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Hoy, jornada de Oración y Penitencia por las Víctimas de Abusos Sexuales

Oración
Publicado: 08/11/2023: 11497

Subsidio

El 20 de noviembre se celebra la Jornada de Oración y Penitencia por las Víctimas de Abusos Sexuales. Con este motivo, desde el Servicio de Protección de Menores de la Conferencia Episcopal, se ha remitido el siguiente subsidio litúrgico.

JORNADA DE ORACIÓN Y PENITENCIA

POR LAS VÍCTIMAS DE ABUSOS SEXUALES

20 de noviembre de 2023

 

SUBSIDIO LITÚRGICO

 

Monición de entrada

Hermanos:

Nos reunimos para celebrar la Eucaristía, que es acción de gracias y alabanza a Dios por la salvación que nos ha alcanzado Cristo con su muerte y resurrección, y por las maravillas que sigue haciendo en favor nuestro.

La Iglesia en España, desde hace algunos años, ha querido dedicar este día de la Jornada Universal de la Infancia a la oración y la penitencia por las víctimas de abusos sexuales. 

Por ello, los cristianos elevamos nuestras súplicas hoy, en primer lugar, por los niños y los jóvenes, para que todos tengan un hogar y unos ambientes adecuados donde puedan crecer y desarrollarse en paz y armonía, y no tengan que vivir jamás ninguna situación de abuso.

Asimismo, recordamos con especial cariño a quienes sí han sufrido cualquier clase de abuso físico o moral; oramos por ellos, para que puedan reponerse y recuperen la confianza, la alegría y la esperanza que les fue arrebatada de forma tan injusta.

Con un sentido fuertemente penitencial, pedimos también perdón por los abusos cometidos contra niños por parte de pastores y fieles en el seno de la Iglesia, y oramos al Señor de la vida para que nunca vuelvan a repetirse semejantes atrocidades, y para que conceda a todos los miembros de la Iglesia un mayor sentido de responsabilidad respecto a los menores a ellos confiados.

Dispongámonos para la participación en la eucaristía reconociendo nuestros pecados y, en un silencio más prolongado de lo habitual, oremos también por todas estas situaciones, que hoy ponemos en las manos misericordiosas del Señor.

 

Se puede tener lugar un tiempo de silencio un poco más extenso de lo acostumbrado.

 

Acto penitencial

— Tú, que viniste a salvar lo que estaba perdido: Señor, ten piedad.

R/. Señor, ten piedad.

— Tú, que devuelves la inocencia al que la había perdido: Cristo, ten piedad.

R/. Cristo, ten piedad.

— Tú, que dejaste que los niños se acercaran a ti: Señor, ten piedad.

               R/. Señor, ten piedad.

 

Por utilidad pastoral se recomienda la misa por el perdón de los pecados (Cf. Misal Romano, Misas y oraciones por diversas necesidades, número 38, pág. 1050).

 

Oración colecta

Ten misericordia de tu pueblo, Señor,

y perdónale todos sus pecados,

para que tu misericordia perdone

lo que nos merecieran nuestras ofensas.

Por nuestro Señor Jesucristo.

 

Oración de los fieles

 

Oremos al Señor nuestro Dios, que nos llama a caminar por sus sendas, que son rectas y justas.

 

— Por la Iglesia, para que lleve siempre al mundo la luz del Evangelio y anuncie a Cristo en toda ocasión. Roguemos al Señor.

 

— Por los niños, los jóvenes, los enfermos y los pobres, para que se encuentren con Cristo a través de la misión y el testimonio de los sacerdotes, religiosos y consagrados. Roguemos al Señor.

 

— Por aquellos menores que han sido víctimas de abusos, para que encuentren en su entorno la ayuda que necesitan para reponerse física y espiritualmente. Roguemos al Señor.

 

— Por los niños y los jóvenes, para que vivan libres de las asechanzas del enemigo y puedan lograr un desarrollo integral de su persona. Roguemos al Señor.

 

— Por los que dedican su tiempo y sus fuerzas a la formación integral de niños, adolescentes y jóvenes, para que sean para ellos reflejo de la ternura, el cuidado y la bondad paterna de Dios. Roguemos al Señor.

 

— Por cuantos, desde las diversas Oficinas de Protección de Menores, están comprometidos con la atención, la formación y la prevención, para que nos les falten las fuerzas, el ánimo y la colaboración para continuar con esta importante labor. Roguemos al Señor. 

 

— Por todos nosotros, para que nos sintamos siempre atentos y dispuestos a luchar contra toda forma de pecado y seamos humildes para reconocer los nuestros. Roguemos al Señor.

 

Escúchanos, Señor, Dios nuestro: que tu misericordia venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Oración sobre las ofrendas

Mira propicio, Señor, esta ofrenda

que presentamos a tu majestad por nuestras culpas,

y concédenos que el sacrificio 

del que brotó la fuente del perdón para los hombres,

nos otorgue la gracia del Espíritu Santo

para derramar lágrimas por nuestros pecados.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Prefacio IV dominical del tiempo ordinario (Misal Romano, pág. 477).

