El científico, que investiga la vacuna contra la malaria, ha participado como ponente de este encuentro y asegura que más que las políticas, que son volubles, importan las actitudes de las personas y que sólo desde ahí puede construirse una "ética de la solidaridad". Los días 11 y 12 de mayo se ha celebrado en Málaga el XI Foro Manos Unidas, en el que han participado autoridades, científicos, misioneros y responsables de proyectos de cooperación promovidos por esta ONG católica para el desarrollo. A lo largo de una serie de ponencias y mesas redondas, los expertos convocados tratan de aunar esfuerzos para difundir la reflexión en torno a la incidencia de la salud en el desarrollo de los pueblos, así como despertar las conciencas de la sociedad española, llamada a participar con su colaboración en la mejora de las condiciones de salud en la que vive un elevado número de personas en el planeta.

«Muchos de los problemas de salud que acechan al mundo hoy se arreglarían con políticas de alcantarillado y agua potable, afirma Patarroyo, algo que no es costoso y que tendría un gran impacto en la salud de los habitantes de las zonas más deprimidas de la tierra». El científico colombiano no tiene ninguna confianza en los gobiernos, que dice «son magos a la hora de prometer educación y salud, y luego se vuelven amnésicos en cuestión de segundos en lo referente a esos temas». El director de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia ha expresado públicamente su fe: «Vengo de una familia creyente, se lo debo a mis padres, y  Dios juega mucho en mi vida. Cada día me encomiendo a Él y le pido sólo una cosa: "déjame entender como quieres que actúe". Es todo lo que le pido y no aspiro a nada más. Mi madre decía que a los bobos se nos apareía la Virgen, y yo tengo que decir que vivo de aparición en aparición. La gente me dice que yo tengo un entusiasmo contagioso, y he descubierto que entusiasmo procede del griego "llevar a Dios dentro". Ciertamente estoy seguro de ello. A mí Él me ayuda muchísimo». 

MANOS UNIDAS Y LA SALUD

Entre los participantes en este foro se encuentra también Pedro Velasco, dominico que vive desde hace 25 años en los suburbios de El Bañado de Tucumbú, en Asunción (Paraguay), donde no ha existido hasta hace cuatro años política alguna de sanidad, y donde ha promovido un dispensario y proyectos de promoción de una población aquejada de deficiencias gravísimas, que reside en una zona indundable que «ni siquiera aparece en los mapas». Entre otras iniciativas, ha favorecido el que centenares de mujeres de la zona accedan a microcréditos para trabajar y sacar a sus familias de la extrema pobreza. 

Myriam García Abrisqueta, presidenta nacional asegura que este foro quiere demostrar, a través de la voz y el testimonio de sus protagonistas, que «salud y desarrollo están íntimamente unidos, y los participantes en este foro pueden abrirnos a lo que significa la salud en la sociedad en que vivimos».

Por su parte, Marisa Alonso ha recordado que Manos Unidas continúa apostando por la esperanza, ya que casos como el del Padre Velasco los hay en todas partes, y a invitado a toda la sociedad «a reflexionar en qué gastamos nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestra vida, mientras una parte importante de la poblacón mundial está careciendo de todo».

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