NoticiaSemana Santa VIERNES SANTO. Salvados en la cruz Silueta de Jesús Cautivo sobre una columna de la Catedral de Málaga durante la exposición y veneración de imágenes “El Verbo Encarnado”. Al fondo, en la capilla del Rosario, María Santísima del Rocío Publicado: 04/04/2022: 8024 La cruz es uno de los peores suplicios que ha ideado la humanidad en su historia. Estamos ante una tortura fruto del sadismo humano más retorcido. Alejandro Magno utilizó la crucifixión como cruel método de tortura introduciéndola en la cuenca mediterránea; los cartaginenses fueron quienes la introdujeron a los romanos que la perfeccionaron como máquina de tortura lenta y dolorosa. Era tal el impacto visual y terror que suponía ver al reo exhibido y sometido a ese tormento que los cristianos tardaron cinco siglos en representar a Cristo clavado en la cruz; realmente era escandaloso. Fue en la puerta de Santa Sabina, en Roma cuando, por primera vez, piedad y arte se juntaron y plasmaron el más duro de los martirios; el que tuvo mayor eficacia redentora y salvífica. Todo comenzaba con la sentencia: ibis ad crucem; vas a la cruz. Para crucificar al condenado se usan clavos con varias aristas; cuelga sin poder rascarse, ni retorcerse; no puede espantar a los insectos que se posan en sus heridas, con el tiempo las articulaciones del brazo se retuercen y dislocan. Esto aumenta los dolores de tal manera que el cuerpo se pone rígido; se desfigura el rostro y es el cuerpo desencajado y desnudo el que se ofrece a los espectadores. Hoy como ayer siguen existiendo crucificados expuestos a la mirada de quien, saciado de estímulos, es incapaz de experimentar la dimensión redentora y salvífica del amor.