 

Oración después de la comunión

Concédenos, Dios misericordioso

a quienes, por este sacrificio,

hemos recibido el perdón de nuestros pecados,

que con tu gracia podamos evitarlos de ahora en adelante

y servirte con sincero corazón.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

 

ORACIÓN

POR LAS VÍCTIMAS DE ABUSOS

 

Dios de amor infinito,

siempre presente, siempre justo;

Tú nos cuidas y nos proteges

 y nos diste a tu único Hijo

para salvarnos con su sangre en la cruz.

 

Te pedimos perdón, Señor, por todos los casos 

de abusos a menores

que ha sufrido tu Iglesia.

Perdón por todos los sacerdotes, religiosos/as y laicos/as que han traicionado su ministerio 

y la confianza de aquellos que debían proteger: los más pequeños.

Te pedimos, Señor, por todos los supervivientes de abuso sexual, 

para que encuentren paz en Ti.

Te pedimos por aquellos que tratan de escapar cada día 

de la herida profunda del  abuso sexual, para que sigan adelante y te busquen.

 

Señor Jesús, pastor de la paz, dígnate unir a tu propio sufrimiento

el dolor de todos los que han sido heridos de cuerpo, mente y espíritu 

 por parte de aquellos que traicionaron la confianza puesta en ellos.

 

Escucha el clamor de nuestros hermanos y hermanas

que han sido lastimados gravemente, 

así como el clamor de aquellos que los aman;

dales la esperanza que mitigue el desosiego de sus corazones,

dales la fe que calme sus espíritus perturbados,

concédeles justicia para su causa, ilumínalos con tu verdad.

 

Espíritu Santo, consolador de corazones,

cura las heridas de tus hijos e hijas

y devuelve la integridad a lo que ha sido quebrantado.

Concédenos el valor y la sabiduría,

la humildad y la gracia, para actuar con justicia.

Sopla tu sabiduría en nuestras oraciones y empeños.

Que todos los que han sido heridos por el abuso encuentren paz y justicia.

 

Dios Padre, cuida a las víctimas con especial predilección.

Ayuda a los sacerdotes a ser ejemplos de santidad y dedicación a sus fieles.

 

Dios Hijo, protege a nuestros hermanos abusados como cuidaste a tus amigos y discípulos. 

Ayuda a los sacerdotes a vivir como viviste tú en la Tierra.

 

Dios Espíritu Santo, inspira en las víctimas fortaleza y piedad. Ilumina a tu Iglesia en este momento de dificultad y ayúdale a encontrar el camino.

 

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

 

Fragmento del discurso del Santo Padre Francisco a los miembros de la comisión pontificia para la protección de los menores (29 de abril de 2022):

 

A veces, la realidad del abuso y su impacto devastador y permanente en la vida de los pequeños, parece abrumar los esfuerzos de los que buscan responder con amor y comprensión. El camino hacia la sanación es largo, es difícil, requiere una esperanza bien fundada, la esperanza en Aquel que  ha ido a la cruz y más allá de la cruz. Jesús resucitado ha llevado, y lleva para siempre, las cicatrices de su crucifixión en su cuerpo glorificado. Estas llagas nos dicen que Dios nos salva no “saltando” nuestros sufrimientos, sino a través de nuestros sufrimientos, transformándoles con la fuerza de su amor. El poder de sanación del Espíritu de Dios no nos engaña; la promesa de nueva vida por parte de Dios no decae. Debemos solo tener fe en Jesús resucitado y poner nuestra vida en las heridas de su cuerpo resucitado.

 

El abuso, en cualquiera de sus formas, es inaceptable. El abuso sexual a los niños es particularmente grave porque ofende la vida mientras está floreciendo en ese momento. En vez de florecer, la persona abusada es herida, a veces también de forma indeleble. Recientemente recibí una carta de un padre, cuyo hijo había sido abusado y, a causa de ello, no fue capaz de salir de su habitación durante muchos años, llevando marcadas cotidianamente las consecuencias del abuso, también en la familia. Las personas abusadas se sienten, a veces, como atrapadas en medio entre la vida y la muerte. Son realidades que no podemos obviar, por mucho que resulten dolorosas.

 

El testimonio de los supervivientes representa una herida abierta en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Os exhorto a trabajar diligente y valientemente para hacer conocer estas heridas, para buscar a aquellos que sufren y reconocen en estas personas el testimonio de nuestro salvador sufriente. La Iglesia de hecho conoce al Señor resucitado en la medida en la que lo sigue como Siervo sufriente. Este es el camino para todos nosotros: obispos, superiores religiosos, presbíteros, diáconos, personas consagradas, catequistas, fieles laicos. Todo miembro de la Iglesia, según el propio estado, está llamado a asumir la responsabilidad de prevenir los abusos y trabajar por la justicia y la sanación.

 

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