NoticiaEntrevistas José Manuel Llamas: «El único pueblo de España con san Hilario de patrón es Comares» José Manuel Llamas (derecha), junto a su director de tesis, Patrick Descourtiex // E. LLAMAS Publicado: 04/02/2019: 22236 José Manuel Llamas Fortes (Málaga, 1976) defendió el 21 de enero, en el “Institutum Patristicum Augustinianum”, en Roma, su tesis doctoral titulada “Hilario de Poitiers, teólogo de la dispensatio. Análisis y dimensiones teológicas”, que recibió la máxima calificación. Con ella concluye los estudios en Patrística que comenzó en 2012 en Roma En pocas palabras, ¿qué se muestra en su estudio sobre san Hilario de Poitiers? Es el análisis filológico y teológico, en sus diversas etapas y dimensiones, de una idea importante que él expresa con la palabra «dispensatio», y que hace referencia a la benignidad, a la entrega del misterio de Dios: en sí mismo, pues Dios es un misterio de entrega en su infinitud eterna; y el tiempo y la historia son la entrega del misterio divino, con el horizonte de la salvación de toda la creación y de la humanidad en particular. Un santo que es patrón del pueblo malagueño de Comares, ¿qué curioso, no? Curiosísimo, es verdad. Es el único pueblo de España del que es patrón Hilario de Poitiers. ¿Por qué? Un misterio. Se sabe muy poco de su vida. Quizás llegara a tierras malagueñas alguna “vida apócrifa” medieval del santo, profusa en milagros, y, durante alguna de las epidemias que asolaron la zona, el pueblo pidió su intercesión. Estuve allí hace dos años, en la feria de Comares, y esta era una de las posibles hipótesis. Patrick Descourtieux, experto en este Padre y Doctor de la Iglesia, ha sido su director de tesis, ¿qué destacaría de él? Es un profesor excelente, que hace saborear los autores de los que habla y me ha enseñado a querer a Hilario no solo como maestro, sino también como pastor. Además, tanto él como Juan Antonio Cabrera, el relator, me han acompañado con una atención y una sistematicidad admirables. Estoy muy agradecido a ambos, además de a Alfonso Fernández-Casamayor, que fue quien me sugirió el autor antes incluso de llegar a Roma. Son pocos los doctores andaluces en esta materia, ¿qué tiene que no es muy solicitada? Hasta hace muy poco tiempo la patrística no tenía demasiada importancia en los estudios teológicos. Además, eso de tener que estudiar todo un año propedéutico de latín y griego hace poca gracia, la verdad. Pero merece la pena asomarse al océano de estos primeros siglos de la Iglesia, que, dicho sea de paso, se parecen mucho más a nuestra época que el medievo o la modernidad. Si queremos responder a los desafíos de hoy tenemos que preguntar a estos grandes genios, que nunca dejan de sorprendernos. ¿Qué destacaría de sus años en Roma? Además del estudio de Hilario y otros compañeros de viaje, he tenido la suerte de vivir una época que no podría haber soñado: la despedida de Benedicto XVI, la elección de Francisco, el Málaga C.F. en Champions, la Clericus Cup… Y conocer a tantos buenos laicos, religiosos y sacerdotes de España y de todo el mundo me ha ayudado a vivir más profundamente la universalidad de la Iglesia. En estos años ha tenido que manejar diversos idiomas, ¿qué tal la experiencia de defender la tesis en italiano? Muy buena, aunque habría que preguntarle a los que escuchaban, je je. Los españoles acabamos hablando «itagnolo», así que, una vez escrita la presentación de la tesis, se la envié a los dos relatores para que me la corrigieran. Si el italiano ha sido bueno, la culpa es suya… ¿Cómo fue su regreso a la diócesis y su llegada a la parroquia de San Pablo, en Málaga? Poquito a poco, y con muchísimas ganas. Seis años estudiando son toda una época, y el centro de la vocación de un cura, salvo excepciones, no es estar en una biblioteca, sino sirviendo al pueblo de Dios, que es de Dios, no mío. Estoy muy contento en la parroquia, conociendo y acompañando toda la realidad, y la piedad popular en particular, que tiene una fuerza impresionante aquí. El papa Francisco me ha ayudado a comprenderla de un modo diferente al que solemos tender en nuestras tierras, con dos extremos que me parecen erróneos: acusarla de ser «paganismo encubierto», o convertirnos nosotros en «el más cofrade de los cofrades». Nuestra tarea es otra: sencillamente servir, ser buenos pastores, como nos dice San Manuel.