos bien, hace de todo y bien hecho. Son muchas las cosas, pero etapas más importantes han sido:

Su comienzo: como vicario parroquial en la parroquia Jesús Obrero, en la La Palma, en los años 84 al 89. Trabajo sencillo y normal de una parroquia.

Sus años de Rector del Seminario, del 1989 al 2003: aplicó muy bien la exhortación Pastores dabo vobis (Os daré pastores según el corazón de Dios, que decía el profeta Jr   ), cuyo objetivo es la mejor posible formación de los futuros sacerdotes. Los casi 60 sacerdotes que fueron ordenados en aquellos años recuerdan el trabajo intenso y la dedicación constante a través del Proyecto comunitario que se hizo y se vivió.
A la vez, se llevaron a cabo obras de reforma del edificio y de la capilla; y se celebró el IV Centenario del Seminario (1497-1997).

En el Apostolado Seglar, algo que tan dentro ha llevado siempre, tuvo especial dedicación en la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar: primero como Consiliario (85-89) y luego como Delegado (94-97). Igualmente Consiliario del Consejo Diocesano de la Acción Católica (2004-2010). E igualmente, varios años, Delegado de Pastoral de Formación.

En 2005 es nombrado Vicario General de la diócesis, hasta 2013: etapa de especial y cercana colaboración primero con D. Antonio Dorado y luego con D. Jesús Catalá. Tiempo de gran servicio y de puente para con todos los estamentos y grupos diocesanos.

Servicio en la Catedral: en septiembre de 2004 fue nombrado canónigo; y en septiembre de 2009 fue nombrado Deán. Desde entonces hasta que la enfermedad se lo ha impedido Alfonso ha querido cuidar mucho que este templo sea lugar de oración para quien entre; y, a la vez, esté bien cuidado para todos los que admiran su belleza. El culto a Dios como lo esencial, y el arte y la cultura como vías para encontrarse con quien es la Verdad.

Y siempre profesor y para muchos maestro: en el amplio sentido de la palabra. En los centros diocesanos de estudios (Seminario, ISCR, EAP-ET), en las tantísimas charlas en las parroquias, en los muchos cursillos. Curiosamente, los temas más difíciles Alfonso los ha hecho cercanos y fáciles de entender a todos sus oyentes… Lo sabemos todos muy bien.

¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?: Y durante largo tiempo

Viviendo con el dolor de la dura enfermedad: enfermedad que la ha sabido vivir con la fuerza del Señor y que le ha purificado en el silencio y en el sosiego del hombre de Dios.

Sí, hermanos, lo anterior, y muchas cosas más.
La vida de Alfonso se entiende con unas claves básicas:

- Fidelidad a Jesucristo: Él es el camino, la verdad y la vida.
- Fidelidad a la Iglesia: es la madre, nuestra madre.
- Actitudes constantes de entrega y de servicio, siempre con disponibilidad.
- Preocupación por la promoción de un laicado adulto en la fe.

Gracias, Señor, por el Alfonso que has puesto en nuestro camino.
Gracias, Alfonso, por la fidelidad y la entrega con la que tú has respondido;
y todos los días diremos, recordándote, “hasta mañana en el altar”.
En las manos, en los brazos, del Padre Dios lo ponemos.

Antonio Aguilera, canónigo de la Catedral de Málaga
 

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